Finalmente opté por la clásica lencería de encaje negro que nunca pasará de moda, podría decirse que es la vieja confiable. Ropa escasa, mucho maquillaje que resaltase mis claros ojos, y el cabello cayendo en hondas sobre mí espalda. Perfecta.

Me puse un vestido largo para salir a la calle y tomé un taxi, no me gustaba andar así en público, era demasiado reconocible. Puede que no lo parezca, pero mis desastrosos moños y la ausencia de maquillaje me ayudaban a pasar desapercibida; aunque había habido alguna que otra excepción.

Ya estaba acostumbrada a este tipo de sesiones, no era la primera, pero el hecho de trabajar con un fotógrafo nuevo me ponía un tanto nerviosa. Estaba acostumbrada a trabajar con mujeres y en ese momento tan solo podía rezar porque fuese gay. Había visto su página y lo cierto es que tenía unos trabajos muy buenos, parecía muy profesional, pero no podía evitar los nervios.

Nos habíamos citado en su estudio, que la verdad era mucho más grande de lo que esperaba. Cuando me recibió me di cuenta de que estaba muy lejos de ser gay, pero parecía una persona amable. Desgraciadamente, a veces las apariencias engañan.

Habíamos acordado previamente el tipo de fotografía, semidesnudo. Lo habíamos dejado todo claro para evitar problemas, yo hacía las cosas así, me esforzaba en ser profesional.

—Apaga el teléfono para evitar interrupciones —dijo sin prestarme demasiada atención, en tanto que se ocupaba estirando la sabana de la cama decorativa.

Sin pensar, apagué el teléfono. De haberlo pensado, no lo habría hecho, pero estaba tan nerviosa, que tan solo obedecí.

Me saqué el vestido cuando él dijo y lo dejé sobre una silla. Estaba inquieta, pero me esforzaba en no titubear, la seguridad es importante para poder vivir de esto.

Se acercó a mi espalda y tomó todo mi cabello para echarlo sobre uno de mis hombros, no se esforzó en disimular el contacto con mi piel, y aquello me puso los vellos de punta.

Colocó las luces frente a mí y se acercó para tomar una foto de mi rostro, ese no era el objetivo, pero lo dejé pasar como si nada. Se alejó para tomarme un par de fotografías de cuerpo completo y, después, me pidió que me recostase en la cama. Me acomodé y posé, hasta que se acercó nuevamente y me tomó del mentón, obligándome a mirar a otro lado. No fue hasta que me tomó del tobillo y tiró de mí, que me incomodé. Era un contacto innecesario y para nada consentido.

—Creo que deberíamos hacer un par de desnudo —dijo levantándome el brazo sobre la cabeza para ayudarme con una postura más natural.

—No hago desnudos —corté. Ese era mi límite infranqueable.

—Pues podrías sacarles un mayor beneficio, y te haría descuento por la sesión.

En ese momento debería haber cogido mis cosas y salido corriendo de allí.

—He dicho que no —reiteré. Tenía muy claro que no iba a ceder.

—¿Qué más da? Igual para lo que dejas a la imaginación... —bufó. Su descaro y falta de profesionalidad terminaron de espantarme.

—Creo que ya es suficiente —sentencié levantándome de la cama. Ir había sido un error, y quedarme había sido aún peor. Me acerqué a la silla para tomar mi vestido y, cuando estaba pasándomelo por la cabeza, sentí las manos del fotógrafo sobre mi cadera.

—No te vayas así, terminemos la sesión y te muestro las fotos —demandó.

Me aparté espantada y me bajé el vestido.

—No, basta. Borra las fotos y quédate el dinero, pero olvídame, ¿vale?

Llegados a este punto, ya estaba desesperada por salir de ahí.

Lovelace [✔️]Where stories live. Discover now