Capítulo 18: Baja por maternidad

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Tener a alguien creciendo dentro de ti es absolutamente agotador, pero al mismo tiempo una maravilla y un milagro. 

Al principio se sentía como si estuviera constantemente enferma. Pero eso fue antes de saber lo que realmente estaba pasando. 

Natalia había ido con ella a la clínica todas y cada una de las veces. Y pese a que en un principio iba a ser la morena la que iba a intentar quedarse embarazada, finalmente fue al contrario. Las discusiones derivadas de esta tema de conversación fueron muchas. Y es que al principio, Natalia no quería decepcionarla por si no lo lograba. 

La inseminación in vitro era una técnica muy frecuentada por muchas mujeres. 

Una técnica en la que iban involucradas muchas drogas.

Como solía llamarlas Natalia, las drogas de la fertilidad. No es que fuera nada extraño.

Pero la morena no podía evitar enloquecer cada vez que pensaba en que alguien le hiciera daño a su mujer. Por eso decidió intentarlo ella. 

Pero la vida a menudo se interpone en nuestro camino y no nos deja conseguir aquello que tanto deseamos. 

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La nauseas empezaron pronto aquella mañana de domingo. 

Cuando le preguntó hace años a su mujer por la causa de estas le dijo que se producían por unas hormonas específicas de su cuerpo cuando procesaban el hecho de que estuviera embarazada. 

En realidad no lo recordaba demasiado bien. 

Natalia había hecho galletas de avena con plátano y chocolate casi para un regimiento. Sin embargo, ahora odiaba las pepitas de chocolate, ese fuerte olor a cacao entraba por todos sus poros creándole unas irremediables ganas de vomitar. 

Lo mismo con el olor a café. 

Incluso hace unos días casi llegó a vomitar cuando la morena la besó porque se había tomado una taza.

Era algo extraño, claro. Porque los besos de Natalia con sabor a café siempre habían sido sus favoritos. 

Y por lo general, las mariposas dentro de su estómago siempre deambulaban por el simple hecho de pensar en ello. Ahora lo único que deambulaba en su interior, a parte de una nueva personita, eran unas increíbles ganas de vomitar. 

Así que allí estaba, sin poder ir a trabajar, porque no podía levantarse de la taza del baño sin sentir la necesidad de vaciar sus entrañas. 

Estaba agotada todo el tiempo. 

Natalia le había pedido casi de rodillas que fuera al medico, y le exigió que se cogiera la baja por maternidad antes de tiempo. Estaban en época de gripes, no quería que se arriesgase a ello. 

Además, con su condición era de obligatorio cumplimiento que fuera a vacunarse.

Estar casada con una doctora era algo increíble, aunque a veces se pasaba de controladora. 

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Semana 6 de embarazo

Natalia estaba extasiada. 

Cuando entró por la puerta aquel día se echó encima de ella tumbándola en la cama, con cuidado de no hacerle daño. 

Y la beso desordenadamente por toda la cara. 

Todo estaba desordenado en ese momento. 

Su pelo, su camiseta, sus oscuros ojos verdes.

La miraba con asombro y con adoración, y luego algo cambió. 

Entre mis manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora