Prólogo

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Vuelvo a mirarme en el espejo y me es imposible no hacer una mueca de asco. El vestido de novia es... lindo. Joder, es precioso. ¡Pero yo no quiero esta mierda, no quiero este peinado y mucho menos quiero al idiota al que mis padres me han vendido!

Y encima de todo, es blanco. Qué sinvergüencería casarme de blanco.

¿Existe esa palabra, de todos modos?

¡Céntrate Brooklynn, estamos de camino al matadero!

Cierro los ojos con fuerza cuando recuerdo lo que me han hecho las dos personas que se supone que me tienen que cuidar. Trato de no echarme a llorar ya que sería inútil, esto pasará de todos modos, y prefiero salir en las fotos con el maquillaje intacto que salir con todo el rímel corrido, demostrando la mierda que siento por dentro.

No es que me importe seguir esta farsa, es solo que una chica debe mantenerse digna pase lo que pase.

Suspiro, abro los ojos y tomo un cepillo del tocador para cepillar mi cabello y tratar de matar los nervios que me tienen el estómago apretado.

La puerta detrás de mí se abre lentamente, miro a través del espejo a Jaqueline entrar a la habitación donde me encuentro.

No hago ni digo nada, solo sigo ahí mirándola a través del espejo con seriedad, y alzo una ceja con odio cuando se seca unas lágrimas de "emoción". Falsa, ella y su esposo son tan falsos como esta boda.

-Brooklynn, hija mía...

-¿Hija? No tienes ningún derecho a llamarme así, hace muchos años que lo perdiste.- gruño dejando el cepillo sobre el tocador con fuerza y girándome a encararme.

-Broo...

-¡No te me acerques! No sabes las ganas que tengo de que desaparezcas de aquí con tus lágrimas de cocodrilo...

Solloza mirándome con tristeza, retrocede el paso que había dado y me mira a través de sus ojos acuosos.

-Vete de aquí, Jaqueline. Nunca te he necesitado, no comenzare a hacerlo ahora. Márchate y déjame sola.

Le doy la espalda mirando hacia la ventana, con el cuerpo en tensión hasta que escucho la puerta cerrarse tras ella.

Suelto un grito de frustración y, en un arranque de locura, tiro todo lo que estaba sobre el tocador, incluido el espejo que se rompe en miles de pedazos.

Una lagrima cae por mi mejilla al sentirme atrapada en una pesadilla, pesadilla que si no fuera porque he firmado un estúpido contrato ni siquiera estaría viviendo.

No sé cuanto tiempo pasa, yo solo me quedo mirando un punto fijo de la pared hasta que unos suaves golpes en la puerta me sacan del trance de autocompasión.

Me levanto con la cabeza en alto, tomo el ramillete de rosas que estaba sobre la cama y camino hasta la puerta con una seguridad que estoy lejos de sentir.

Al abrir la puerta me fijo en Donald, mi padre.

-Estás preciosa.

No digo nada. Cierro la puerta detrás de mí y comienzo a caminar por el pasillo ignorándole.

El llegar a las puertas de la iglesia él toma mi brazo para entrelazarlo con el suyo cuando la marcha nupcial comienza.

-Brooklynn...

-Cuando me dejes en el altar quiero que tú y Jaqueline abandonen la iglesia, y mi vida para siempre.

-Pero...

-Pero nada. Se acabó, Donald, no quiero volver a verlos en mi vida.

No dice nada y sigue caminando a mi lado.

No miro a nadie cuando atravesamos el pasillo de la iglesia, ni siquiera conozco a algún invitado ya que no quise invitar a nadie, ni a mi mejor amiga. No la quiero hacer partícipe del teatro.

Mi vista se queda fija en el gran ventanal que está detrás de juez que me va a casar. Miro el Central Park del otro lado, deseando salir corriendo en este momento y evitar todo esto.

No lo hago, de todos modos. Donald me entrega al novio en completo silencio, y yo solo puedo pensar en que es la segunda vez que veré a mi futuro marido.

Lo miro con seriedad, ni siquiera trato de fingir ante el juez, mucho menos ante Dios. No quiero estar aquí, y espero que eso se note.

La boda parece reproducirse a cámara lenta, como cuando estas a punto de morir y dicen que logras ve pasar tu vida en un segundo.

¿Por qué la gente elige casarse por voluntad propia? Dios mío, quiero morir y reencarnar en un grillo.

Salgo de mis pensamientos al sentir un tironeo a mi brazo, miro al ogro junto a mi mirándome mal y le dedico mi mejor mirada de "muérete puto".

Me señala con la cabeza al juez, así que volteo a mirarlo sin entender.

-Perdón, ¿Qué ha dicho?

Algunas risitas se escuchan por el lugar, creyendo que ha sido un chiste.

¿Se reirían de la misma forma si me viesen salir corriendo?

El padrecito se aclara la garganta repitiendo la pregunta:

-He dicho si acepta por esposo al señor Howland, para amarlo y respetarlo...

Hago una mueca cuando repite ese monologo aburrido de las bodas, deja de hablar para mirarme en espera de una respuesta.

Me quedo en silencio, mirando al juez con seriedad. El hombre a mi lado parece desesperarse ante mi mutismo por lo que me codea "suavemente".

-Si.- es lo único que digo, medio gruñendo.

Lo siguiente que sé es que el juez termina por firmar la sentencia.

MI sentencia.

-Que lo que Dios ha unido en Santo Matrimonio, no lo separe el hombre. Yo los declaro Marido y Mujer, puede besar a la novia.

Escucho gritos eufóricos, aplausos y demás. Yo solo me quedo ahí, tensa. Él me gira, quedando cara a cara.

Lleva sus manos a mis brazos para mantenerme fija en mi lugar, acerca su cabeza lentamente hacia la mía y, cuando está a punto de besar mis labios, giro mi cabeza haciendo que los suyos choquen en mi mejilla.

-Doce meses.- le siseo en voz baja para que solo él escuche.

Me separo, mirándolo a la cara con rabia, deseando que el año se pase volando.

.........

Prólogo nuevo por que no sé qué vergas hice y eliminé el otro:(

Beauty And The Beast (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora