Capitulo 18

677 68 18
                                    

Candice

Nuevamente estamos de este lado del continente. Hogar, dulce hogar.

Es martes por la mañana y los recuerdos de los tres días más felices de mi vida invaden mi mente.
¡Anoche!... ¡Oh Dios mío!... que mañana y noche tan maravillosa. Tanto que tan solo recordarlo mis piernas tiemblan y mi corazón rebosa de alegría.
Albert es todo un seductor, un amor. Maestro del sexo y la pasión.
¡Oh!... Una rica y extraña sensación estremece mi vientre.

Flash back

_ ¿De verdad crees que vendrá? _ pregunté con tristeza.
Nada me animaba después del encuentro con Chris de Burg.
_ Mírame tesoro... no debes preocuparte. El señor De Burg se conmovió con tu petición y, sé qué hará todo lo posible por estar presente. — Como siempre mi amado Patriarca me alienta cuando más lo necesito.
_ ¡Albert!... gracias... gracias por apoyarme; de verdad lo agradezco.
_ ¡¿De verdad me lo agradeces?! _ preguntó con sonrisa coqueta.
_ Si de verdad me lo agradeces. Ven conmigo a mi edificio, no regreses todavía a tu piso. _ Me dice atrayéndome a su cuerpo, besándome apasionadamente.
¡Ay Dios! la ninfa que llevo dentro comienza a excitarse recordando las palabras de Rosemary.
«Mi hermano es un poco especial en lo que a relación sexual concierne. Lo sé  por Amanda »
Solo de recordarlo siento una extraña sensación de.... ¿celos?... solo de pensar que estuvo en los brazos de ella me hirvió la sangre.
Y tampoco no puedo aguantar la curiosidad y saber que más tiene para darme. Si me lo ha dado todo. Hasta su corazón.
Sacudo y alejo mis pensamientos y decido preguntarle.
_ Puedo preguntarte algo quizás un poco vergonzoso para mí. _ con mis manos traspirando y el corazón a punto de salirse de mi pecho; solté la pregunta.
_ ¿Cuál es tu manera "especial" sexualmente hablando? Sorprendido medio sonrió, tratando de evadir mi pregunta.
Por lo que sorprendido respondió con seriedad ante mi descaro.
_ Candice... es un tema un poco complicado para explicarlo. Y en realidad, me siento avergonzado que te hayas enterado.
Ya que si haces la pregunta... sabes mucho más de esto.
¿Cierto? _ responde.
_ Sí... y no — le respondo sorprendiéndole. — Pero me gustaría saber que más me podrías hacer después de todo lo que me has dado y hecho...
No... no puedo imaginarme si aún hay algo más excitante.
Se voltea observándome frente a frente y arqueando una ceja sonríe con picardía.
_ Si lo hay.
Pero depende de ti si lo disfrutas o no. — Con voz baja comienza a detallarme su cuarto azul.

Ocho horas más tarde.

Hemos llegado al aeropuerto de Chicago, tomamos nuestro equipaje y tomados de la mano salimos hacia el estacionamiento subterráneo. Tratamos de ser prudentes, recordando lo que Stare nos dijo en el avión.
_ Candice... No voltees. ¡Pero creo que nos están fotografiando!... _ dijo un poco nervioso.
_ ¿Temes que nos vean juntos? _ Pregunté caminando un poco más a prisa.
_ ¡Por supuesto que no!... te amo y eres mía. Completamente mía — respondió.
_ ¿Y entonces?...
— Es por ti. Tu padre y hermano no estarán nada felices de ver a su hija con un hombre diez años mayor que tu, y menos que esa hombre es su jefe. Saldrás en las revistas y periódicos. — decía sin dejar de caminar hacia la camioneta.
_ No me importa... _ respondí colocándome mis gafas de sol.
su sonrisa encantadora hizo que la tensión desapareciera.
— ¿Quien usa gafas de sol a las dos de la mañana?... sonreí al darme cuenta que estaba llamando más la atención.
Gracias a Dios que Geisha no está con nosotros.
Emocionada con el capitán Cornwell; decidió en último minuto viajar con él.
Las luces de un porshe negro se encienden cuando el patriarca apretó los botones del control remoto.
Una lujosa camioneta negra con asientos de piel color marrón y acabados de madera nos recibe al abrir la puerta.
Me observa y abre la puerta del pasajero para que entre en ella. Le agradezco el detalle caballeroso con una leve sonrisa.

Salimos del sótano rumbo a la estatal I-35. Una sinfónica melodía se escucha suavemente por las bocinas de la lujosa camioneta todo terreno; que me han arrullado y en segundos siento la pesadez de mis ojos por el cansancio del viaje.

Han pasado quizás 45 minutos cuando despierto en los brazos de Albert cargándome hacia el elevador. Me observa y me dice con cariño.
— Vuelve a dormir amor. Yo te llevaré hasta nuestra habitación.
No respondo nada y me dejo consentir.
Al cruzar las puertas del piso, escuché una voz femenina.
_ Señor William!... No lo esperaba esta hora de la madrugada. Estaba tomando agua en la cocina, cuando escuché la puerta abrirse.
Al escuchar trato de bajarme de los brazos de Albert.
_ Alicia, ella es la señorita Candice. Mi prometida.
Se quedará unos días con nosotros. _ Dijo mientras sube las escaleras de madera aún conmigo en brazos.
Avergonzada di las buenas noches a la señora Alicia.
_ Albert, bájame.... Nos caeremos y rodaremos hasta el sótano del edificio. — le digo sonriendo.
_ ¡Me tienes débil... Mo chridhe! — respondió.
_ ¿Qué dijiste? _. Pregunté mientras me coloca en la cama donde pasamos nuestra primera noche juntos.
_ Parece que tendré que darte unas clases de gaélico mi amada. Sacándose el suéter y los pantalones se quedó en pelotas y se dirigió a la ducha.

Me quede dormida que ni siquiera sentí cuando salió de la ducha.
Un pequeño rayo de luz se cuela por las cortinas de la enorme habitación. Estiro mi brazo buscando a mi amado.
— Dios, estaba tan cansada que no sentí cuando regresaste a la cama.
¿Que hora es?...
Albert está sentado observándome. Vestido completamente con traje y corbata. Con la pierna cruzada bebiendo Whisky o coñac.
_ ¡Buenos días!... ¿tan temprano con su café en mano Patriarca?— pregunté con sarcasmo al ver su vaso de cristal y el líquido color miel que se disuelve entre las rocas de hielo.
_ ¡Buenas tarde para usted señorita Tredeau! _ responde con una leve sonrisa. Su forma de comportarse no es habitual por lo que me doy cuenta que algo está mal.
_ ¿Qué sucede? porque estas bebiendo tan temprano.
_ ¡No pasa nada Mo chridhe!... Son las tres de la tarde. Has dormido por trece horas sin despertar. Solo dijiste mi nombre unas tres veces. _ Acercándose y soltándose la corbata murmuró a mi oído.
_ Mientras estaba en la oficina, no podía dejar de pensar en ti Candice.
Y eso...
eso me preocupa, y mucho. _ Su voz es tan suave y seductora, que derrite mi corazón y algo más.
_ ¿Tienes miedo a lo que estamos sintiendo? _ le pregunto mientras le acaricio el rostro recién afeitado, suave y delicado.
_ Yo también tengo miedo. Pero te amo y no me guardaré nada de mi para entregarte. _ Suelto los botones de su camisa y poco a poco bajo mi mano derecha acariciando su potencial miembro.
_ Solo ámame, hazme tuya Albert, no pienses en nada ni nadie. Solo en nosotros dos.
_ ¡Oh!... ¡Candice me vuelves loco!...
Acariciando mis muslos me besa y posee mis labios con delicadeza y desespero.
El aroma a Whisky y su perfume varonil me embriagan, me excitan me llevan a la desesperación.
Tomándome entre sus brazos nuestras almas se pierden en el vaivén de caderas...
Después de varios minutos entre besos, caricias y movimientos pausados, llego al estasis.
_ ¡Si mi amor!... córrete para mi... _ musitó suavizando sus movimientos y succionando mis senos.
Nuevamente estoy como hace unas horas, agotada, cansada. Pero eso no me detiene para complacerlo.
Le beso suavemente y acariciando su falo lo deslizo entre mis manos.
_ Vamos amor... córrete... córrete para mi... — le digo.
Me bajo poco a poco besando su pecho y abdomen hasta llegar al medio de sus piernas. Lo tomo en mis manos y poco a poco lo acaricio con mi lengua, formando círculos que lo hacen gemir.

_ ummm... Mo chridhe... te amo Candice. _ gritó explotando en mis labios.
Fin del flash back.

_ ¿Candice estás ahí? _. La voz de Geisha me saca de mis húmedos recuerdos.
_ A... Adelante Geisha. _ Me levanto del escritorio y tomo mi bolso. Salimos del edificio para tomar nuestro almuerzo.
El patriarca ha estado en reuniones de negocios con los Chinos y Turcos.

Llegamos al restaurante más cercano de comida Italiana.
Las dos tratamos de evadir el tema Ardlay Cornwell.
Mi amiga regresó feliz de nuestro viaje, que más de trabajo, fue de placer.

Al regresar al edificio nos encontramos con el Patriarca.
Nuestras miradas se encuentran por unos segundos.
Al entrar al elevador, recibo un mensaje de texto en el móvil personal.

"Recuerda nuestra cita de esta noche en el cuarto azul Mo chridhe"

Albert.

Continuará.
Hola chicas.
Este capítulo del Patriarca ya lo tenía terminado hace unas semanas.
No se cuando actualizare esta historia. Me llegó un mensaje donde me dicen qué hay una historia parecida a esta, solo que el nombre de Albert lo han cambiado por el de T...
así que la pondré en hold y haré que esta persona piense y cree su propia historia.

Gracias mis bellas, gracias por su comprensión.

El Patriarca AldlayWhere stories live. Discover now