Clint Barton

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Adhara Miyazaki había comenzado a trabajar para SHIELD hacía tan sólo un año pero se había acoplado de maravilla.

Era una buena soldado, muy inteligente y con grandes aptitudes para el combate. El que supiera aikido y wushu era un plus. De igual manera, la chica hablaba y entendía el griego y chino antiguo lo que la hacia un eslabón importante en ciertas misiones.

Su pequeño y ágil cuerpo le permitía escurrirse en muchos lugares que un hombre no podría.

Lo único que fallaba en ella era su pésimo tiro. Era buena en el combate cuerpo a cuerpo pero un arma en sus manos causaría un caos.

Ella detestaba eso y era causa de burla en sus compañeros pues era muy estúpido que un soldado no pudiera disparar con precisión.

La de cabello negro se encontraba en el polígono de tiro practicando su puntería como cada día luego de su entrenamiento habitual.

Era realmente terrible con su puntería y ella lo sabía, era mejor aceptarlo y buscar una solución.

No había dado al blanco, dejó el arma en la pequeña tabla frente a ella y luego se retiró las orejeras.

Suspiró con pesadez y llevó sus manos a la cabeza. Se sentía frustrada y muy molesta.

Un año y no podía mejorar su estúpida puntería.

—Debes relajarte— dijo una voz desconocida para la chica.

Adhara buscó al dueño de aquella voz y se encontró con un hombre sentado en una silla.

—¿Hace cuánto estás observando?

—Desde que llegaste. Entraste muy enojada que no notaste mi presencia.

La chica se sintió avergonzada por un instante. Luego notó quién era el sujeto frente a ella y la vergüenza aumentó.

—Lo siento, es sólo que siempre he sido terrible con mi puntería que ya ni siquiera pienso.

Sí, era él. El pulso de la chica aumentó. Por lo general no se alteraba fácilmente pero frente a ese hombre era algo complicado.

Se puso de pie y se acercó a ella.

—Déjame ayudarte— dijo con una agradable sonrisa.

—Se lo agradezco, agente Barton.

—Llámame Clint, por favor.

—Seguro.

—Posicionate— ordenó Barton.

Adhara respiró profundamente y regresó a su lugar, se colocó las orejeras y tomó el arma.

Miró a Clint quien le asintió y regresó la vista al blanco que seguía intacto.

Apuntó y comenzó a disparar. Ni una sola bala dio al blanco. 

Bajó el arma decepcionada y miró al hombre.

—Soy una basura para esto.

Clint se acercó.

—¿Puedo intentarlo?

Adhara se hizo a un lado y dejo que el castaño tomara el lugar.

Apuntó y comenzó a disparar. Ni una sola bala dio fuera del blanco y eso sólo hizo sentir terrible a la chica.

—Increíble— dijo ella ante la perfección de cada tiro.

Lo sorprendente no fue que hubiera dado en el blanco, sino que cada tiro dio en un punto vital dos veces y de manera limpia.

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