4. Dejé de sentir

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De hecho, ni Uriel ni yo teníamos el número de teléfono de ángel, así que me tocó meterme a los grupos de whatsapp para ver si encontraba su foto entre alguno de los contactos para poder agendarlo. Cosa que me demoró bastante tiempo y cada minuto que pasaba lo iba odiando un poquito más.

Uno creería que pasar a vivir con Ángel sería algo interesante, pero no lo fue. En absoluto. 

Me mudé a su casa una semana después. Él volvía de los ensayos de ballet en la noche y se iba en la mañana a clases, así que nunca estaba en la casa. Y cuando estaba, nunca me dirigía la palabra.

Me hice amigo de su hermana mayor y eso pareció irritarlo más, pero las cosas no iban tan mal. Al menos no el primer mes.

Pasaron muchas cosas durante los siguientes meses.

Ángel y Uriel comenzaron a verse, Clarita fue arrestada una vez por andar peleándose con una chica en la salida de un antro, Artemisa calificó para una competencia de patinaje fuera del país, y Uriel también. Me habría encantado ir a verlos de haber podido pagar los pasajes. 

Mi tío murió. 

Volví a tener ataques de pánico con la llegada de los exámenes.

Intenté suicidarme.

Quedé internado.

Hice llorar a Uriel. Hice llorar a mi madre.

Mi padre trató de visitarme en la clínica y tuve otro ataque de pánico. Allí fue cuando todos se enteraron de los abusos sexuales. 

Desaprobé todos los exámenes y tuve que pausar la carrera, pero no me importó. Sabía que podría retomarla en cuando saliera. Pedí una licencia en mi trabajo, pero no me volvieron a renovar el contrato cuando éste expiró. 

Comencé terapia. 

Comencé a medicarme. 

Dejé de sentir. 

Noches de veranoWhere stories live. Discover now