- ¿Qué te pasa?
- ¿Qué me pasa de qué?
- Estás muy... Ansiosa de mí, ¿no?
- Te he echado de menos, que me arresten -bufó. Natalia la miró con desconfianza y la rubia suspiró, sabiéndose expuesta-. Y estoy con la regla.
- Ah, ahora lo entiendo. ¿Está cachondita la baby?
- Ya sabes cómo me pongo.
- Como me estoy poniendo yo, imagino.
- Pffffffff -resopló durante tanto tiempo que Natalia se sorprendió al ver que no se deshinchaba como un globo.
- Nena, ¿haces algo este finde? -susurró muy bajito, pues había notado que Marta tenía la antena preparada para captar la frecuencia más baja.
- No me llames nena o te follo aquí mismo.
- Vale, pues rubia.
- ¡Peor! -se tapó la cara con las manos, roja como un tomate. Natalia se la quiso comer de ternura primero, y de deseo después.
- Alba, dejémoslo en Alba. ¿Tienes planes este fin de semana?
- No. A ti ni te pregunto, llevas dos semanas viéndome tan poco que parecen las visitas del médico.
- He sacado tiempo, jope, no me regañes que he sido una zombie total -sacó el labio inferior hacia afuera.
- Te voy a morder ese pucherito que me estás poniendo.
- Alba, por favor, que Marta está con los ultrasonidos.
- Qué rollo todo -lloriqueó. Ay, mi pequeño saco de hormonas.
- Te lo digo, Alba -remarcó el nombre de la manera más asexual posible-, precisamente porque ya se ha terminado lo peor y estoy más libre, así que había pensado en huir de estas alimañas -señaló a sus amigas con un gesto de su cabeza- y darnos mucho amor lejos de aquí.
- ¿De verdad?
- Palabra. Por eso no he podido verte desde el domingo, he intentado darle caña para liberarme el fin de semana entero.
- Qué sexy te pones cuando eres eficiente, Lacunza -prácticamente lo gimió con el labio entre los dientes.
- Alba, o paras o te arrastro al lavabo.
- ¡Así no ayudas, Natalia! -dijo en voz demasiado alta, acaparando la atención de las demás.
Decidieron poner distancia física y se limitaron a un roce inocente de brazos y los suspiros necesitados de Alba a su lado. Natalia adoraba cuando la fisio estaba con la regla: era más cariñosa de lo habitual, lloraba por las cosas más tontas, se enfadaba sin motivos, era adorable y estaba cachonda las veinticuatro horas del día. Alba Reche concentrada hasta su máximo exponente.
- Me voy a ir yendo, cariño -dijo la morena sin querer. Abrió los ojos a todo lo que daban y se tapó la boca con una mano.
- Nat... -Alba frunció los labios y se le encharcaron los ojos de lágrimas. Ahí estaba de nuevo su chica sensible.
- Se me ha escapado, perdona.
- Si no me molesta -musitó. Le temblaba la voz-. Me gusta.
- Ay, madre mía, que te voy a comer ahora mismo. ¿Me avisas cuando terminéis aquí y duermo contigo? ¿Te apetece?
ČTEŠ
La sala de los menesteres
FanfikceAlba Reche es propietaria de una prestigiosa clínica de fisioterapia en Madrid. Natalia Lacunza es una famosa cantante. La primera es pura luz, en el más amplio sentido de la palabra. La pena y la tristeza alimentan el alma de la segunda, sacando...
Capítulo 106. La matanza de Texas.
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