Capítulo 42

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Justo como avisó en su llamada, Jonah pasó por mí en su auto, aparcado justo en frente de las escaleras de mi edificio. Me mandó un mensaje para notificar que ya me esperaba.

Moon-jae se fue una hora antes que yo porque tenía la presentación rutinaria del jueves. No lo vería hasta el domingo en la mañana, así que volví a necesitar de buenas distracciones. Afortunadamente tenía trabajos pendientes y un amigo dispuesto a salir conmigo. La espera ya no resultaría tan estresante.

Me vestí con uno de los trajes que menos me gustaban y bajé por las escaleras; quería descender a mi ritmo mientras mi mente se consumía a sí misma. Caminando con lentitud y no prestando mucha atención a los asiáticos que me observaban fijo al pasar, recordé el día anterior.

Estuve toda la tarde y noche con Moon, tragándome la culpa. Comimos y conversamos muy poco a pesar de las largas horas que nos tuvimos cerca. Solo escuché disculpas, pero no me atreví a darlas ni a victimizarme por su falta. Eso nada más serviría para decirme por milésima vez que yo era el hombre más estúpido sobre la Tierra.

Traté de animarlo, aunque no estuviese muy seguro de su tristeza. Sus gestos venían siendo inexpresivos desde que nos servimos la comida. Quise que recordáramos cosas, también que habláramos del futuro. Moon-jae carecía de propósitos; no se visualizaba ni siquiera en un mes. Al ver mi preocupación por aquellos desalentadores comentarios, trató de calmarme con su frase "Solo vivo y soy". Nada más tenía cabeza para el presente.

Una vez que nos llenamos el estómago y la charla se tornó cada vez más monótona y breve, proseguimos a pasar el rato con una cercanía mucho más íntima. No necesitábamos palabras para mostrarle al otro cuánta falta nos hizo.

Moon-jae y yo nos besamos y acariciamos en la cama hasta que los labios se nos hincharon y los roces ardieron sobre la piel. De nuevo tuve que ponernos altos al notar que se calentaba la situación.

Nuestros cuerpos querían sexo, pero nuestras mentes no parecían muy seguras de lo mismo. Decidimos reemplazar a la lujuria con una compañía silenciosa, recostados, algo cansados, pero satisfechos, dejando un espacio entre ambos para que nuestros dedos se entrelazaran ahí.

Era tan tranquilizador, que no quería que acabara nunca. Solo cerré los ojos, sentí el dorso de su mano con el pulgar y sus pequeños apretones cuando aquel movimiento le incomodaba.

Dormimos bastante temprano y despertamos tarde; fue una larga y sanadora siesta para los dos. Se llevó parte de mi estrés y ansiedad, aunque no arregló nada más. A Moon-jae se le redujeron bastante las ojeras, pero las recuperaría durante el fin de semana. Pude disfrutar por unas cuantas horas de su rostro menos demacrado, más brillante y vivo.

Llegué a la recepción del edificio, saludé al portero sonriente con una inclinación de cabeza y bajé por las escaleras para encontrarme con Jonah. Encendió el motor en cuanto alcé la mano y curveé los labios, me devolvió el saludo con calma.

Abrí la puerta, me subí al auto, me abroché el cinturón. No dijimos nada hasta que arrancó el auto.

No me preguntó cómo estaba porque sabía la respuesta y no creería nada que saliera de mis labios. Buscando animar un poco el ambiente afónico, bromeó con que me hartaría hablando de trabajo en lo que llegábamos al restaurante donde hizo reservación.

Pidió que me concentrara en sus palabras para evitar que me disociara o me pusiera a pensar en negativo otra vez.

—Luces bien, Luke —dijo, sin despegar los ojos del camino—. Bastante bien.

Le devolví el cumplido de inmediato, algo que agradeció. Le conté un poco lo que hice durante el día y también la noche anterior. Moon-jae formó parte de varias frases que trataron de probarle a Jonah lo sanador que era tener cerca al sujeto que más quería. Sin embargo, y entre más lo mencioné, su rostro se tornó serio y pensativo.

El balcón vecino [BL-COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora