39.

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Capítulo 39.

-Sí, estoy bien. Yo iba a la cocina.—miento descaradamente mientras siento como el pulso estalla bajo mi piel.

-Yo también.—me dice él.—olvidé que siempre llevó un vaso con agua a mi habitación. Y como vi tu luz encendida, quise saber si estabas bien.—me explica mientras bajamos las escaleras.

-Si, es que...—no sé qué inventar.—me dolió la cabeza y mamá tiene analgésicos aquí.

No puedo creer que este mintiendo de esta manera ¿Que pasa Elena? ¿Donde quedó tú valentia un minuto atrás?

-¿Necesitas que te ayude a buscarlos?

-No, tranquilo.—le digo.—los vasos están por allí.—le indico un estante.

-Ah, deberás.—me dice y hace lo suyo.

Me quedo urgando en un cajón mientras que él llena un vaso con agua. Mierda, me siento tan estúpida. Rápidamente hago como que me tomé una píldora en seco.

-Bien, me iré a dormir.—le digo.

-¿Estás segura que estás bien?.—me pregunta con el ceño levemente fruncido.—estas pálida.—agrega al mismo tiempo que deja su vaso en el fregadero y camina hacia mí. Con sumo cuidado pone la palma de su mano en mi frente.—no tienes fiebre.

-Estoy bien.—le sonrío a duras penas. Me doy vergüenza ajena por ser una cobarde.

-¿Quieres que te acompañe hasta que puedas conciliar el sueño?—me pregunta ilucionado.

-¿De verdad lo harías?—susurro.

-Por supuesto.—él sonríe.

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Imaginar que Niall esté en mi habitación es muy diferente a que realmente lo esté. Me había levantado segura de mi misma con que iría a ver como estaba y si tenía un poco de suerte, me quedaría un ratito a su lado antes de volver a mi habitación. Pero resultó que él tiene la valentía y el coraje suficiente para preguntar lo que yo no puedo.

-Elena.—me llama él haciéndome volver a la realidad.—¿todo bien?—como una muñequita asiento.—vamos,sube a la cama, apagaré esta luz y encenderé la de la mesita, no molesta tanto y evitará que la cabeza te duela más.

Le hago caso sin decir una palabra. Me siento pésimo por mentir, pero me da vergüenza admitir que solo me levanté para verlo otra vez. Observo cómo enciende la luz de mi velador y apaga la otra.
Mi corazón bombea con fuerza y no se como evitar que mi pulso se acelere, verlo en pijama paseándose por aquí hace que mis hormonas se revolucionen.

Niall se sienta a mi lado mientras me pide que me acueste.

-¿Te sientes mejor?—me pregunta con dulzura mientras me quita un mechón de cabello de la frente.

-Sí.—le respondo.—¿Tienes frío? Si quieres puedes...—dejo la frase en el aire, él sonríe.

-Si llegan tus padres, puede que estas vacaciones juntos terminen antes de que comiencen.

-Pero ellos no llegarán hasta mañana.—le digo.

-Aún así, prefiero no arriesgarme.—me dice y sonríe para luego agacharse y darme un beso en la frente.—intenta dormir ¿vale?—me pide.—me quedaré aquí hasta que te hayas dormido.

-Pero no tengo sueño.—susurro.

-Entonces ¿Que quieres hacer?—me pregunta y yo me quedo mirándolo. Mierda, las ojeras bajo sus ojos me hacen sentir realmente idiota.

-Niall, creo que deberías ir a dormir. Estas muy cansado.—mierda me siento horrible por retenerlo aquí cuando él muere de sueño.—lo lamento, no debería estar molestándote.

El sonríe.

-No eres una molestia para mí ¿sabes cuanto tiempo soñé con estar así contigo? Hablar en persona y no a través del móvil.—me dice. Sé que intenta no hacerme sentir culpable.

-Lo sé, para mí también es así. Pero veo tus ojos cansados y me siento mal, enserio ve.

-¿Porqué te sientes mal? No es tu culpa tener dolor de cabeza.—me dice.— además que, quiero asegurarme de que estarás bien.

OK Elena, llegó la hora, dile la verdad, dile que lo haz inventado todo. Que estás bien, y que puede ir a dormir.

-Niall.—murmuro, él me mira.—yo...lo lamento,te mentí.—le digo e inmediatamente me cubro completamente con las mantas. Si, soy cobarde.

-No comprendo. ¿En qué me haz mentido?. —me pregunta confundido.—¿Elena?.—él intenta quitar las cobijas que me cubren pero no lo permito.—vamos no seas así, ¿que ocurre? Estás asustandome.

Me quito las mantas al notar su voz seria. Me siento en la cama ignorando mi cabello alborotado y mis mejillas rojas por la vergüenza.

-uhmm.—murmuro.

-Que pasa.—susurra quitándome el cabello que cubre parte de mi rostro. Debo verme horrible, pero ignoro el pensamiento rápidamente.

-No tenía dolor de cabeza. Cuando salí de mi habitación quería ir a la tuya para ver si estabas bien, pero sentí mucha vergüenza e invente lo primero que se me ocurrio.—un puchero involuntario se escapa de mis labios al confesar.

Niall con las yemas de sus dedos alza mi mentón para verme el rostro. Me quedo mirándolo, por unos segundos él solo me mira pero luego sus labios comienzan a sonreír. Eso me hace ruborizar aún más.

-¿Querías dormir conmigo?.—me pregunta con ternura.

-Uhmm, quería estar un ratito más a tu lado.

-¿Y porque no me lo dijiste?

-Porque tus ojos son muy demostrativos, y me decían a gritos que querían dormir,así que por ese motivo no dije nada.—le digo.—Y además que, cuando tuve el valor de ir y te vi afuera de mi habitación, me cohibí.

-¿Sabes lo adorable que eres?

-Niall basta.—susurro y bajo mi rostro.—deberias estar descansando y no escuchandome, soy una tonta, no te he permitido dormir.

Él se ríe al mismo tiempo que abre las mantas donde él está sentado y poco a poco se mete bajo ellas. Me quedo mirandolo. ¿Que esta haciendo?¿Se quedará aquí?

-Ven aquí.—dice estirando sus brazos.

-Que haces niall ¿te quedaras? —le pregunto sorprendida e ilusionada.

-Si quieres que duerma, apresurate, ven aquí.—me dice.

-Pero dijiste que mis padres podrían...—

-Ellos llegaran mañana.—me recuerda. Le sonrío.—apagaré la luz.—agrega.

Lo abrazo apenas la habitación queda en la oscuridad. Con mi cabeza apoyada en su pecho y mis brazos al rededor de su cintura, le agradezco que se haya quedado.

-Elena...—susurra después de unos minutos.—¿Estás despierta? —asiento.—queria decirte que, no tengas vergüenza en decirme que quieres estar conmigo, escucharlo me hace feliz.

-Esta bien.—susurro de vuelta.—te quiero mucho niall.—le digo. Hablar es mucho más fácil cuando no pueden verte la cara.

-¿Lo dices de verdad?

-¿Estas dudando de mi?

-Jamás.—me dice para luego acomodarse, quedando él esta vez con su rostro en mi cuello. Su respiración hace que mi piel se ponga de gallina.—yo también te quiero.—me dice y besa mi cuello con ternura.—buenas noches.—me dice.

-Buenas noches.—susurro de vuelta con una sonrisa en los labios.



𝐓𝐖𝐈𝐓𝐓𝐄𝐑 𝟏 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇🥀 Where stories live. Discover now