Capítulo 7: La redención siempre es posible

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-Ya van a ser las 11 de la noche, en cualquier momento llegarán -dijo Issei, escondido en un arbusto cercano a la entrada de la iglesia de Kuoh.

-[No estés nervioso, Aibo. Para que estés en problemas, tendría que venir un Cadre, y no detecto energía perteneciente a un nivel de poder siquiera cercano al de un Cadre] -intentó tranquilizar Ddraig a su amigo y compañero-. [Eres un Dragón, compañero. Muestra orgullo, pero no miedo, pues aunque nos enfrentáramos a un rival superior a nuestras fuerzas, no debemos mostrar miedo, eres un Dragón, somos orgullosos, y no nos humillamos ante nadie].

Esa noche iba a ser la primera toma de contacto de Issei con lo más parecido a una batalla real. El aura alrededor de la iglesia era inconfundible: ángeles caídos, y más de uno, pero ninguno con un poder demasiado destacable. Issei estaba nervioso, muy nervioso. Apenas llevaba unas cuantas semanas como ángel reencarnado, y ya tenía que involucrarse en una batalla. Sí, era consciente de que era poderoso, y quizás más poderoso que cualquier ángel caído presente en la iglesia de Kuoh.

Interrumpiendo las cavilaciones de Issei, y los intentos fallidos de Ddraig de centrar al castaño, se oyeron tres sonoros estallidos, como si alguien estuviese explotando una burbuja enorme, y tres ángeles aparecieron al lado del castaño. Éstos eran Gabriel, Griselda y Dulio. Todos saludaron al castaño, las mujeres con un abrazo, y Dulio con una palmada en la espalda que logró sacar todo el aire de los pulmones del castaño.

-Sí... -dijo Dulio con una voz algo tensa tras saludar al castaño, y hacer las típicas preguntas de rigor-. Sin duda son ángeles caídos. Con esta calidad de aura, lo más seguro es que haya más de uno, aunque no podría decir cuántos ángeles caídos hay dentro.

-Bien, haremos lo siguiente -dijo Gabriel con voz de mando, lo cual, unido a su carácter algo inocente, hacían parecer completamente adorable al ángel, logrando arrancar un sonrojo inconsciente al castaño -. Avanzaremos en dirección a la sala principal, que probablemente sea una sala oculta bajo el altar o algo por el estilo, y la tomaremos. Mantened los ojos abiertos.

-Ahora, Issei -continuó Gabriel, dirigiendo su mirada al castaño-, ¿cómo te sientes?

-Eehh..., supongo que bien, aunque algo nervioso al ser mi primera toma de contacto con una batalla real, o algo parecido a una batalla -dijo el castaño con una sonrisa nerviosa-. Antes tenía algo de miedo, pero Ddraig es un buen amigo, y me ha ayudado a tranquilizarme.

-Bien, eso es bueno. No tengas miedo Issei, eres alguien muy poderoso -dijo Gabriel-. Y no temas, pues todos aquí nos preocupamos por ti, y no dejaremos que salgas lastimado. Ahora bien, con respecto a la batalla, empezarás a acumular aumentos desde ahora. Tienes permiso para usar la Boosted Gear con toda su capacidad, y tienes permiso para utilizar toda tu magia, pero por favor, no utilices ese ataque especial tuyo, las [Gates of Babylon], ni otros ataques a esa potencia, o a una potencia parecida. No venimos a causar destrucción, venimos a expulsar a caídos rebeldes, que están en territorio no correspondido perteneciente a la Iglesia.

-Eso haré. Ah, y no se preocupe, Lady Gabriel, no puedo realizar continuamente el ataque de las [Gates of Babylon] -dijo Issei, mientras activaba el guantelete-. Tengo poder mágico suficiente para hacer ese ataque muchas veces sin descanso, pero mi cuerpo apenas puede soportar hacer ese ataque una vez, y dado que ya lo he realizado una vez hoy, dudo que pueda realizarlo otra vez.

Dicho esto, se empezó a escuchar un [Boost] ensordecedor, señal de que Issei empezó a aumentar su poder.

-¿Alguna idea de en qué parte de la iglesia podrían estar estos ángeles caídos? -dijo Dulio mientras iban avanzando en dirección a la entrada de la iglesia.

-No, pero sí puedo sentir sus auras -dijo Gabriel, arrugando el ceño de forma adorable al notar un aura de un ángel caído que se iba debilitando y...¿purificando? poco a poco-. Pero estoy sintiendo un aura algo extraña, que se va debilitando poco a poco. Creo que deberíamos darnos prisa.

El Ángel de corazones de las llamas rojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora