꒷꒦❝Dónde Jimin y Jeongguk se dan su primer beso❞
─ ¿Has besado ha alguien?.─ Preguntó de repente el rubio.
─ ¿Cómo en la televisión?.─ el rubio asiente.─ No...
─ Deberíamos hacerlo...
• contenido homosexual
• género; historia corta...
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Los rayos del sol entraban por la ventana acercándose al rostro del rubio interrumpiendo su sueño en donde su querido profesor de Español se casaba con él.
Aunque no quisiera tuvo que levantarse, observo la foto de su madre que estaba debajo de su almohada, pasando suavemente su mano sobre ella.
— Buenos días madre, he vuelto a soñar con el profesor Taemin y está vez me casaba con él.— río suavemente— pero el sol interrumpió mi sueño y ya no lo hice — formo un puchero.— te extraño mucho ¿Lo sabes no?
— ¡Jimin! ¡Ya baja a desayunar!
— Me tengo que ir o sino papá me matará te amo mamá.— beso la foto y la volvió a guardar debajo de su almohada.
Se estiró un poco y se quitó su pijama, se puso un overol azul con una camisa amarilla y bajo a la cocina donde su padre lo esperaba con el desayuno.
— Buenos días papá.
— Hola Jimin, lávate las manos y ven a desayunar.— saludo el mayor.
El rubio solo asintió, se lavo las manos, tomo la toalla para secarlas y se sentó a comer.
— En la madrugada falleció el señor Peter
— ¿El que vendía relojes?
— Exacto, así que tendré trabajo hoy necesito que cuides a tu abuela y no dejes que salga de la sala como la última vez entendido?
— Pero qué tiene de malo solo se puso a cantar para los familiares de ese señor.
— Ni un pero, esa familia estaba pasándola mal y tu la descuidas un segundo y hace de las suyas. — el señor Park tan solo suspiro.— Contraté a una maquillista para que me ayude con los cuerpos, saldré un momento por unas cosas así que si por favor en cuanto llegue déjala que pase y llévala a la parte de atrás ¿de acuerdo? Me tengo ir adiós.
— Entendido, adiós.
El señor Park beso su frente para luego regalarle una pequeña sonrisa y salir de la cocina dejando al rubio solo.
La mañana paso como de costumbre, limpio un poco la casa al igual que su habitación. Dando las 12 en punto el timbre sonó, miro el reloj y sonrió. Habían llegado a tiempo.
Bajo de su cuarto hasta la salida dónde abrió la puerta y salió cerrándola tras de si.
— Vaya llegaron justo a tiempo.
— Por supuesto como no nos íbamos a perder el ridículo que harás.— dijo el mayor de los cuatro niños.
— Ridículo el que harán ustedes. Pero primero.— el rubio estiró su mano y tres de los niños dejaron un dólar cada uno.— ¿y tú Jeongguk? ¿No quieres entrar a ver o te da miedo?
