—El taller de ciencias se realizará los martes a las 14:30hrs. —informó, observando el horario de clases de toda la academia que permanecía colgado en una de sus cuatro enormes paredes.

Entonces sus ojos se notaron pensativos por un segundo.

—Bien, está decidido. —añadió regresando a su asiento. —El taller de matemáticas continuará solo los viernes a la misma hora y evaluaremos la posibilidad de agregar más talleres recreativos para el resto de los días de la semana. —añadió sentándose una vez más en su silla. —Encárgate de inspeccionar cada lugar del laboratorio de ciencias y si te faltan materiales solo vuelve aquí. 

Ryuu sonrió ampliamente y le hizo una reverencia al instante. — ¡Muchas gracias, director! —exclamó presionando la llave entre sus manos. 

—Simplemente procura que no ocurran accidentes. —respondió éste regresando a su taza de café. — ¡Ah, y no olvides decirle a Bakugou-kun sobre el cambio de talleres! —exclamó observando como la puerta se cerraba. 

Se inclinó de hombros y abrió levemente el cajón, sacando un trozo de queso. —Bueno, seguramente sí escuchó. —añadió sin más para comenzar a devorar el queso. 

...

Cuando Ryuu abrió el aula, notó como ésta evidentemente se encontraba bastante abandonada. 

Una nube de polvo yacía en su interior y los ojos oscuros del pelinegro observaron el cómo los muebles se observaban grises debido a ello, además de un sin número de cajas apiladas una sobre la otra que sin duda, debería inspeccionar.

—Ahhh... —soltó sonriente con sus manos en la cadera. —Creo que tendremos un poco de trabajo el día de hoy. —añadió abriendo todas las ventanas y colocando una mascarilla por sobre su rostro, para evitar tener tanto contacto con el excesivo polvo. 

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Regresando al ahora. 

Martes, laboratorio de ciencias, 14:37hrs.

La pulcra y brillante aula había sido abierta luego de años, dejándose notar los hermosos mesones blancos que contenían materiales químicos a utilizar, tales como reactivos y utensilios necesarios para la práctica a experimentar.

Al frente, se encontraba una enorme pizarra y al final del aula unas enormes campanas químicas junto a una ducha química, en caso de que se vieran atrapados frente a alguna emergencia por algún derrame de reactivo sobre algún estudiante o docente.

Además de ello, los símbolos de precaución se veían por toda dirección.

— ¡Entonces, manos a la obra! —exclamó Ryuu emocionado con sus manos alzadas y con un enorme delantal blanco, observando como todos sus alumnos permanecían sentados frente a él ya con su delantal de laboratorio, observando los curiosos reactivos y utensilios frente a ellos con emoción. — ¡Veamos cómo es que reacciona el sulfato de sodio con el peróxido d—

Su enorme sonrisa se pausó junto con sus emocionados ojos oscuros al sentir un enorme estruendo a un lado del aula.

— ¿¡QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESTO!?

La puerta azotó con furia en el interior de la sala, dándose paso a Bakugou en el interior del laboratorio.

Colérico, tenso, molesto, furioso.

Su maldito temperamento ya no daba más.

Katsuki Bakugou hace ya un tiempo estaba estresado. Y qué mejor manera de liberar el estrés que teniendo una pequeña charla con el maldito hijo de perra.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Where stories live. Discover now