Capítulo 44

5.2K 770 1.5K
                                    

Tuve la oportunidad de hablar mucho con mi familia, aunque menos de lo que yo hubiese querido. La cena estuvo fantástica y tranquila, con solo nosotros cuatro charlando, riendo, recordando cosas y actualizándonos en otras. La obvia familiaridad con la que nos tratábamos hizo que el tiempo que estuve ausente no se percibiera tan largo.

Le escribí a Moon unas cuantas veces durante mi estadía, recordándole lo mucho que lo quería y lo extrañaba. No tardó en responder repitiendo algunas de mis frases, aunque con su tan acostumbrada frialdad. Me contó que vio a Sol-gi durante Año Nuevo justo como mencionó antes. Me contenté por ellos y por nosotros, aunque el nerviosismo no se hizo de esperar justo cuando recordé que entre los tres existían secretos recientes.

Por desgracia, no pude quedarme durante el tiempo que tenía previsto por cuestiones de trabajo. El primer jueves del año partí de vuelta a la ciudad donde vivía para cumplir con un par de responsabilidades que olvidé hasta que recibí llamadas de confirmación.

Compré el boleto de autobús que salía más temprano y partí sin darle a mi familia despedidas tan largas. Prometí que volvería pronto, no bromeaba con eso. Visitarlos, escucharlos y compartir el mismo espacio fue todo lo que necesité para sentirme recuperado y listo para iniciar con la terapia que Jonah pidió que tomara. Salí medianamente recuperado de mi viejo hogar, pues los mismos integrantes de mi familia se encargaron de aconsejarme y regañarme sobre ciertos puntos de mi vida.

No minimizaron mis malestares como habrían hecho en mi adolescencia. Recordaron que me apoyarían bajo cualquier circunstancia y Trevor me dijo —fuera del alcance de mis padres porque era un poco tímido— que siempre tendría un espacio para que charláramos si lo necesitaba.

Él, mejor que mis padres, fue capaz de intuir que mi situación era peor de la que mostraba, por eso al momento de abrazarlo junto a la puerta del bus y lejos de nuestros progenitores, me sinceré y le dije al oído que había vuelto con aquel chino guapo del pasado. Se burló de mí, pero también me llamó idiota. Entendió a medias qué era lo que causaba parte de mi malestar; por eso me exigió que parara si no me sentía lo suficientemente bien con aquellas decisiones.

—Que se reencuentren por casualidad no significa que el destino los quiera juntos. —Fueron sus últimas palabras antes del adiós—. Cuídate.

Estuve en calma durante casi todo el trayecto de regreso. Adelanté un par de trabajos, revisé correos, mandé mensajes, busqué empleos nuevos, leí noticias y perdí un poco el tiempo con videos y redes sociales. Me sentía bien, tranquilo y recuperado parcialmente de la crisis de soledad que enfrentaba.

Sonreí hacia la ventana durante varios minutos, contento por la oración en mi cabeza que repetía sin parar que no estaba tan solo como lo pensé durante los últimos meses. Admiré los paisajes, los árboles e incluso a unos cuantos pasajeros del autobús que no tenían ni idea de mi existencia. Tuve curiosidad por esas vidas anónimas que tal vez jamás dejarán de serlo.

¿Alguien se preguntará por la mía? Lo dudé mucho. El mundo era egoísta e indiferente conmigo.

Entré a mi blog cuando ya estábamos a menos de quince minutos para llegar. Revisé algunos comentarios nuevos relacionados a la mujer misteriosa y otros más que se escribieron en fotos que ya no tenían que ver con Moon. El tiempo había logrado que esos mismos curiosos de internet se interesaran en otras imágenes fuera de lo que me popularizó. Me atreví a responder a algunos con agradecimientos y otros más con "profundas" perspectivas de vida.

Al final, subí la foto que mi madre nos tomó a Trevor y a mí. En el pie de esta y con mayor extensión de lo habitual, manifesté que me sentía mejor después de una depresión estacional que yo mismo me diagnostiqué. Censuré nuestros ojos con sutileza, igual que en los pósters de cierta película coreana que se estaba volviendo famosa.

El balcón vecino [BL-COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora