Capítulo 45 - Solitaria

16 6 0
                                    

Los supervivientes continuaron avanzando por el camino, siguiendo los lugares despejados, mientras que, en el trayecto, José pensaba en silencio, y luego de un tiempo, se detuvo y les dijo a sus compañeros:

—Oigan, sé que quedamos en seguir los caminos que estén libres, pero puede que tengamos un problema con eso.

Los demás se detuvieron.

—¿Cuál problema? —preguntó Sebas.

—Pues esta ciudad es inmensa.

—¿Qué con eso?

—Que puede ser que más sobrevivientes pueden haber pasado por esta zona.

—¿A qué te refieres exactamente? Trata de ser más claro —dijo Milagros algo fastidiada.

—Pondré un ejemplo, quizás antes había dos caminos libres, el enmascarado pudo haber escapado en uno de ellos, pero tiempo después se pudo haber bloqueado ese camino con autos o con cualquier cosa por otros supervivientes o incluso por infectados mismos y nosotros iríamos por el otro camino pensando que ese es el correcto.

—¿O sea que intentas decirnos que nuestro plan de seguir los caminos libres no funcionará?

—No, solo digo que podría no ser muy efectivo si lo pensamos de esta forma.

Sebas y Milagros se silenciaron. Sebas se quedó pensando en lo que dijo su compañero, él sabía que José tenía razón, ni él ni Milagros estaban considerando estos hipotéticos escenarios, los cuales solo complicaban la búsqueda de Cecilia, Milagros por su parte se enojó un poco, por el hecho de que tomaba las palabras de José como una forma de pesimismo, así que lo miró a los ojos y le dijo:

—¿Saben qué?, ya me cansé de que sean pesimistas todo el tiempo, eso no hace más que bajar la moral al momento de querer buscar a mi hermana.

José quedó confundido con lo que dijo Milagros y trató de explicar bien sus palabras.

—Mi intención no era desanimarte ni a ti ni a nadie, solo estaba dando mi opinión, ponernos a pensar en este tipo de cosas hará más fácil que encontremos a Cecilia.

Sebas también habló en defensa de José:

—Exacto, nadie aquí quiso ser pesimista, justamente ahora lo que necesitamos es optimismo.

Milagros aún con esas palabras seguía fastidiada y seguía tomando las palabras como que José quería hacer ver qué sería muy difícil encontrar a su hermana.

—No importa si tratan de arreglar lo que dijeron antes, ahora solo sigamos, que estando aquí parados no encontraremos a nadie.

Milagros se dio media vuelta y siguió avanzando. Sebas y José no dijeron nada más, y dejaron que Milagros se adelante un poco para hablar ellos solos. Cuando su compañera ya estaba algo adelantada Sebas le dijo a José:

—Oye, sabes que Mila no es así, trata de no hacer mucho caso.

—Sí, ya lo sé, está dolida por dentro por Cecilia, por eso ya no dije nada, es mejor así.

—Ahora está en una etapa en la que si no tenemos cuidado podría comenzar a vernos como personas que solo retrasarán la búsqueda de su hermana y podría alejarse, o peor, se separaría de nosotros completamente.

—Tienes razón, hay que ser muy cuidadosos, pero mejor dejemos de hablar ya, vayamos con ella antes que se adelante mucho.

—Bien, vamos rápido.

Sebas y José levantaron la mirada buscando a Milagros, y ambos se dieron cuenta que no estaba. Los chicos se quedaron confundidos y preocupados, José le dijo a Sebas:

—Corre y mira si está a la vuelta, pero no la llames, podrías atraer infectados.

—¿Y tú?

—Recuerda que tampoco debo hacer mucho esfuerzo en la pierna, ve y búscala, ya te alcanzaré.

—Bien, ahí voy.

Sebas corrió hasta girar y vio que Milagros estaba parada de espaldas en frente suyo.

—Oye Mila no te alejes mucho, recuerda que separarse podría ser muy peligroso —le dijo al llegar con ella.

Milagros no contestó, siguió en silencio mirando de frente, Sebas entonces preguntó:

—¿Mila? ¿Estás bien? ¿Qué te pasa?

Sebas notó que Milagros miraba hacia un lugar fijo, así que el también volteó a ver hacia donde miraba y vio el centro de la ciudad, completamente infestada de zombis y mutados. Habían hordas y hordas por todos lados, y al ver la escena solo se quedó callado. Segundos después José llegó con ellos.

—Mila aquí estabas.

José también se dio cuenta que ninguno de sus compañeros le hacía caso y notó que ambos veían algo.

—¿Qué están viendo por cierto? —preguntó.

José volteó la mirada y vio el centro y a los cientos de infectados en el lugar, lo que hizo que se quede callado y ponga cara de preocupación.

—Bueno ya que están aquí ambos, sigamos avanzando —dijo Milagros.

—Espera, no podremos pasar por ese lugar, moriremos, y sabes que no es pesimismo —dijo Sebas evitando que su compañera avance.

—Eso está lleno de infectados, y no solo de los normales, hay demasiados mutados —agregó José.

—¿Pero entonces qué haremos? No hay otro lugar por el cual avanzar, y si queremos seguir tendremos que pasar por ese lugar sí o sí —dijo Milagros.

—Pues tendremos que buscar al menos una distracción para los infectados, ya que ir allá así nada más seria entregarles un banquete.

Sebas y José se pusieron a dar ideas entre ellos de como librarse de los infectados, mientras Milagros se puso a ver a su alrededor, y luego de examinar el lugar unos segundos, vio un camión con las puertas abiertas, entonces fue hasta él para verlo por dentro, y al llegar vio que las llaves estaban ahí, luego pensó en el centro comercial y el banco que estaban en la calle llena de infectados, y se le ocurrió un plan.

—Oigan, ya tengo un plan —dijo al volver con sus compañeros.

Sus compañeros se sorprendieron de ello.

—Qué bien, y pensar que el de los planes antes era Sebas —dijo José.

—Oye no importa quien tenga el plan, bueno, en fin, ¿qué es lo que haremos Mila?

Death in Deep: Muerte en lo ProfundoWhere stories live. Discover now