Capítulo 13: Malentendido✔️

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Ochaco muerde sus labios para evitar gritar de frustración. Se siente herida en todos los sentidos.

Primero lo de sus padres y ahora lo de Bakugo.

Ella ni siquiera se detiene. Se regresa, corre hacia los dormitorios como si la estuviesen persiguiendo aunque sabe que él no haría algo así.

Después de todo el orgullo es todo para él.

La castaña suspira de pesar y se encierra en su habitación, no sale cuando escucha llegar a los demás, no importa.

Ya no importa.

Ella no es la prioridad de nadie, ni la de sus padres.

Debe aceptar la cruel realidad y afrontarla.

—La cena está lista, Ochaco—Asui toca su puerta y ella la abre rápidamente, quisiera abrazarla pero termina ofreciéndole una sonrisa forzada.

—Gracias.

—¿Estas mejor?

Ni de cerca.

—Si—miente y baja a la cocina donde todos están sentados listos para comer.

—Te ves horrible—le dice Todoroki cuando se sienta a su lado y sin filtro. Iida tose y lo codea, el chico lo mira sin entender nada.

Ochaco suspira pesadamente y si fuera en otro momento se habría reído.

—Gracias—le da un bocado a su comida y se centra en el plato.

—Oye, ¿ya estás mejor?—le pregunta Deku—. Todos estábamos preocupados por ti hoy.

—Oh, si, estoy mejor—alza la mirada y recorre a todos en la mesa intentando ignorar al rubio cenizo—. Gracias por preocuparse por mi, eso es muy valioso para mi.

Todos la animan con sus palabras y una parte de ella se alivia, al saber que no está tan sola.

—Te perdiste el beso que la rubia de Shiketsu le dió a Bakugo—le dice Mineta guiñándole un ojo.

Su estómago se revuelve y siente ganas de vomitar.

Por supuesto, el dichoso beso.

¿A quien le importa?

De igual forma ella no es importante en la vida de sus padres o del chico que ama. No hay nada doloroso en eso y ya no le importa.

Sintiéndose harta de sentirse patética está a punto de levantarse e irse cuando Kirishima se acerca sin señales de Bakugo detrás de él pero si cerca de las escaleras.

—Él quiere verte, Ochaco—susurra—. Los únicos que te notamos hoy en gimnasio fue él y yo.

—No me importa—contesta entre dientes—. Dile que no lo quiero ver...espera, ¿como sabes lo nuestro?

Kirishima se rasca la nuca y parece avergonzado.

—Él me lo contó hace unos días.

Y ella enfurece.

¿Él si puede contárselo a sus amigos pero ella no a los suyos?

¿Cúan egoísta puede ser?

Pisotea el piso con fuerza llamando la atención de todos. A ella no le importa.

—Yo. No. Puedo.

Y ella se va.


Bakugo no puede creer que ella lo mirara con tanto odio luego de pisotear las escaleras con brusquedad e irse

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Bakugo no puede creer que ella lo mirara con tanto odio luego de pisotear las escaleras con brusquedad e irse.

Lo hizo sentirse como...mierda.

¡Él no tuvo la culpa que esa estúpida mujer lo besara!

Y ni siquiera le interesa. La única para él es y será Ochaco uraraka.

Él admira su fuerza. Admira cada maldita cosa de ella.

Le gusta cuando se acurruca en su pecho y cuenta sus lunares, le gusta que hable de los deliciosos mochis y como le gustaría comerse uno enorme.

Le gusta cuando sonríe y sus mejillas regordetas se inflan en un puchero o cuando finge estar enojada con él por sus groserías.

Él malditamente la ama.

Está tan acabado.

Kirishima lo mira sin saber que decir.

Está tan enojado y siente como si fuera explotar en cualquier momento.

Ella le ha dicho por mensaje que no quiere volver a verlo, que no la busque. Que ya no será su sucio secreto.

Y su corazón duele, jodidamente duele.

Ella no es su sucio secreto, maldita sea.

¿Como puede pensar eso?

Ya en su habitación Kirishima lo mira con lástima.

—Supongo que se acabó.

—Y una mierda—gruñe Bakugo—. No acabó para mi y no acabará, ella está enojada, es todo.

—Hombre, yo no creo que sea así, ella está pasando por un mal momento y que tú hayas metido la pata no la ayudó en nada, la jodiste como Kaminari haría, de hecho ya te pareces a kaminari.

—¡No me compares con ese puto pikachu, desgraciado!

—Ella está muy mal, hombre—Kirishima mira hacia el techo de la habitación—. Parecía como si fuera a quebrarse en cualquier momento.

Bakugo se levanta de la frustración, cerrando los puños para evitar explotar alguna lámpara o la habitación en si.

Ochaco nunca ha llorado y cuando la vió así en el salón quiso levantarse tomarla en sus brazos y sacarla de ese puto sitio.

Necesita verla, tenerla en sus brazos. Sostenerla, no importa si ella lo odia en estos momentos.

—No ayudó mucho que en la cena hayan hablado del beso de la rubia lunática y tú.

—¡Cállate de una vez, pelos de mierda!—alterado jala su cabello en señal de frustración.

El pelirrojo no lo ayuda, simplemente lo atormenta por sus errores, eso debe hacerlo reflexionar porque le advirtió lo que podría suceder si seguía escondiendo su relación con la castaña como si fuera un sucio y vil secreto.

No le gustó nada esa sensación.

Como mejor amigo debe abrirle los ojos a Bakugo. Ochaco es tan distinta a él que es como puzzle con piezas diferentes pero que al final encajan a la perfección.

La castaña puede ser la chispa de luz en su amigo. Quizá no lo entienda tanto pero ver a Bakugo luciendo perdido en estos momentos es algo con lo que no contó jamás.

Él debe amarla mucho solo que no sabe como demostrarlo, su orgullo es un obstáculo y la presencia de la rubia loca hoy no ayudó mucho.

Lo empeoró todo.

Bakugo necesita un empujón para recuperar a la chica más dulce a su parecer de la clase 1-A.

—Debes esforzarte por ella, Bakugo—Kirishima le palmea la espalda en señal de apoyo.

—¿¡Ah!?—soltándose de su agarré lo mira mal—. Yo no tengo porqué esforzarme por una mierda.

—Entonces la perderás y tú no pareces del tipo que se rinde.

Nuestro secreto Where stories live. Discover now