Capítulo 7 - Relajado

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—Mañana tendré que levantarme eso de las 8 de la mañana, y yo no soy alguien que se despierte temprano, si apenas desayuno algunos días, pero no tengo de otra, habrá que hacerlo o de lo contrario habrá mucho tráfico y tardaré en ir del departamento al supermercado y viceversa.

Así se pasó varios minutos pensando, hasta que nuevamente pensamientos acerca del virus inundaron su cabeza, pensamientos como la rápida propagación del virus, los rumores de la gente y el posible engaño del CAB y el gobierno a la población; pensó en eso hasta que decidió dejar de creer en esas tonterías y mejor ponía en blanco su mente. Estando con los ojos cerrados, y con la cabeza apuntando hacia el techo de la habitación, llegaron a su mente los recuerdos de la última conversación que tuvo con su madre el día anterior.

—Recuerdo como acordamos que llamarías solo una vez por semana, madre —decía Sebas con cara aburrida—, y esta es la segunda vez en la semana que recibo una llamada tuya.

—Sé lo que acordamos, pero es esta situación que me trae muy preocupada —contestó ella angustiada.

—Yo sigo sin entender el porqué de tu preocupación, ya te he dicho que los expertos del tema han asegurado que no hay que preocuparse.

—Eso dicen ellos, pero, esto que está pasando no es como lo anuncian en los medios.

—¿Soy yo o acaso crees en esos rumores y teorías de la gente? —preguntó Sebas con una sonrisa curiosa.

—¿Qué? ¿Yo? Para nada —contestó su madre rápidamente y luego añadió algo dubitativa—: Pero, puede que quizás esos rumores tengan algo de sentido...

—Y muchas veces decías que el paranoico era yo por creer en extraterrestres —dijo Sebas tratando de contener su risa.

—Es una posibilidad, además esto es algo real, los extraterrestres no está confirmado que existan.

—Sí, lo que tú digas mamá.

—Además, no solo me preocupa tu situación, porque aquí por casa, las cosas están muy feas.

—Sé más específica.

—Hay robos y saqueos, se escuchan disparos en las noches, acompañados de gritos lejanos, y con tus abuelos hemos visto pasar helicópteros sobre la ciudad más de una vez.

—Es la gente que se aprovecha de la situación, por aquí está todo igual o peor creo, no te alarmes tanto, solo quédense en casa y traten de no salir para que estén todos seguros.

—No planeamos salir tampoco, tenemos buena cantidad comida al menos para poco más de una semana, luego tendré que volver a salir por más, y otra cosa es que, hay gran cantidad de vecinos que están muy enfermos con el virus, fueron a los hospitales y centros de ayuda del CAB pero están colapsados de tantos pacientes, así que solo les quedó regresar y esperar a que todo termine.
Sebas pronto notó que su madre realmente estaba asustada, y decidió ponerse algo más serio y tratar de calmarla.

—Mira mamá, yo sé que esta situación es muy difícil de soportar, pero trata de mantenerte tranquila, no solo por tu bien, también por el de los abuelos.

—Sé que eso es lo que debería hacer, pero...

—Escucha, apenas todo esto se calme y todo vuelva a la normalidad, tomaré el primer avión que salga para allá e iré a visitarlos, ¿te parece?

Su madre se quedó callada unos segundos, y luego con un tono más alegre dijo:

—Pero a ti no te gusta venir mucho, solo vienes para fiestas de fin de año, ¿lo dices en serio?

—Soy un hombre de palabra.

Sebas casi pudo notar la sonrisa agradecida de su madre a través del teléfono, algo que hizo que él sonriera de igual forma, fue entonces que ella le dijo:

—No sabes lo que me alegra escuchar eso, me harás llorar.

—Ya vas a empezar con tus cosas.

—Ya vas a empezar tú, insensible.

—Qué puedo decir, no tengo sentimientos supongo.

—Sí, claro —dijo su madre sarcásticamente.

Sebas soltó una pequeña risa, entonces recordó que debía salir y le dijo a su madre:

—Bueno, tengo que salir mamá, hablamos la siguiente semana.

—Está bien, no te preocupes, ve a atender tus cosas.

—Y recuerda estar tranquila, y llamar solo una vez por semana, ¿de acuerdo?

—Sí, entendido, y tú no olvides la promesa de venir apenas puedas.

—No lo haré, créeme.

—Te creo hijo, bueno, ya te dejo entonces, te quiero mucho.

—Adiós mamá, cuídate.

—Dije te quiero mucho.

—Y yo a ti, ¿está bien?

—Te quiero mucho, mamá.

—Madre...

—Te quiero mucho, mamá.

Sebas soltó un suspiro y finalmente dijo:

—Te quiero mucho, mamá.

—Y yo a ti hijo —decía mientras se notaba su voz divertida—, nos vemos, cuídate mucho.

—Ustedes igual, adiós.

Fue entonces que Sebas dejó de recordar esa conversación, y se dio cuenta que todo el ruido de las calles había desaparecido por completo, pero antes de ponerse a especular en que todo estaba relacionado con el virus, decidió aprovechar el silencio para dormir, así que cerró los ojos y se quedó dormido, sin saber que todo lo que conocía estaba a punto de cambiar para siempre, más pronto de lo que creía.

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now