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Ese día fue terriblemente perezoso para los M&M's. Después de tanto drama, poder acurrucarse de nuevo con Michael era casi volver a la normalidad. Vieron una película de comedia tirándose palomitas, y bebieron de su infalible Pepsi, mientras que se molestaban mutuamente en el sofá del salón.

De noche, era obvio que Michael se sentía mucho mejor. Se reía, hacia comentarios sarcásticos y hasta había tomado su guitarra, cantando la canción favorita de Mercy. Era como si todo fuera como antes, como si Jared nunca hubiese aparecido. Como si Michael no supiera.

—¿Quieres intentarlo? —preguntó, luego de que Mercy hubiese estado un largo rato viéndolo tocar.

—No toco desde que tenía nueve —dijo Mercy, pero igualmente se sentó entre las piernas de Michael en el suelo, tomando la guitarra en sus brazos.

—Hay muchas cosas que no has hecho desde hace mucho —susurró él, con una sonrisa pícara. Mercy suspiró y negó con la cabeza, intentando recordar algún acorde.

Michael, con sus brazos rodeándola, tomó sus dedos entre los suyos y, lentamente logró que la melodía fluyera. Mercy no estaba haciendo nada, en realidad, además de sentir el calor tan característico que emanaba del cuerpo de Michael.

Estar enamorada es una verdadera mierda.

Mercy lo sabía. Estar enamorada solo la había llevado a sufrimiento, drama, gritos y malentendidos... como una jodida telenovela. Mercy era más sencilla, más que Michael, quien no podía dejar pasar un drama para adentrarse en él, pero lo amaba tal y como era. Pálido, sarcástico, imbécil, perra, dramático e histérico.

—Michael —dijo Mercy.

—¿Mhm?

—Sabes que estoy enamorada de ti, ¿cierto?

—Ajá.

—Y que la última vez que nos besamos fue hace dos días y casi nos matamos, ¿cierto?

—Sip.

Michael —Mercy volvió a intentar que entendiera el mensaje.

—Mercy.

—Intento decirte algo.

Vaya déjà vu.

—¿Qué soy un imbécil? Vale, lo entiendo.

Mercy quería golpearlo por ser tan despistado.

Intento decirte que quiero besarte, Michael.

Michael dejó de respirar. Llámenlo exageración, pero Mercy estaba contra su pecho. Dejó de respirar durante un rato, para luego responder.

—Pero tú y yo... quiero decir...

Mercy sonrió, volviéndose hacia él.

—¿No puedes solo besarme, Michael?

Ahí, en el piso de su habitación, a menos de diez centímetros de distancia, Michael la besó. Esta vez iba a riesgo de Mercy, quien había pedido que sucediera, pero Michael no parecía interesado en detenerse, lo que lo hacía culpable también.

Sin embargo, esta vez hubo algo diferente. Michael dejó la guitarra a un lado y con rapidez se deshizo de la chaqueta de Mercy, tirándola en el suelo. La subió a la cama, posicionándose sobre ella y sin mucha parafernalia, se quitó la camiseta negra que llevaba.

Todos sabían qué iba a suceder, y, al parecer, estaban bien con ello.

Mercy se quitó la camiseta y shorts que Michael había escogido para ella, mientras que él luchaba contra su pantalón, logrando por fin deshacerse de él y volver a besarla.

that something | cliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora