capítulo quince

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Ludovica

—No mamá, ya te he dicho que no —gritó Sara enojada. Me miró haciendo gestos que estaba harta mientras escuchaba a su mamá en el celular. Reí en silencio y volví mi concentración la milanesa que estaba comiendo—. No entiendo qué quieres que te diga, ya lo he decidido... ¡Sí! Ludo se va a quedar sola por su cumpleaños y no puedo ser mala amiga... —rodé mis ojos por la mentira que le estaba diciendo. 

Después de comunicarle mi decisión por quedarme, empezó a pensar que lo haría un tiempo más. La familia de Sara vive en Los Ángeles con ella, es bailarina y su trabajo no era tan estable, simplemente la llamaban para determinados shows, videoclips o seminarios, pero nada más. Algo que me hacía envidiarla porque podía manejar su vida como quisiera. Vi como cortó frustrada y me reí por su dramatismo, mientras ponía mi pelo mojado detrás de la oreja.

—Deja de mirarme de esa forma —se quejó. Arqueé una ceja.

—¿Se puede saber por qué le mentiste a tu mamá?

—No le he mentido, solo quiero quedarme contigo para tu cumpleaños —me dijo obvia, volví a mirarla de la misma forma que antes haciendo que rodeé sus ojos— ¡Perdona por ser buena amiga!

—Mentile a tu mamá, no a mi querida —murmuré— ¿Es por ese chico misterioso que no querés presentarme?

—¿Y tú qué tienes que decirme?

—¿Yo? —enfaticé tocando mi pecho. Ella asintió segura— Nada que decir...

—¿Te ha llamado Pache? —preguntó haciendo suspirar, hice una mueca de negación.

Ayer se había ido prácticamente corriendo de mi departamento con la excusa que Renata quería hablar con él, me dijo que iba a aprovechar para sincerarse con ella sobre lo que había pasado con nosotros. También habíamos arreglado en vernos más tarde, pero ni siquiera me llegó un mensaje suyo. Cuando Sara llegó, le conté toda la situación preocupada y me obligó a no escribirle porque "tenía que hacerme desear", no encontré fallas en su lógica así que le hice caso. Eso no quería decir que no estaba pensando en qué pasó para que ni siquiera me hable. 

No quería imaginar cosas que no eran ni hacerme películas, solo esperaba que no sea tan cobarde para hablar sobre lo que le pasaba y quería. Tal vez fui una pelotuda en ilusionarme con todo lo que pasó ¿Cuántas historias existen donde la persona que está en pareja dice que la va a dejar y no lo hace? Millones. 

—Espero y no seas estúpida para hablarle...

—No lo hice —aclaré mirándola fijamente mientras tomaba agua. Asintió de acuerdo y conforme con mi respuesta—. Igual a la tarde voy a ir al estudio, ayer estuve componiendo y necesito la opinión de Sacha. 

—¿Vas a comenzar a trabajar con él? —me encogí de hombros sin tener idea, porque de verdad no la tenía. Sinceramente estaba bastante en bolas porque estaba sin productora y mi cabeza decidió que fueron suficientes vacaciones de la música para que empiece a maquinar en estrofas, versos y composiciones— Tienes que hablar con Eze.

—Sí, hoy vamos a juntarnos.

—¿Va a venir a visitarnos? —negué provocando su mueca— Lo extraño.

Yo también lo hacía.

***

Pagué el Uber y me bajé agarrando mi mochila, para poder caminar hasta la casa del papá de Eze. Me acomodé el remerón que estaba usando con cuidado que no se me vea nada y caminé hasta la puerta, cuando estuve a punto de tocarla se abrió, dejándome ver Héctor a través de mis anteojos. 

Entre versos y otros recuerdos | Segunda Parte Where stories live. Discover now