Castillo digno de una Princesa

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El Patriarca Ardlay.
Castillo digno de una Princesa.

           Candice.

Escucho el viento soplar, colarse por las amplias ventanas del Castillo más bello que jamás haya visto antes.
Después de la primera noche maravillosa que pasamos juntos en este bello lugar,  estoy extasiada y llena de felicidad.
El Patriarca se ha quedado dormido entre mi brazo derecho. Cuando trato de mover mi mano izquierda siento las esposas sujetándola.
"¡Rayos!.. ¿Me quedé dormida esposada?"
Sonrió suavemente para no despertar a este hombre maravilloso que tengo a mi lado.
"¿Será posible que podré dormir una noche junto a él sin hacer el amor?"
Si, el amor, porque es eso lo que hacemos cada vez que nos entregamos, no solo nuestros cuerpos también entregamos nuestras almas.
Poco a poco saco mi brazo de entre su cuello, busco la llave, con suerte la habrá dejado cerca de la mesita de noche.
Trato de levantarme poco a poco observándole haciendo el ruido menos posible.
— "Rayos" no está aquí. Me quedo boca abierta observando fuera del ventanal, el pasto hermoso de Dublín, sus montañas, el color purpura de lavanda,  es notable por donde quiera que observo.
La habitación está llena de pétalos de rosas. Albert es todo un caballero, romántico, es todo lo que una mujer desea tener a su lado.
¡Dios me he ganado el cielo con este ángel a mi lado! Awww, — pienso suspirando y recordando  la escena de la noche anterior, siento en mi vientre mariposas y un cosquilleo entre mis piernas.
"Amor mío, lamento tener que despertarte, pero debo estar en una hora lista para concretar mi cita con El señor Chris De Burg"
— "¿Pero cómo lo despierto?" — Me pregunto, imaginando una manera sutil y erótica que se me ha ocurrido observando su miembro masculino en plena erección. Claro, el problema y bendición de todo  hombre saludable por las mañanas.
Me le acerco, y poco a poco coloco mi mano libre bajo las sábanas rojas de seda, tomando su miembro en la palma de mi mano, lo a acaricio delicadamente. Poco a poco, he logrado que se mueva, despacio abre sus ojos azul cielo como el color del cielo que nos ilumina en Irlanda.
— ¡umm! Tesoro... — susurra limpiando sus ojos.
— ¡Que dulce y manera más sutil de despertarme!... — me dice mientras  me sonríe con esa dulce y seductora sonrisa que me hace suspirar.
— ¡Buenos días!.. — Le saludo dándole un suave beso en sus deliciosos labios.
— Cariño, tenemos un "SOS" necesito la llave de las esposas, me quede toda la noche así... — Poniendo mi cara de víctima sufrida.
— ¡Oh por Dios, mi amada! — dice saltando de la cama buscando la llave, que ha hecho quedar en pelota, mientras su miembro sale de entre medio de sus piernas.
— ¡Lo siento! — Se disculpa, mientras coloca sus manos tapando sus genitales.
—  Ja ja ja, Creí que era la única que me avergonzaba desnuda. — le digo carcajeando al verle ponerse rojo carmesí.
— Ven acá amor mío. — me dice tomando la mano que sostiene la esposa, me la suelta besándola y disculpándose con ella.
Después de casi pedirle perdón de rodillas, me toma de la cintura acercándome a él, y comienza a besarme el vientre.
— ¡Oh Candice, esta cintura y este trasero redondo me tienen loco!... Ya no puedo estar ni un día lejos de tus encantos.
— Pues no sé cómo harás para controlarlo. Pero necesito estar en la casa del señor Burg en una hora.
— le demandó,  que no tiene opción más que ponerse de pie y dejarme correr al baño.
— Lo sé lo sé — murmura entre dientes.
— ¡No hemos venido de vacaciones señor William Ardlay! — le digo mientras cierro la puerta de la ducha.
— Abro la llave y dejo caer el agua tibia sobre mi cuerpo, cuando de pronto siento sus suaves manos colocándome jabón por la espalda.
— No pensabas bañarte sola, ¿cierto?—. Me pregunta con voz seductora que hace que una ráfaga de electricidad recorra mi vientre.
— Oh Albert. — musito en su oído mientras coloco una de mis piernas entre su cintura, me toma entre sus brazos, me levanta y me sostiene contra la pared, colocando sus manos de forma que mi trasero no golpee la fina losa de la espaciosa ducha.
Poco a poco me penetra haciéndome gemir de placer.
— ¡Eres mía Candice!... Completamente mía. — Me dice mientras nuestras miradas se encuentran en ese fuego de amor y pasión.
Estoy a punto de correrme, cuando me detengo, pues esta tan excitado que puedo sentirlo dentro de mí, a punto de correrse junto a mí. Seguimos con el va y ven de nuestros cuerpos ardientes de placer y logramos corrernos  juntos, un grito unísono silenciado por un beso apasionado donde nuestras lenguas se acarician disfrutando de néctar de nuestros labios. 
— ¡Por Favor!... — Le imploro, — Si seguimos así, harás que enferme de placer, creo haber bajado de peso. — Le he dicho  con la respiración cortada.
Me sostiene entre sus brazos, mientras  el agua continúa cayendo sobre nuestros cuerpos.
— Oh Candy, te amo y no me cansaré de decírtelo. — musitó a mi oído.
Estoy temblando de emoción, cada vez que me hace suya, me pierdo entre sus brazos, es como si una parte de mi cuerpo y alma se queda dentro de él.
— Perdona mi tesoro, soy un desconsiderado, no solo contigo, también con la humanidad, tirando el agua mientras mis niños de África la necesitan.
— ¡Bromeas Cierto! — Le digo, mientras veo su rostro entristecer.
Por lo que me doy cuenta que está lejos de una broma.
— ¡Vamos! terminemos de ducharnos e iremos a concretar a lo que hemos venido. — Dice, colocándome un suave beso.
— ¡Sí que te tomas en serio el tema del agua!... — le he dicho mientras seco su espalda húmeda.
— Cuando estés conmigo en Kenia, verás que no estoy exagerando. La falta de agua te hace valorar una buena ducha en días.
— ¡¿En Kenia?! — Le pregunto observándole a los ojos.
— ¡Por supuesto!.. Eres parte de este proyecto, eres esencial, te necesito a mi lado cuando entreguemos los víveres y medicamentos. — me dice mientras  se coloca sus Jeans y suéter azul con una preciosa gabardina negra.
"¡Valla eso sí que no me lo esperaba!... estoy emocionada, veré de cerca y experimentaré por primera vez lo que se siente estar rodeada de niños agradecidos por lo poco o mucho que puedas ofrecer y ayudar.
Muchas veces los seres humanos, nos quejamos de un par de zapatos un poco desgastados o pasados de moda, mientras otros desean por lo menos tener un par  que les pueda cubrir las plantas de sus pies del frío y sus quebrantados y lastimados dedos por no usar calzado."

En Chicago, Edificio Ardlay Enterprise.
— Pero qué demonios se cree William, creí que nuestra asociación y negocios le importaban.
— ¡Contrólate Brent! ... William está en un viaje debido a la beneficencia, tú mejor que cualquier otro socio sabe lo que es capaz de hacer o dejar de hacer por ello.
— George, entiendo que es importante. Pero mi negocio también lo es.
Y lo necesito hoy aquí, para que lea el proyecto tú sabes que he invertido tiempo y dinero en esto.
— Entrégame los documentos, yo personalmente se los enviaré por email.
Así que no hay de qué preocuparse. Además, dejo aprobado los cinco millones  de dólares para la inversión de tu proyecto, siempre y cuando cumplas tu palabra de trabajar en las bombas de agua, que serán instaladas en Kenia.
— ¡Bien! creo que ahora si nos estamos entendiendo. Dale las gracias al Señor Ardlay de mi parte....

                                 Castillo Ashford, Dublín.
Salimos de la habitación, pasando por los pasillos de la preciosa estructura medieval, nos encontramos con el gerente del hotel, dándonos la bienvenida.
— ¡maidin mhaith a, Laird Ardlay! — pronunció el hombre con una reverencia.
— maidin mhaith mo chara. — respondió Albert.
— Le presento a la señorita Candice Trudeau, hermana del ministro de Canadá, y mi prometida.  — el hombre me observa, tomando mi mano saludando con reverencia.
— is cúis áthais dom bualadh leat, Madame.
— Lo siento, pero no habló gaélico. — me disculpo por no hablar el idioma.
Albert sonríe, me explica que para el señor Collun, es un placer conocerme.
— ¡El placer es mío!... — Le respondo con una sonrisa.
— Gracias por el recibimiento honorable que nos hizo su personal la noche anterior.
— El señor Ardlay es dueño del hotel. Solo hemos hecho nuestro trabajo.
— Pronunció el hombre con modestia.
— ¿Está listo nuestro auto? — preguntó Albert con una sonrisa de complicidad.
— ¡Por supuesto señor!... Tal como usted lo ordenó.
Salimos de las instalaciones del hotel, en la puerta, nos espera un auto de los 50's, antiguo, muy antiguo, pero a la vez hermoso, un clásico de época.
— ¡Valla!... Esto sí que es una sorpresa. — Le hago saber mi agradecimiento.
— Pero ahora, ¿Cómo está eso que soy tu prometida? — le pregunto sonriendo coquetamente.
— Perdona... espero no te haya molestado mi atrevimiento. Pero es la primera vez que una dama me acompaña al hotel y, se me ocurrió que es más formal presentarte como lo que deseo de corazón que seas, mi prometida y no mi asistente de trabajo. ¿Me perdonas? — me súplica nuevamente.
— ¡¿Estas de broma corazón?!... Por supuesto que me alegra que me hayas  presentado como tú prometida y no solo tú novia.
— ¡Pero lo eres! — me dice guiñando un ojo.
— ¡Te amo! y muy pronto te haré mi esposa, te lo he dicho en repetidas ocasiones y vuelvo a repetir, ya no puedo vivir mi vida sin ti.
— con esas palabras cierra la puerta del auto y se sube al lado derecho del chofer, Él conducirá.
Me ha dejado más enamorada que antes, lo nuestro es muy enserio, no me sorprenderá que pronto me pida hablar con mis padres. ¡Dios! ¿Cómo reaccionarán?... Me he quedado en silencio, mientras una melodía escocesa suena en la radio.
Recordando la pequeña conversación en Gaélico, entre Albert y el gerente del hotel. Me doy cuenta que lo habla perfectamente, obvio tiene sangre y raíces Escocesas.
El auto negro, convertible hace que mis rizos vuelen de un lado a otro, por lo que me coloco mi pañoleta de lino fino sobre mi cabello para evitar se me alborote, mis gafas de sol, el clima es perfecto.
Albert toma mi mano, la besa, diciéndome que soy la mujer más bella del mundo. Le sonrió y de pronto comienza a cantar al compás de la melodía con gaitas y arpa.
¡Dios mío, canta como los ángeles!.. Aunque no entiendo nada, sé que es una melodía romántica por el sonido.

         🎵Llegaste a mi vida cuando no te esperaba
                  Llegaste a llenar el vacío de mi corazón solitario
                 Con una sonrisa hiciste que mi corazón temblara.
          No se cómo, ni cuando
           Pero de ti me enamoré....🎶

Traduciendo las notas musicales de la suave melodía, mi corazón se llena de satisfacción y emoción al escucharle.
— ¡Esto dice la melodía mi amada!.. Candice te amooooo. — gritaba mientras  mis lágrimas rodaban por mis mejillas.

Continuará.
¡Hola chicas!
Los rubios están súper enamorados, de aquel hombre caliente que solo pensaba en sexo cada vez que veía a Candy, parece que está quedando en el pasado y ha entregado su corazón a nuestra rubia.
Espero sus comentarios. Nos leemos en el próximo capítulo.
Con amor, Sakura.
Bendiciones!!

El Patriarca AldlayWhere stories live. Discover now