Capítulo 3: Presentándose a los demonios de la academia

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-¿Qué quiere usted para desayunar, Lady Gabriel? -preguntó amablemente Miki Hyoudou. A partir del día en el que Issei volvió a casa, Gabriel visitaba asiduamente la casa de los Hyoudou para desayunar y cenar. Lo cierto es que el ambiente alegre y familiar que reinaba en esa casa maravillaba a Gabriel, y aunque no quería estropearlo, ante la insistencia de los padres de su querido Joker no pudo hacer otra cosa más que aceptar.

-Lo mismo de siempre, señora Hyoudou. Muchas gracias -dijo Gabriel con una sonrisa encantadora, a lo cual Miki le acercó unos waffles con distintos siropes. Lo cierto es que Gabriel era una apasionada de los dulces, desde chocolate, pasando por caramelos, hasta los helados más sabrosos. Por lo tanto, no era de extrañar que en el desayuno se atiborrase de dulces, comiéndolos de forma totalmente adorable a ojos del castaño, sin apenas mancharse.

Hoy era un día que Issei temía: era la vuelta a la academia. Issei tenía miedo, pues no sabía como gestionar las relaciones con los demonios de la escuela, y tampoco sabía como responder a los más que probables bombardeos de preguntas acerca de dónde había estado esos días.

-Issei, no temas -dijo Gabriel tras tragar un buen bocado-. Solamente sé tú mismo. Responde lo que tú creas conveniente, claro está sin desvelar a tus compañeros que eres un ángel.

-¿Y con respecto a los demonios? -preguntó Issei.

-Simplemente trátalos como los tratarías si todos fueseis humanos -dijo Gabriel-. Además, no sería malo que iniciases una relación de amistad con ellos. Por cierto, no te olvides de tu entrenamiento físico de ahora con Griselda.

Tras un par de consejos por parte de Gabriel, el castaño se despidió de sus padres con sendos besos en la mejilla, y se despidió de Gabriel con una reverencia, a lo que ésta se acercó al castaño y le abrazó con sinceridad a modo de despedida, mientras le recordaba que se pasase un par de horas por el cielo, tal y como era la costumbre, pues antes de la escuela sólo tenían tiempo para el entrenamiento físico, la materia en la cual más necesitaba entrenarse Issei. Tras despedirse y este breve intercambio de palabras, Issei desapareció en un destello de luz.

-La esperamos para cenar, Lady Gabriel -dijo la madre del castaño-. Hoy tengo pensado hacer una especialidad mía que seguro os encantará.

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Cuando Hyoudou Issei no se presentó a la escuela el día después de su cita, la mayoría de la clase pensó un poco en eso; sin embargo, todos dejaron de pensar en ese asunto, pues al fin y al cabo el castaño no era muy relevante para ellos.

Matsuda y Motohama, sus compañeros, se encogieron de hombros, pensando que la ausencia de su "amigo" se debía a alguna enfermedad, y tampoco pensaron mucho en él, puesto que ahora podrían disfrutar solos del camino del ero.

Ese fue el principal sentimiento que abordó a la academia Kuoh los primeros días de ausencia del castaño: indiferencia. E incluso algunos agradecían a Dios de que el castaño no apareciese, pues debido a las acusaciones de Matsuda y Motohama se había ganado una reputación totalmente inmerecida de pervertido.

Cuando Hyoudou Issei ya llevaba varios días sin asistir a la escuela, la indiferencia e incluso el malestar de los estudiantes hacia el castaño fueron sustituidos por una cierta preocupación, pues se hizo correr el rumor de que el castaño había tenido un accidente grave, y algunas personas que estimaban al castaño se lamentaron por la suerte de éste. Todos menos Matsuda y Motohama, a los cuales no les podía importar menos la suerte de su "amigo".

Pero, ya sea estudiante o profesor, nadie en el Academia Kuoh tuvo idea de lo que le había sucedido a Hyoudou Issei. Todos, excepto un cierto grupo de estudiantes algo especiales, que resultó ser una excepción.

El Ángel de corazones de las llamas rojasWhere stories live. Discover now