Capítulo 84.
No entiendo como niall puede verse tan relajado cuando vuelvo del baño. Su mirada continúa juguetona y su sonrisa no desaparece.
-¿Qué es tan divertido horan?.—le pregunto mientras me siento a su lado en la cama.
-Tú me haces tener esta estúpida sonrisa.—me dice al mismo tiempo que besa mi mejilla con delicadeza y acaricia mi muslo.
-Oye, no hagas eso, me dan ganas de repetir.—digo sin poder evitarlo, él se ríe.
-No es una mala idea.—musita y continúa con su toque más arriba, casi llegando a la parte interna de mi muslo.
-No.—digo y detengo su curiosa mano.—casi morí al ver a papá aquí.
-Pero no se dio cuenta de nada.—responde mientras retira su mano y la deposita en un lugar seguro, mi rodilla.
-No puedo estar tan segura de eso.
-Elena, si nos hubiera visto, ya estaría aquí dándonos una cátedra y clases de educación sexual.
-Sí, es cierto.—le sonrío.—¿tienes sueño?.
-No, sólo estoy cansado.
-¿Peso mucho?.
Él sonríe.
-No bebé, no pesas, es solo que...—dice y luego se detiene.
-¿Qué?.
-Nada cariño.—niall sonríe.—¿Quieres que nos metamos bajo las mantas? Ya sabes, podemos dormir juntos, siempre y cuando la puerta esté abierta.
-Esta bien, pero dime que ibas a decirme.—le pido.
-Nada.
-Vamos niall.—insisto.
-No quiero que te enojes conmigo.—dice y comienza abrir las sábanas de mi cama.
-No me enojaré.—le aseguro. Él se me queda mirando.
-Iba a decirte que no estoy cansado porque tu peses mucho, si no que hace tiempo no hacía esa postura con una chica.—me dice y por unos segundos evalúa mi rostro.
Mentiría si dijera que no me duele saber que a otra mujer a tenido así entre sus brazos, y que le hizo sentir lo mismo que a mí. Pero yo le insistí, así que...
-Ah, vale esta bien.—le sonrío como puedo.
-Te enojaste.—no me pregunta.
-No.—le digo y también abro las mantas para acostarnos debajo.—vamos, ven a mi lado.—le digo pero él sigue mirándome.—¿Qué?.—le pregunto.
-Estás enojada.—vuelve a decirme y sonrío.
-No niall, está bien, sé que haz estado con otras chicas antes que yo.—él se pone a mi lado y me abraza, yo también lo hago.
Nuestras piernas se vuelven una enredadera humana y eso nos hace sonreír.
-Oye.—me dice después de habernos acomodado.—me hubiera gustado haber experimentado todo esto contigo.
-¿Qué cosas exactamente?.—le pregunto.
-Todo lo sexual.—murmura bajito.—no quiero que tu padre me escuche.—sonrío.—pero sí, todo eso.
-¿Porqué me dices eso?.
-Porque aunque sonrías, y sepas que he estado con otras chicas, puedo notar que en el fondo te molesta.—me dice mientras sus dedos juegan con mi cabello.
-Debes ignorarme, supongo que es normal que me sienta así.—me excuso.—no es que me vaya a enojar contigo por esto.
-Lo sé, es parte de mi pasado, no puedo cambiarlo, pero si pudiera lo haría. Para experimentar y descubrir todo esto, al igual como lo haces tú.
-A mi me encanta descubrir cosas nuevas, y más si son contigo, eso lo hace doblemente especial.—susurro y beso su mejilla muchas veces, él sonríe.
-No es por nada, pero agradezco que no tengas un pasado. Ya estaría volviéndome loco con saber que otros hombres ya han besado partes de tu cuerpo, o que... —se detiene.—puedo llegar a comprender cuando te sientes celosa o enfadada.
Me rio ante sus palabras.
-Esta bien niall, no tenemos que hablar de eso si no quieres, lo importante es que, estás conmigo, y yo estoy aquí, a tu lado.—le digo y me acurruco más, abrazandolo.
-Aún así, perdón por mi comentario desafortunado.—me dice.
-Bueno, estas perdonado.—le digo.
Niall sonríe al mismo tiempo que se acomoda entre mis brazos, con su rostro hundido en mi cuello. Sé que le encanta estar así.
-¿Puedes acariciar mi cabello?.—me pregunta.
-Claro que sí.—le digo e inmediatamente hundo mis dedos en sus cabellos, acariciandolo, acunandolo como un bebé, mi bebé.
-Gracias.—murmura.—¿Sabes? Tomé una decisión, me compraré un departamento donde sea que tengas que estudiar.
-¿Qué?.—detengo mis caricias.
-No soportaré estar lejos de ti, así que me iré a vivir a Estados Unidos el tiempo que duren tus clases.
-Niall, no puedes hacer eso, tienes compromisos muy grandes en Londres, además que estás cerca de tu familia, no es como irte a Estados Unidos, es otro continente.
-Lo sé, sé todo eso. ¿Pero que quieres que haga? No puedo estar alejado de ti.—me dice.—en dos días más, tengo que volver a Londres, y no quiero, no quiero alejarme de ti.
-Yo tampoco quiero, pero no puedes tomar decisiones pensando en mi, tiene que ser en tu futuro.
-Mi futuro está asegurado hace mucho tiempo, es el tuyo que está comenzando a forjarse. Y quiero estar en él, mi futuro eres tú.
Sus palabras hacen que miles de maripositas aparezcan en mi estómago. Pero no puedo dejar que haga una locura como esa.
-Niall, no quiero que tomes decisiones apresuradas.
-Estoy pensando seriamente que no me quieres cerca de ti.—dice frustrado.
-¿Cómo puedes decirme eso si mira como estamos ahora? Ya no sé cuáles son mis piernas y cuáles son las tuyas.—bromeo y él sonríe.
-Las tuyas son las velludas.—me dice y no puedo evitar la tentación de reírme.—Oye, no me cambies de tema, ya lo decidí, estaré donde tú estés.
Suspiro resignada.
-Esta bien, puedes hacer lo que tú quieras, pero no me eches la culpa si las cosas no resultan como tú quieres.—le advierto.
-Pensé que te pondrías feliz con mi decisión, pero veo que solo estás regañandome.
-Niall, no es que no me ponga feliz, es solo que no quiero ser la causante de problemas en tu trabajo, o que sacrifiques cosas por estar a mi lado.—le explico.—Claro que me hace feliz tenerte junto a mi, no sería terrible llegar a un lugar nuevo, porque sabría que tú estas conmigo, cuidándome, protegiendome, me sentiría segura y en compañía.
-Estonces, no se diga más.—dice dando por finalizado el tema.
-Gracias.—susurro y vuelvo acariciar su cabello.
-¿Gracias porqué?.—me pregunta.
-Por amarme.—le digo y él sonríe.