Capítulo 30

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Me desperté antes que Diego. Tomé mi celular y miré la hora de mi celular eran las diez de la mañana. Primer lunes que amo ya que es feriado y no hay clases en la universidad. Mis pies tocaron el frío suelo y me metí al baño, me lavé los dientes e hice mis necesidades.

Bajé con cuidado las escaleras y me metí en la cocina en donde iba a hacer un rico desayuno para los dos ya que siempre cocinaba Diego y ahora quería tratar de sorprenderlo.

Sonreír al ver mi resultado me quedaron muy bien hot cakes y por último agregó arándanos para que queden aún más ricos. Lavó toda la loza sucia y tomó la bandeja con cuidado. Subo las escaleras. Cuando entró en la habitación él siguió durmiendo.

Dejé la bandeja en la mesita y me senté al lado de él. Me inclino y comienzo a darle pequeños besos en donde él se remueve y bate sus largas y gruesas pestañas. Sus hermosos ojos cafés se abren y me mira con diversión.

—Buenos días, ángel—rozó mi nariz con la suya. Dejó un suave beso en sus labios y tomó la bandeja.

—Me encanta despertar contigo—dice con voz ronca y sentándose en posición de indio.

Tomó la bandeja y la dejó en la cama. Me ubicó frente a él imitando su posición. Me observa sorprendido.

—¡¿Que?! Hombre si sabes que sé cocinar, ¿verdad? —Digo divertida por su expresión.

Pone los ojos en blanco. Él suelta una ruidosa carcajada y estira su mano, me acaricia la mejilla. Sus ojos brillaron con diversión, a veces me cuesta tomar en serio a Diego ya que siempre está hablando en idioma de tirar bromas.

—Claro que lo sé. Pero es un lindo detalle que cocines para mí.

—Tú siempre lo haces, ahora me toca a mí. Esto es igualdad de género Diego.

Él me sonríe divertido y se lleva un pedazo de hot cakes y lo mastica lentamente haciendo la situación más dramática. Pongo los ojos en blanco porque confío en mí misma y sé que cocino muy bien.

— Muy rico —dice por fin aun masticando el pedazo de hot cakes y se lleva otro a su boca, mis ojos miran como su lengua lame un poco de miel quedo en sus labios y me quedo atrapada en ese gesto ¡Madre mía! —pienso en mi porque esa lengua...niego con la cabeza—¡Hey! —me llama.

Lo miro a los ojos y sus ojos brillan con diversión, ¡mierda! Me ha pillado recordando lo que paso ayer, vuelvo a míralo y una sonrisa perversa se extiende por sus labios. Me aclaro la garganta.

—Lo sabía, nunca dudé mis habilidades para cocinar—alzó mi barbilla con orgullo y trato de desviar mis pensamientos.

Su sonrisa se agranda mucho más como si estuviera compartiendo una travesura conmigo, lo cual es cierto, pero...tiene que ser tan arrogante.

—Tú tienes muchas habilidades, al igual que yo. Por ejemplo: mi mejor habilidad ahora en estos momentos es sacarte la ropa muy lentamente y hacerte enloquecer. —Dice con voz gruesa y sexy.

Me aclaro la garganta y siento como mis mejillas se van sonrojando. Él toma mis manos.

—Y creo que te contagió esa habilidad porque tú puedes desnudar muy lentamente siempre que quieras—puso su mano en mi nuca y me atrajo hacia él, chupó mi labio inferior y mordió antes de besarme con deseo. No perdió tiempo y adentro su lengua. Cerré los ojos y puse una de mi mano en su pecho.

Sentí cómo se movían los platos y abrí los ojos, me separé de él.

—Primero comamos—Él sonrió ampliamente mostrando una sonrisa picarona.

Hermosa RendiciónWhere stories live. Discover now