xxiv

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—Tengo una duda existencial —dijo Luke, recostado en el suelo.

—Aquí vamos de nuevo —gruñó Michael.

—¿Cómo dejar de gustar de los chicos?

Michael se acercó a Luke con un movimiento ágil y golpeó su cabeza.

—Aún me gustan los chicos, idiota. Tú sigues estando bueno.

Luke frotó su cabeza con la cara contraída, aunque no había dolido tanto.

—Ah, pues, gracias.

—No fue un cumplido, no agradezcas.

Mercy se echó a reír, y fue muy contagioso, así que los demás terminaron riéndose también.

—Creo que sí iré a esa fiesta, chicos —dijo finalmente Mercy, suspirando.

—¡Frences no lo creerá cuando vuelva de Washington! —exclamó Ashton, ridículamente.

—Marica —dijo Calum, riéndose.

Ashton le aventó un cojín, y eso fue hilarante.

Si había algo que Mercy odiaba, eran las multitudes. Odiaba el bullicio, los gritos y el tener que socializar demasiado. Nunca había sido de fiestas. Por eso, justo ahora, en medio de la fiesta universitaria que Luke, Calum, Ashton y Frences estaban disfrutando, Michael y Mercy estaban dándose el lote en el baño, alejados de la locura.

—Quiero irme de aquí —jadeó Mercy, mientras Michael besaba su hombro y volvía a subir hasta su barbilla.

—Tenemos que esperar por Ash. Además, la estamos pasando bastante bien, ¿no lo crees?

Mercy se echó a reír y pasó sus manos por los hombros de su novio, por encima de su camiseta sin mangas con el logo de Metallica.

—Ahí afuera podría estar Jared, pero estás demasiado tranquilo —comentó Mercy, haciendo que Michael ladeara la cabeza y le diera un fugaz beso en los labios.

—Él ya no me importa, Mer.

Mercy sonrió, conmovida, y sintió que su corazón latía feliz.

—De acuerdo, ¿qué dices si busco algo de beber?

—Nada mejor que emborracharnos en un baño, ¿no?

—Claro.

Mercy salió y se adentró sin muchas ganas entre la gente, empujando a algunos y siendo empujada por muchos, mientras se dirigía al bar improvisado que habían hecho en la cocina de la residencia que habían invadido. Ahí, una chica de cabellos tintados —quizás era una peluca— que estaba claramente drogada, le sirvió dos vasos llenos hasta el tope con vodka.

Se disponía a ir de nuevo hacia donde estaba Michael, cuando sintió que alguien la llamaba. Instintivamente volteó, pero, al no ver a nadie, analizó mejor lo sucedido. Quien la había llamado había pronunciado su nombre con un acento demasiado particular. Como lo hacían en su familia.

Tal vez definitivamente estaba volviéndose loca, por lo que siguió su camino, hasta que alguien la tomo del brazo.

Mercy.

Había pasado bastante tiempo, pero podría reconocer a Dara en cualquier circunstancia. Llevaba el cabello más corto y más rojizo, pero sonreía.

—Oh, ¡por Dios! —exclamó, y Mercy solo quería salir de ahí para mudarse de estado— Mercy, ¡hola!

Mercy quería tragarse su propia lengua y morir ahogada.

—Hola, Dara.

—No tenía idea de que... guau.

that something | cliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora