Capítulo 21

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El camino de vuelta a la capital es incómodo, mis soldados me temen. No los culpo, no debe haber sido agradable verme en ese estado. Me tomó cerca de una hora quitar toda la sangre de mi armadura, mi cara y mis manos. Solo puedo imaginar la terrible visión que tuvieron al verme enloquecer con esa incalculable sed de sangre, matar era lo único en lo que podía pensar. Aún puedo sentir el horror de lo que hice, me convertí en un arma que solo pensaba en destruir todo lo que tubiera enfrente y lo peor de todo, es que lo disfruté, matar se sintió bien, fue liberador y calmante. Ya no cabe duda de que soy un monstruo. Pero pese al hecho de que mis soldados me temen, aún sigen a mi lado, algo que agradezco con el alma, aunque no los obligaría a quedarse y pelear por mi si no lo desean mas. Después del espectáculo que dí, no podría decir nada si ya no quisieran pelear a mi lado, los dejaría ir.

-¿en que piensas tan intensamente? - pregunta Eugeo cabalgando despacio junto a mi. -casi puedo ver los engranajes de tus pensamientos retorcerse. -

hago una mueca. -lo soldados... Me temen, me vieron, vieron lo que soy.-

-Bueno, según dicen... A veces, es mejor ser temido que amado.- comenta el capitán con su vista al frente tranquilo como si no fuera nada importante. -es verdad que están tensos pero no tienes nada de que preocuparte, hablé con ellos antes de partir, no importa lo que hayan visto, todavía tienes su lealtad y eso es lo que importa.-

Hay un nudo de inseguridad en mi interior que hace que las palabras de Eugeo no me tranquilicen sino que logran lo opuesto. -no quiero ser un rey tirano al que sus súbditos le tengan miedo.-

El rubio me mira con determinación. -calmate Kazuto, tal vez estan asustados por lo que vieron, pero aún así confían en ti, están a tu lado, nadie a desertado y dudo que alguien lo haga en el futuro. Eres un buen rey y todos lo saben, te prefieren a ti que a un dios psicópata. Nadie va a traicionarte, estamos contigo hasta el final. -

La sinceridad de sus palabras tranquiliza un poco mi ansiedad, me hacen sentir mejor pero eso no significa que lo que soy y lo que hice estuvo bien.

Hecho un vistazo hacia atras para ver a mi ejercito, todos siguen a mi lado, algunos incluso asienten en mi dirección cuando persiven mi mirada. El alivio me recorre, me da gusto que Eugeo me haya detenido a tiempo, si le hubiera hecho daño a mis soldados, jamaz me lo hubiera perdonado.

Regreso mi mirada a Eugeo. -¿que hay de ti, me temes también?-

Resopla. -dificilmente, me asusta mas tu esposa. -

Elevo una ceja -¿Asuna?-

-¿tienes otra esposa?-

Pongo los ojos en blanco. -gracioso... ¿Por que te asusta mas Asuna que yo?-

-bromeas, ¿no recuerdas esa vez en la que tomó una espada y la blandió contra Eiji y contra mí?, para alguien que nunca fue entrenado fue algo impresionante, imagínate si fuera un soldado, ambos estaríamos muertos. Tu esposa es bastante increíble. -

Río. -tienes razón, mi esposa es genial, soy un tipo con suerte. -

-lo eres pero yo lo soy mas, tengo una esposa dulce y hermosa, una hija demasido linda y adorable.- suspira como si estuviera derrotado. - ha pasado tanto tiempo desde que la ví por ultima vez, crece tan rápido, pronto tendrá un año y ...

Mientras Eugeo se pierde hablando de lo linda que es su familia, yo aprovecho que no me esta prestando atención para comprobar mi estado físico. Mi pecho duele y las marcas se están extendiendo. En el momento en el que lleguemos al castillo debo ver a Quinella, tal vez ella pueda ayudarme a suprimir la oscuridad, al menos por un tiempo, no puedo presentarme asi ante Asuna, ella no debe verme así. Además tampoco es tan malo, mi nariz dejó de sangrar y aparte de la oscuridad en ni pecho todo está en orden. Aun puedo lograrlo, sólo tengo que seguir aguantando.

Dark KingWhere stories live. Discover now