Capítulo 3

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La belleza de la ciudad, del propio rey, me resultan confusas.
Dudo que él note la rígida línea en mi espalda o la obstinada inclinación de mi barbilla mientras cabalgamos y si lo hace, no le importa. Su alivio por estar en casa es palpable y nada mas parece importarle.

Cuando nos acercamos a la muralla, una trompeta suena y una puerta enorme baja en un bien engrasado saludo. Es poco después del anochecer, pero la ciudad
esta reunida y se levantan en gritos de bienvenida.
La guardia más allá de la
muralla saluda a su gobernante.

—¡Salve el Star King! —gritan —¡El Rey Kazuto ha regresado!—

—Tenemos heridos y muertos —grita el rey, su voz profundamente
fatigada —Vean por ellos primero. Y avisen a sus familias.—

Los guardias que son capaces, se bajan de sus monturas y ayudan
aquellos que no pueden.
Eugeo y el Rey continuan por la ancha calle y suben
a una colina flanqueada por árboles y guardias hasta la fortaleza abovedada que 
había divisado más allá de las puertas. Cuando nos acercamos a la entrada, el Rey se baja de su caballo y sin alardes, me ayuda a descender detrás de él.
Siento mis piernas como agua, temblorosas e inestables se juntan debajo de mí. Nunca había montado a caballo y mi cuerpo no esta cooperando, demasiado cansado y adolorido Como para dar un sólo paso. Al ver mi estado, el Rey me toma en brazos, muy a mi pesar y con mis mejillas ardiendo, me lleva al otro lado del patio, a través de las puertas del palacio que son abiertas para él con profundas reverencias y rígidos saludos a través de un amplio vestíbulo.

Una chica hermosa de cabello largo y rojo como el mejor vino tinto viene corriendo hacia nosotros. —¡Eugeo!—grita, mientras se lanza a los brazos del caballero, ambos se funden en un abrazo apretado, Eugeo la levanta del suelo y la hace girar un par de veces, luego la regresa a tierra donde la besa larga y apasionadamente.

—esa es Tieze—murmura el rey con una sonrisa —la esposa de Eugeo— yo ya me lo había imaginado en el momento en el que ella gritó su nombre. Sonrío mientras los dejamos atras y avanzamos por
un largo pasillo que se convierte en la cocina más enorme que alguna vez ví.

El Rey Kazuto me deja caer suavemente sobre un taburete de cocina y grita órdenes a los sirvientes que entran corriendo desde todos los rincones. 

—Aliméntenla. Báñenla. Pónganla en la cama. —

Una mujer con un esponjoso vestido negro se adelanta, se inclina
profundamente. Parece más seria y tranquila que las nerviosas doncellas que miran al rey con asombro y admiración y parece que esta a cargo. 

—Sí, Majestad. Bienvenido a casa Señor —dice suavemente, mirándome con 
desdén y curiosidad por partes iguales. No tengo dudas de que luzco como una rata sucia y asustada. 

—acomodenla en la habitación de la Reina —agrega el rey de espaldas, mientras se va sin mirar atrás para ver si sus órdenes son atendidas.

Hay un momento de silencio mientras todos los sirvientes me miran con asombro e incredulidad. Si, yo tampoco entiendo porque me quiere, pienso.

Después de comer en la cocina, una comida que estuve demasiado cansada para disfrutar, soy escoltada hacia la habitación de la Reina, una habitación tan majestuosa que el sólo repirar aqui es un placer. Hay una cama enorme con sabanas de seda y almohadas esponjosas, un armario tan grande en el que podrían guardarse cientos de vestidos, un espejo de cuerpo completo con adornos en forma de lirios dorados y enredaderas de plata, mesas de noche a ambos lados de la cama y múltiples sillones y muebles acolchados. Un gran balcón permite la entrada de la luz de la luna dándole a la habitación mucha mas belleza.

Debería estar encantada, feliz, rebosante de alegría, el Rey me eligió para ser su Reina, quien no desearía eso. La comida, los lujos, los baños con pétalos de rosas en el agua de la bañera. Debería estar riendo de felicidad, pero no lo estoy. No merezco esto. Estoy agradecida de no tener frío o estar hambrienta o desnuda, pero más allá de eso, estoy incómoda.

Dark KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora