El pecoso le sonrió levemente. —No te preocupes. —respondió neutral. —Bueno, él se iba molesto porque yo aún no descubría cómo era que le llamaba antes, él me llamaba Deku, pero yo a él... —Sus ojos se centraron, intentando recordar con fuerza.

Y luego de unos instantes lanzó un suspiro. —No, no lo recuerdo.

Apoyó su cabellera peliverde en la banca, observando las nubes junto a las estrellas que cubrían la totalidad de su vista. —Pero entonces un día se fue y jamás regresó...

Uraraka tragó saliva duramente ante ello.

—Yo siempre creí que si Bakugou-san regresaba, entonces yo podría ir a visitarlo cuanto antes. —añadió con una sonrisa melancólica. —Quería decirle que no importaba si ahora no recordaba su nombre, que aún así fuésemos amigos... —murmuró con sus ojos centrados en aquellas estrellas. —Porque él... de alguna manera es muy importante y valioso para mí.

Sus jades se quebraron una vez más.

Y lágrimas amenazaron por caer.

Entonces cubrió sus ojos con su antebrazo al instante. —P-pero e-entonces él... no regresó nunca más. —respondió sollozante.

Uraraka escuchaba atenta, con sus ojos llorosos.

No podía entender cómo era que su amigo, que veía siempre feliz y animoso cargara con todo este peso sobre sus hombros.

Soltó una risa y movió su antebrazo de un lado a otro para secar sus lágrimas. —Soy un llorón, hehe. —murmuró divertido. —Intenté llamarlo muchas veces hasta que supe que Bakugou-san realmente no se sentía cómodo con eso, entonces dejé de hacerlo. —añadió.

—Él era tan molesto y gruñón, y su cuerpo era tan delgado. Sus facciones eran como la de una princesa, ¿sabes? —confesó Izuku recordando a aquel Bakugou que solía visitarle. —Era muy lindo y a la vez muy difícil de llevar, uh, como un gato salvaje. —añadió. —Yo siempre pensaba que para mantenerlo contento, debía no estar mucho tiempo a su lado o estallaba, entonces me escondía en los muebles cercanos en donde él estuviera y le observaba. —agregó sonriente. — ¡Era un acosador, hehe!

Uraraka reía a su lado. —Dios... Qué tiernos se verían en aquellos instantes.

Izuku asintió a su lado sonriente. Entonces aclaró su garganta. —Y pasaron los años y yo aún seguía pensando en Bakugou-san, hasta que mamá habló conmigo y me dijo que por ahora intentara solo pensar en mí y que cuando fuera mayor, si aún seguía pensando en él, que podía viajar a Francia para conocerle mejor. —respondió observando sus zapatillas rojas. Entonces alzó su mirada jade. —Y yo estaba decidido a hacerlo, Uraraka-san. —añadió, mientras la castaña asentía atenta.

—Pero entonces llegó un nuevo profesor de matemáticas a la academia. —continuó recordando aquel día. —En un inicio me pareció genial. Comencé admirandole demasiado, la verdad... —murmuró rascando su nuca con vergüenza. Entonces sus ojos entregaron amor puro al cielo en cuanto relataba aquello. —Él me defendió, me protegió, me aconsejó, me ayudó y pasó tiempo conmigo sin yo pedirle nada, él realmente era muy bueno conmigo, y muy amable.

Entonces bajó su mirada esmeralda. —Pero con el tiempo me dí cuenta que me estaba enamorando de él, Uraraka-san. —confesó con dificultad. —Yo me estaba enamorando de mi propio profesor de matemáticas y eso no era normal... —susurró con una vergüenza abundante. —Y sentí que yo estaba mal, que no debía ser así, que simplemente debía ocultarlo por temor a que se burlaran de mí.

Uraraka frunció su ceño al instante.
— ¡Por supuesto que no, Izuku-kun! —exclamó. — ¡Escucha, si tú te enamoras, da igual el sexo de esa persona, tú te enamoras de su esencia! —exclamó señalándole con el dedo. —No debes preocuparte por esas cosas, al fin y al cabo nosotros sólo somos unos simples recipientes. —dijo sentándose a su lado. —Lo verdaderamente importante está aquí... —susurró esta vez amablemente, tocando el pecho del pecoso con suavidad. — ¿Y qué más da si te gusta Bakugou-sensei? Es un gruñón que además de enseñar bien, solo sabe enfadarse y gritar como loco... ¿Y qué? Izuku-kun, si a ti te gusta, entonces está bien, si lo aceptas tal y como es, entonces está bien...

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Onde histórias criam vida. Descubra agora