—Hace un tiempo que no eres tú, mocoso. —gruñó éste. — ¡El otro día estabas llorando en el baño, menudo imbécil! —exclamó con furia golpeándole en la nuca.

— ¡Ay!

— ¡Y me dijiste que tenías gripe, jodido mentiroso! —exclamó nuevamente, golpeándole otra vez.

— ¡A-ay! —chilló sobándose la nuca.

— ¡No lo golpees! —exclamó Atsushi. Entonces lanzó un suspiro. —Si Izuku no quiere contarnos qué le sucede, está bien. —añadió preocupado.

Entonces el castaño se acuclilló frente a él. —¿Todo está bien? —preguntó seriamente. —En serio, puedes confiar en nosotros.

Akiyama les observó con seriedad. — ¿Hay algún jodido imbécil al cual deba golpear? —preguntó volviendo sus manos puños. — ¡Llevas más de una maldita semana extraño, mocoso! —exclamó.

Izuku tragó saliva al instante. — ¡No, no, todo está bien, en serio! —exclamó preocupado. —P-por favor, no se preocupen...

—Hmmm... —soltó el castaño pensativo. —Se te han caído los platos, te has caído tú, te olvidas de recibir tu propina, cuando vas a botar la basura te quedas observando las nubes... —murmuraba el castaño a su lado.

— ¡Y acabas regresando la basura a la cocina! —exclamó Akiyama. —Entonces te preguntamos qué demonios te sucede, y simplemente sonríes y huyes, mocoso.

—Hehe... —soltó Izuku sonriendo nervioso. —Lo siento, solo he estado algo distraído, es todo. —añadió.

No sabía qué responder, solo agradecía desde lo más profundo de su corazón tener tan buenos compañeros en el trabajo.

De pronto la campana sonó, dando el paso al primer cliente del día.

— ¡Ah, es hora! —exclamó el pecoso corriendo a la entrada, colocándose rápidamente sus patines. — ¡No se preocupen, estoy muy bien, en serio! —añadió sonriéndoles, perdiéndose al instante tras el umbral de la puerta.

El castaño junto al pelirrojo cruzaron miradas.

Entonces lanzaron un suspiro cansado.

—Dios... No hay cómo ayudarle. —murmuró Atsushi preocupado.

—Al menos sabe que cuenta con nosotros. —respondió el pelirrojo con seriedad.

Se levantó levemente y pasó por el lado de Atsushi. — ¡Y TÚ, MÁS VALE Y SUBAS ESOS JODIDOS ÁNIMOS, MALDITO IDIOTA! —exclamó de pronto, provocando que el castaño saltara del susto.

— ¡S-sí! —exclamó al instante.

El pelirrojo sonrió y clavó sus azulinos sobre él con decisión. — ¡YO SÉ MATEMÁTICAS, MÁS VALE Y TE PREPARES PARA MI JODIDO INTENSIVO DEL TERROR, O DE LO CONTRARIO DEFINITIVAMENTE TE PATEARE EL TRASERO DE LA MANERA MÁS DOLOROSA QUE PUEDAS IMAGINAR!

Atsushi tragó saliva y un enorme escalofrío recorrió toda su columna. — ¿Disculpa, como fue que dijiste? —susurró, observando que se encontraba solo en aquellos momentos.

— ¡Sea bienvenida! —exclamó Izuku de manera enérgica, patinando lentamente hacia la entrada.

Aún debía adaptarse a ellos, sería cuidadoso.

Una pequeña anciana entraba con su bastón y con bastante lentitud.

—Buenas tardes, hijo mío. —respondió sonriente. —Quisiera una sopa para calentar este pequeño y viejo cuerpo de anciana. —agregó sonriente. —Y con mucho picante, por favor. —añadió.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora