Capítulo 32

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Sentí como sonaba la alarma, pero me tapé con una almohada. No quería ir a clase, quería seguir durmiendo. Sentí que alguien me quitaba la almohada e hice un puchero porque la única persona que podría ser era Diego. Él comenzó a darme besos por toda la cara, era una buena forma de despertar, pero aún no quería despertar, le di un empujón y me tapé hasta arriba con el cubrecama. Sentí como se reía de mí y me arrancaba el cubrecama.

—Despierta bella, no me hagas tirarte agua—me amenazó—. Me voy a bañar y cuando salga quiero ver tu lindo culo fuera de esa cama.

—¡Dios cállate! —Exclame molesta y volviendo a tapar. Sentí como acariciaba la mejilla.

—Hablo en serio muy en serio—dijo, antes de darme un beso en la cara. Escuché como caminaba y cerraba la puerta del baño. "¡Por fin! Cinco minutos más no me harán daño" —me dije a mi misma.

******

Él me arrastraba por los pasillos de la universidad. Lo miré e iba enojado porque esos cinco minutos se convirtieron en media hora que pasé de largo. Entramos al salón y nos sentamos en los últimos puestos, miré de reojo a Diego, quien miraba fijamente al profesor.

Saqué mi cuaderno y comencé a tomar apuntes de lo que decía el profesor. Sentí como él arrastró su silla más cerca de la mía y miraba lo que estaba anotando.

—Aun sigo molesto—me susurro con un tono de diversión.

Lo observé un segundo y tenía una sonrisa traviesa en sus labios.

—Es culpa tuya y de tu cama que sea tan cómoda—rebatí con un tono de burla.

—Me gusta cómo se escucha, eso significa que amas mi cama y es una ventaja que puedo aprovechar para mi beneficio—comentó con un gesto pícaro en sus labios que no me pasó por desapercibido.

— Eres malo—le reproché con un puchero.

—No. Yo soy muy bueno y soy delicioso como el chocolate—comento con un tono sarcástico y me guiño el ojo de forma juguetona, puso su mano peligrosamente entremedio de mis muslos.

Aguante la respiración y lo mire por el rabillo de mi oreja, tenía una sonrisa de oreja a oreja, tome su mano y la saqué lentamente.

—¡Manos fuera! —Lo apunté con mi lápiz. Él se rió y me acarició la mejilla con su nariz.

—Ayer no decía lo mismo—me recordó con tono presuntuoso en su voz «¡Maldito engreído!»

—Egocéntrico—digo anotando de nuevo lo que está diciendo el profesor. Me rodea con su brazo y me observa fijamente, sé que está esperando que diga algo más. Lo miro y estaba tan cerca de mí que no puedo ver nada más que no sea sus ojos cafés oscuro. —Mi palabra del día para ti.

—¿Ah? —Preguntó perdido por el tema de conversación.

Negué con la cabeza y sonreí.

—Olvídalo, no importa.

Por fin salimos de clase donde los gemelos y Jonathan me estaban esperando. Dylan se acercó a Diego y chocaron sus puños.

—Ya veo que no se han separado desde que yo los junté—bromea Dylan.

Lo fulmino con la mirada, aún no se me olvida que fue un chismoso.

—Cállate perra—digo enojada.

—Pensé que Diego te mantendría relajada, pero veo que sigues siendo tan amargada como siempre, cariño—bromea. Le pegué un puñetazo de broma y él me dio un beso en la mejilla.

Hermosa RendiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora