Capítulo 10

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Tomo el vial de agua de rosas perfumada que esta sobre la mesa y le quitó el tapón. El perfume es dulce y mareante, como un ramo de flores al lado de una tina de azúcar que se derrite despacio. Embriagador y misterioso. Tal vez demasiado.
No huele como yo.

Suspiro y dejo el vial a un lado.

Tras mi improvisada lección de esgrima, Alice y yo regresamos a mi alcoba para cenar. Luego la rubia se retiró a su cuarto, olvidándose por descuido unos cuantos cosméticos cerca del espejo del rincón. Yo había pasado varias veces junto a aquel despliegue en
el trascurso de las últimas horas. Curiosa. Nunca antes había usado tales cosméticos, todo esto es nuevo para mi.

Situado junto al vial, hay  un tarrito diminuto de marfil pulido.
Desenrosco el tapón y descubro una mezcla de carmín y cera de abeja.
Introduzco el dedo índice en la brillante pasta y me embarro el labio inferior con la mezcla. Experimento una sensación pegajosa y extraña en la piel.

Me quedo mirando mi reflejo en el espejo.

«Estoy ridícula« pienso. Restriego la viscosa película con la palma de la mano y esta se tiñe  de rosa. »¿Qué estoy haciendo?».

Me dirijo hacia la plataforma elevada de la cama y me sambullo entre las suaves sabanas enterrando mi rostro en las almohadas.
Nada de aquello esta bien. Nunca me había preocupado por como luzco o como me ven los demás pero ahora es en lo único en lo que puedo pensar. ¿soy lo suficientemente bonita? Apuesto a que Alice no se pregunta eso, pero desde que ella me está ayudando y despues de mi clase de esgrima con el rey, lo único que esta en mi cabeza es el pensamiento de que mi lugar no esta aquí , no me siento suficiente y odio esa sensación, odio sentir que tengo que ser alguien mas para poder estar junto a Kazuto y no quien soy en realidad, después de todo la Asuna que solía ser ya no existe, soy la reina ahora y se espera demasiado de mí.

Agarro la almohada y enrosco los puños en la seda. «Stacia-Sama, ¿qué hago?. Ayúdame a
Ser lo que esperan sin perderme en el proceso.«

Las puertas de la alcoba se abren con un crujido.  Me incorporo, esperando ver a los sirvientes de costumbre con sus bandejas de te de cada noche, Pero es Kirito quien se halla en el umbral.

—¿Estabas dormida? —me pregunta.

—No.— murmuro sorprendida, no lo esperaba.

Da un paso y cierra la puerta a su espalda.
—¿Estás cansada?—

—No. —mis dedos se tensan en la seda.
Él permanece junto a las puertas.

Me levanto de los cojines y arreglo mi piyana.
—¿pasa algo?—

—No. —el rey se acerca dando grandes zancadas hasta situarse frente a mi
Parece… exhausto.

—¿No duermes? —le pregunto.—Deberías dormir.—

—Debería.—asiente.

El aire entre ambos arremolina con intensidad.

Despacio, me levanto de la cama y me paro frente a él, pongo mi mano derecha en su cara. —¿estas bien?— le digo con voz suave.

Él cierra los ojos.
Cuando vuelve a abrirlos, coloca sus manos a cada lado de mi cuello. Él me pasa la mano derecha por el pelo y por el hombro, y luego la baja por mi espalda. El pulgar izquierdo se rezaga en mi cuello, rozando el hoyuelo en la base. —estoy... Se encoje de hombros sin soltarme. —bien, ahora que estoy contigo me siento bien.—

Alzo la vista hacia él con las mejillas ardiendo. A la espera de lo que hará a continuación, pero no hace nada mas. Solo me sostiene dudoso.

—¿Qué estás haciendo? —susurró ladeando mi cabeza.

Dark KingWhere stories live. Discover now