Capítulo 12: Una entidad propia

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No era tan difícil recordar como era su vida cuando estaban juntas. Al fin y al cabo esos recuerdos nunca dejaron de estar presentes en su día a día. Siempre pensaba en ella de un modo u otro, pero desde que había vuelto a aparecer en su vida había sido una constante.

Volvió a recordar su forma de besarla. El modo en el que sus labios se abrieron contra los suyos dándole paso. La suavidad. Las ganas. Su sabor. 

También recordó la forma en la que cada palmo de su cuerpo se había amoldado al suyo en aquel abrazo en medio de la calle. Su forma de adorarla. Y como ella misma la había adorado de igual modo. Con cada paso de sus dedos encima de su cuerpo era como encender una cerilla. Incluso a través de la ropa. 

La parte física siempre había sido fácil con la morena. Nunca hubo un problema con ello. Ni siquiera cuando su matrimonio hacía aguas. 

Siempre había sido una persona muy deseable, y siempre había sabido como excitarla. 

Recordando todo esto volvió al presente. 

Alba estaba a horcajadas sobre Natalia mientras se besaban, la lengua de la rubia lamía su boca de arriba a abajo hasta que de repente noto un quejido y como las manos de la morena la alejaban lentamente de ella. 

Su mente se llenó de preguntas ante su gesto, pero entonces vio como Natalia sacaba un pelo blanquecino de su boca con una expresión de asco. 

- Uy, lo siento... no sabía que... perdón - dijo la rubia mientras veía a la otra limpiarse la saliva de su mano encima de sus pantalones negros - Que desagradable.

- Alba - reprimió su risa - Hemos estado casadas dos años, creo que hemos compartido cosas mucho más asquerosas que esto.

El rostro de la rubia adquirió un tono rojizo. 

- Ya... pero. Igualmente, no quería... da igual. 

- Albi...

En realidad estaba agradecida por la interrupción, todavía era demasiado pronto para dar ese paso con ella. 

Más allá de los besos no tan inocentes que habían compartido desde la pasada semana. 

Ambas habían acordado en mantenerlo en secreto, por ahora. Pero para ser sinceras, ni siquiera sabía como calificar todo lo que hacían de puertas hacia dentro, y ninguna había hablado sobre ello. 

No querían arruinar nada con charlas sobre su futuro.

Las relaciones con ex amantes ya era lo suficientemente complicadas. Por otro lado estaba el tema del matrimonio fallido y el divorcio...

Mantenerlo en secreto no era tan difícil desde esa perspectiva, pero no estaba preparada para meter a la familia de por medio todavía. Estaba segura de que sus hermanos estarían comiéndole la oreja para que se buscara a otra persona mejor que Alba. Desde la última vez no habían sido precisamente los más a favor de su relación. Demasiado daño. Demasiadas heridas que no habían acabado de cicatrizar. 

Pero aún así, Natalia pensaba que era algo normal, eran sus hermanos, no querían que nada ni nadie le hiciera daño, tenían un montón de consejos sobre lo que debería o no debería hacer. 

Aunque ahora sus deseos y necesidades habían tomado otra vuelta. 

Antes necesitaba el impulso de su ego, le gustaba que la alabaran, ahora ese ego había quedado sepultado. Y tal vez si su yo de veinticinco años la viera, le hubiera encantado saber que ahora era la jefa de la unidad de cardiología. Pero con treinta y cuatro años toda esa magia había desaparecido. Tanto trabajo había acabado pasándole factura, ahora no necesitaba estar metida siempre en el hospital, le gustaba la vida fuera de este. Algo que creía imposible durante sus primeros años. 

Entre mis manosWhere stories live. Discover now