Vento Aureo AU.
» La portada fue hecha por @Jeanorjan
» La ilustración le pertenece a @Gabisart (tumblr)
» Crédito a Hirohiko Araki por estos magníficos personajes.
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Sus parpados se movían lentamente mientras intentaba despertar, una luz fría estaba molestándole. Acercó una de sus manos hasta su rostro para sobar sus ojos, pensó que había dejado las luces encendidas la noche anterior y, posiblemente, se había desmayado en el suelo. Sintió una punzada en su mano que le hizo soltar un pequeño grito, al abrir sus ojos vio de que se trataba; una aguja. Abrió mucho más sus ojos al notar que estaba en un lugar que no conocía, todo era muy distinto a su apartamento.
Supuso que estaba en un hospital.
No recordaba mucho lo que sucedió después de que se desmayara en el suelo de su sala de estar. Intentó buscar sus cosas con la mirada, sus pantalones y camisa estaban doblados sobre un pequeño mueble de plástico.
La puerta se abrió de golpe y una enfermera entró por esta, la mujer lo miró sorprendida, se acercó hasta él para revisar que el suero estuviese bien.
—¿Qué es lo que hago aquí? — preguntó, estaba confundido.
—Hace dos noches lo internaron debido a una sobredosis de alcohol — respondió. Se acercó aún más para quitar las agujas de sus manos, a Leone le alivió que las quitara —. Estuvo en un coma etílico.
No pudo creerlo, había pensado que simplemente se había desmayado por la ingesta excesiva de alcohol. Esa noche pudo haber muerto gracias a su adicción, si no hubiese sido por los paramédicos probablemente en ese mismo instante estaría muerto en su apartamento.
Apenas tenía veinticinco años y había pasado por un infierno que no supo saber sobrellevar. Estaba cansado de restarle importancia a su pasado, sabía que debía de enfrentarlo para ser feliz.
No obstante, no estaba seguro de enfrentar todo lo que conllevaba esa decisión. Una de las cosas que debía de hacer era enfrentar a su familia a la cual no veía desde hace siete años, le generaba cierto nerviosismo y a la vez enojo pensar en ello.
Si quería vivir una vida normal donde no tendría que pensar diariamente en todos esos problemas, debía de superar sus demonios.
—Abbacchio —una voz femenina susurró. Leone alzó la vista para ver de quien se trataba; una mujer que conocía como a la palma de su mano.
Ella acercó una silla para sentarse junto a él, tenía una bolsa plástica en sus manos que tenía comida. No entendía qué hacía esa joven ahí, ¿por qué estaba acompañándolo en esa habitación?
—¿Qué es lo que haces aquí, Nadine? —la miró a los ojos con cierta frialdad, no deseaba que nadie lo acompañase en un momento como ese. Deseaba estar solo para ordenar sus ideas.
—Los doctores me avisaron que despertaste —respondió con una sonrisa amable en su rostro. Dejó sobre una mesa la bolsa con cosas para estar más cómoda —. Traje comida para que podamos almorzar, los doctores me dijeron que te van a dar de alta. Detestaba los hospitales desde que tenía memoria.
