-¡Buenos días grandulón! –salude. –Me enteré que te cortaron las bolas. –su mirada no era muy amigable. –Lo siento, Ji dijo que hacías desorden. –Gaho me vio y supuse que me entendía o que reconoció el nombre de su amo. Hice ruido con su comida y se sentó moviendo la cola. –Si que estas educado, Ji hace un gran trabajo contigo. Cualquier otro me habría comido viva. Disfrutan tu desayuno. –le deje la comida pero no se acercó, en cambio se acerco y comenzó a olfatear. Típicamente metió su nariz en mi trasero y entrepierna… -Gaho… por favor. –estornudo y movió la cabeza, fue ahí cuando metió la nariz a su comida y comenzó el ataque. Le cambie el agua y entré nuevamente. ¿Se enojará Ji si sabe que le solté la cadena a Gaho? No puede comer estando amarrado, yo no podría. 

Había puesto agua a hervir antes de salir al patio, esta hirvió y de inmediato preparé el desayuno. Quizá llevárselo a la cama sería algo “romántico” pero sé que él no moverá el culo hasta aquí solo para comer, yo si lo haría.

Puse en práctica mi estilo no-gourmet que tengo. Tostadas para él, pan de molde con jamón y queso para mí. Ambos café. Ambos zumo de naranja. Espero que le guste. 

Ingreso a la habitación y su mano esta tocando el colchón. Veo la hora y son exactamente las 10:04 am. 

-Ji. –lo llamo para que reaccione, pero no lo hace al instante. –Oye, abre los ojos.

-Mmmm. –ese ruido me hace sentir cosquillas. 

-Abre los ojos. 

-¿Qué? –veo que se remueve y se hace bolita en medio de las sábanas. Estoy de pie con la bandeja en las manos y siento que me vendrá un ataque de risa de tan solo verlo. 

-Ji por favor, se me caerá esto y mancharé todo. –abre los ojos y me visualiza bien. –Siéntate o hazte a un lado.

-¿Qué haces levantada tan temprano?

-Son las diez.

-De madrugada para ti. –pongo los ojos en blanco y veo que sonríe a medida que se estira y refriega sus ojos. –¿Qué es eso?

-El desayuno. 

-¿Has preparado el desayuno?

-¿Quieres hacerte a un lado? Esto pesa. –se sienta y se estira y yo babeo de ver su cuerpo… y sus tatuajes. Cada año que pasa se pone mejor. ¿Será como el vino?

-¿Por qué te gusta ponerte mis cosas? –me pregunta mientras acomodo la bandeja entre los dos. Lo quedo viendo para saber su humor, su pregunta fue neutral. De hecho su tono de voz lo fue. 

-Me gusta. –respondo. –Solté a Gaho, ya le di de comer. –arquea sus cejas. -¿No te enojas, verdad?

-No si limpias el desastre que hace. ¿Cuál es mío?

-Tostadas, café y jugo. –digo de manera gourmet. –No busque más cosas, la última vez bote todo. 

-Mmmm. –dice masticando. –Esta delicioso. –lo quedo viendo. –De verdad… -sonrió. –O quizá tenga hambre. 

-Solo di que esta delicioso. 

-Lo esta. 

-Bien. –tomo mi teléfono y reviso mis llamadas y lo que sea. Tengo un mensaje de… Dante. 

“Ann, soy Dante. Me conseguí tú número. ¿Podemos vernos? Necesito hablar contigo.” 

Arrugo mi entrecejo, ¿Cómo consiguió mi número? De la nada Ji me arrebata el teléfono de las manos.

-¿Quién es? –dice y lee el mensaje. Escucho que suspira de mala gana. -¿Le diste…

-No. 

Diario de una aprendizWhere stories live. Discover now