1. Doy el peor consejo del mundo

54K 2.9K 1.6K
                                    


—Ahí está tu novio.

Parada a mi lado frente al gran teatro, Clara alzó la cabeza y señaló las puertas de cristales con su barbilla, cigarro en mano. Pude ver a través del acrílico naranja de sus gafas cómo entrecerró los ojos, como si estuviera inspeccionando a alguien. O como si no alcanzara a distinguir nada, porque era de noche.

Un grupo de personas enfundadas en trajes y vestidos formales comenzó a salir del edificio a paso de tortuga mientras iban charlando. Fue fácil reconocer a Uriel entre ellos. 

Corbata floja y traje arremangado hasta los codos. Uriel exhibía todos los tatuajes de sus brazos mientras metía las manos en los bolsillos y resoplaba con cansancio. Entonces alzó la cabeza y nos vio, entrecerró los ojos y me sonrió.

Lo saludé con la mano antes de verlo acercarse a sus padres para despedirse, e inflé un poco el pecho sin darme cuenta, para armarme de valor. Vine hasta aquí por una razón, pero ahora que lo tenía frente a mí, estaba comenzando a sentirme nervioso.

Clara extendió un brazo hacia el pelinegro con el cigarro entre sus dedos y él lo aceptó. Se dedicó a darle una larga calada antes de mirarla a ella, luego a mí, y alzarnos una ceja.

Cualquiera que nos viera creería que éramos un extraño grupo de amigos. Clara con su pinta extravagante y ropa de fiesta, Uriel lleno de tatuajes pero metido en un traje como si fuera el miembro de una mafia, y yo... Yo me veía como si me hubiera perdido de camino a una clase.

—¿Qué hacen aquí?

Antes de siquiera poder responderle, mis mejillas ya se habían enrojecido.

—¿Por qué te ves tan desanimado? —interrumpió Clara la conversación que ni siquiera había comenzado. La atención de Uriel se desvió hacia ella y pude respirar de nuevo—. ¿Hoy no viste a tu novio?

Vi cómo la frente de Uriel se arrugó en respuesta antes de mirarla en advertencia, y tanto ella como yo no pudimos evitar sonreír con diversión. 

Uriel odiaba que mencionáramos a Ángel. Llevaba años insistiendo en que no le gustaba, quejándose de cuánto odiaba que sus padres lo arrastraran al teatro para ver sus presentaciones de ballet. 

Era divertido ver cómo juntaba las cejas malhumorado y lo perseguía con la mirada cada vez que pasaba frente a nosotros en la universidad o en el teatro.

Creo que una parte de él sentía mucha envidia por haber sido desplazado por sus propios padres, quienes mostraban más entusiasmo por un prodigio completamente desconocido que con su propio hijo.

—¿Ni visti i ti nivii? —Uriel me pasó el cigarro sin dejar de mirar a Clara—. ¿Tú cómo sabes que faltó a la presentación?

La muchacha sacó el teléfono del bolsillo trasero de sus vaqueros y le mostró algo en la pantalla. Miré el aparato con extrañeza y me pegué a Uriel para ver el video que se estaba reproduciendo mientras calaba un poco del cigarro. Se veía como un antro y la música estaba tan fuerte que no se oía lo que nadie decía, pero más allá, en el fondo, se alcanzaba a ver la inconfundible figura de Ángel. Parecía estar hablando con un chico en la barra.

Él era alto y atlético. Tenía el cabello rubio, por los hombros, y atado en media cola de caballo. 

—Está bueno —opiné.

Uriel me dio un zape en la nuca y yo me alcé de hombros.

Las cosas como eran. 

—En el teatro dijeron que estaba enfermo —nos contó. Se oía un poco indignado—. ¿Mintió para salir de fiesta?

—Yo qué sé. —Clara metió el teléfono de nuevo en su pantalón—. Me lo pasaron hace un rato ¿Sabes qué digo yo? Que vayas a ese antro. —Juntó sus manos alrededor de su boca y habló en un susurro, como si no quisiera que nadie la oyera—.  Y que te acuestes con él.

Lo vi a punto de replicar, pero me apresuré a dar mi propia opinión. Una opinión que, evidentemente, nadie me había pedido.

—Mira, Uriel, no quiero ser yo el que te lo diga, pero es hora de que lo reconozcas: estás obsesionado con él porque te lo quieres coger. Punto. —Me coloqué entre ambos como si yo fuera algún tipo de intermediario, la voz de la razón. Me encantaba pretender que lo era, aunque la mayoría del tiempo fuera "el de las malas decisiones"—. Y tú eres de esos que quieren algo hasta que lo tienen. Así que apoyo la idea de Clara. A lo mejor así se calma tu obsesión.

Me dicen "Maciel, el doctor corazón".

Los dos se quedaron mirándome en silencio un par de segundos. La cantidad de tiempo que necesitaron para procesar el hecho de que yo, de todas las personas, acababa de decir eso. 

—Pensé que eras de esos que estaban en contra del sexo premarital.

—¿Te estás burlando porque nunca tuve pareja?

Di un paso hacia él, pero Clara puso su brazo en el medio.

—Maciel me dio la razón y no voy a dejar que desperdiciemos esta oportunidad —declaró Clara—. Nos llamaré un taxi y nos vamos al antro, a conquistar al amor de tu vida.

Antes de que alguno de los dos pudiera decir nada, ella se acercó al borde de la acera y extendió un brazo en la avenida para llamar un taxi. 

Quedarme solo con Uriel hizo que recordara la razón por la que había ido hasta allí en primer lugar y eso hizo que me volviera a tensar. Di un respingo cuando tomó mi mano para sacarme el cigarro y darle una última calada antes de mirarme y lanzar la colilla.

—No puedo creer que te hayas unido a Clara para...

—Me he escapado de casa —solté de golpe.

—¿Qué? 

—¿Puedo quedarme contigo? 

 
❁ ❁ ❁

Holaaa AAAAAAA

PRIMER CAPITULO

UNA NUEVA ERA GAY HA COMENZADO

¿Cómo les va? ¿Como andan las vacaciones/clases?


Les dejo un dibujo de Maciel con su fichita de personalidad yaay

Les dejo un dibujo de Maciel con su fichita de personalidad yaay

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¿Sus pensamientos sobre Maciel, Clara y Uriel?

Bai ❁

Bai ❁

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Noches de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora