Capítulo 1

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Lo primero que hago al llegar a mi habitación de hotel es estirarme exageradamente; el viaje en avión me ha adormecido las piernas. Dejo mi bolso y el estuche de la guitarra  sobre la cama prolijamente hecha y me dirijo al baño, para mirarme rápidamente en el espejo.

Luzco terrible. El cansancio es evidente y mis ojeras negruzcas me delatan. Me lavo la cara con algo de apuro y regreso a la habitación para abrir el bolso y coger el traje.

Ojeo mi reloj de pulsera, son las tres y media. La boda comienza a las cuatro. Tengo que correr. 

Ya me he puesto la camisa y el pantalón, pero la corbata me está dando un verdadero dolor de cabeza. Mis manos parecen demasiado temblorosas como para poder anudarla bien. El rostro de Eileen continúa invadiendo mi mente, como un holograma borroso. No puedo creer que volveré a verla después de tanto tiempo.

Una vez que he logrado un nudo medianamente aceptable, me acerco al espejo e intento sonreír. Debería haberme afeitado. Demonios, ya es demasiado tarde para esto.

Cojo el estuche lo más rápido que puedo y abandono el hotel como una bala. Paso alrededor de quince minutos esperando un maldito taxi. 

—Mierda— comienzo a maldecir. La iglesia queda a quince calles de aquí y el sol brilla con fuerza sobre mí. No creo poder logarlo caminando.

Al borde del colapso nervioso, logro ver un taxi a la distancia. Me subo y le indico al conductor la dirección. 

—¿Una boda?— pregunta, tratando de entablar una cordial conversación cliente-taxista.

—Ajá... de mi mejor amigo— vuelvo a observar mi pequeño reloj de pulsera—. Estoy llegando tarde— bufo, algo exasperado.

—No te preocupes, aquí estamos— me indica el hombre, señalando la imponente iglesia blanca que se yergue frente a nosotros.

Me cobra diez dólares, algo bastante caro para quince míseras calles, pero no puedo permitirme gastar minutos en una estúpida discusión. 

Entro a la iglesia y observo a Mike junto al altar, con una expresión algo preocupante. Suspiro, aliviado, Brit no se encuentra aún allí. Tratando de disimular, dejo el estuche en un rincón ,avanzo por el lado lateral y me paro junto a Mike, quien me sonríe levemente.

—Creí que no llegarías, idiota— susurra.

—Pues aquí estoy— digo, haciendo un ademán con las manos —.Suerte.

—La necesitaré. Creo que he olvidado todos los malditos votos.

No respondo, puesto que las puertas se abren y una muchacha entra con un ramo de flores en la mano, antecediendo a la novia. Mi corazón se detiene por un momento. Allí está, Eileen.

Casi no la reconozco, lleva el pelo corto por los hombros, ha ganado algo de peso, por lo que ya no es la muchacha escuálida de antes, ahora parece una verdadera mujer. Sus mejillas sonrosadas y su flamante sonrisa bajo el pintalabios oscuro me quitan el aliento. Se encuentra más pálida que antes, sin embargo, lo que hace que sus pecas sean más notables. Lleva pantalones negros y una camisa blanca con un blazer color vino encima. Me encojo. Parezco un jodido vagabundo a su lado.

A medida que se acerca al altar, su sonrisa se va haciendo más y más grande y no despega los ojos de Mike, quien la observa como si fuera la cosa más preciosa en el jodido planeta, y lo es. Eileen se dirige a un lado del altar, exactamente en frente mío, dejando un lugar para la novia, quien sospecho está a punto de entrar. 

Ruego porque sus ojos se posen en mí, pero parece demasiado obnubilada observando a su hermano como si fuera un ídolo religioso. La marcha nupcial comienza a sonar y hago una mueca. 

Brit comienza a caminar por el pasillo, y todos sueltan un suspiro de admiración. Los ojos de Eileen se ponen algo llorozos y sus mejillas enrojecen aún más. Finjo una sonrisa, una de esas que se traduce en un: "¡Oh, por dios! Ese vestido es la cosa más preciosa que he visto en la vida", cuando en realidad, apenas le he dirigido una mirada distraída. Se me dificulta prestarle atención a algo que no sea Eileen.

La ceremonia sucede en un sopor vaporoso en el que lo único distinguible es su sonrisa, la cual no se extingue ni por un mero segundo. Despierto al oír el inconfundible "Puede besar a la novia", sucedido por una lluvia de aplausos fervientes y emocionados, a los cuales me sumo sonriendo. 

Los labios de Mike y Brit se rozan levemente, para luego tomarse de las manos y abandonar la Iglesia riendo e incluso saltando. Río por lo bajo y aplaudo, alzando los brazos. La risa de Eileen suena tal y como la recuerdo: ronca y con ese ardor de garganta, en busca de aire. 

Todos los presentes se ponen de pie para seguirlos. Ahora queda la recepción, supongo. Eileen comienza a caminar al encuentro de Tré, quien la espera sentado en un asiento de la primera fila. Su brazo rodea el hombro de Tré, quien hace lo mismo con su cintura. Ella alza la mano derecha para cerrarla en un puño y agitarla con fervor mientras abandonan el lugar, como si acabara de suceder lo más mágico del mundo. 

Al notar que soy el único idiota que queda en el lugar, me apresuro a recoger el estuche de la guitarra y alcanzar a Eileen y Tré, a quienes saludo con ansiedad.

—¡Billie!— Eileen exclama, soltando a Tré por un momento para abrazarme, pero no con la misma calidez y cercanía que solíamos tener. Sin embargo, su sonrisa es sincera y sus ojos brillan levemente.

—¿Cómo estás?— saluda Tré, acercándose cordialmente para darme la mano.

—Bien...bien— respondo sin mirarle, incapaz de quitarle los ojos de encima a Eileen, quien regresa a los brazos de Tré para montarse en un flamante auto nuevo— ¿Creen que podría llevarme a la recepción? No tengo el auto aquí— busco excusas para mantenerme cerca de ella.

—¡Por supuesto!— exclama Eileen, aún con la sonrisa plasmada en su rostro. Se sienta en el asiento trasero a mi lado, y posando su mano sobre la mía, me ordena:— Cuéntamelo todo. Ya sabes, lo que te traes— su rostro se encuentra realmente cerca, y su mano toma la mía, pero sin embargo, todo tiene ese sello inconfundible de la amistad, lo que me da algo de náuseas. Supongo que Eileen no se lanzará a mis brazos y a mi cama en el primer momento, como había imaginado durante todos estos años en la Gran Manzana.

Bajo la mirada para observar nuestras manos entrelazadas, con la nostalgia y la tristeza inconfundible del amor no correspondido.

—Pues...he estado tocando en bares, la mayor parte del tiemp...— me detengo en seco, al observar el brillante anillo de compromiso con un diamante inmenso en su dedo.



ESTAMOS DE VUELTA :)

LO SIENTO, SE LOS DIGO POR ADELANTADO.

Homecoming [Give me Novacaine #2]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora