❝🌹†Daddy†#08🌹❞

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La culpa y el remordimiento es un pecado muy grande que por más que pese tan poco en el lecho del corazón, este termina por caerse.

Jeon Jungkook posaba su mirada perdida entre la botella cristalina de la estancia, sonreía como cuan borracho al darse cuenta de que había ingerido toda una botella y aun así no había manera de olvidarse de sus pesares. Siendo las nueve menos doce de la noche mantenía su cuerpo postrado entre la silla de la cocina, su hija dormía plácidamente y su invitado aún no se presentaba así que preso de su agonía y lo que a tan solo horas acaba de hacer decidió que lo más conveniente era no dormir, no dejar que la mente trabajara mientras su cuerpo descansaba en la cómoda, prefería estar ahí, bebiendo hasta perder la razón y solo esperar a que el sol se dispusiera a salir para acompañarlo.

Una de las culpables de su ruina se hallaba en su cuarto, mientras la otra se pudría bajo tierra en un panteón, vaya vida, vaya gloria.

El miedo daba paso con cada botella que ingería, tenía aquel pavor de que en cualquier momento llegaría alguien a su puerta pidiendo a su hija por su mal papel de padre, cada botella abierta era un pie más a aquel tormentoso día y aun así, él aceleraba los pasos.

La idea de tan solo pensar en perderla retorcía sus entrañas y sus lágrimas daban marcha por su rostro, la amaba, la añoraba en todo su cándido esplendor, era su musa y su ultimo regalo de tan glorioso amor que ahora yacía entre la tierra fría de un hueco sin salida. Mientras daba paso rápido a buscar la botella número dos, una idea vislumbró sus ojos dejándolo de pie, frío sobre su eje.

¿Y si llevaba a Hana a un reformatorio?

Fue una idea simple y voraz que surcó rápidamente ante él, pero era una vía simple que daba fin a solo uno de sus tormentos, si la dejaba ahí por su cuenta no se sentiría tan mal y prácticamente no sería arrebatada de sus manos, él podría visitarla y así quizás ella olvidaría su enfermizo amor por su pobre padre y sin negarlo más, también el vería una luz ante tan lujuriosos deseos.

Lo haría rápido, sin filtro. Si lo pensaba demasiado jamás lo haría...

El sol llegó, llenando con armoniosa luz cada pequeño detalle de la tierra, las gardenias se estiraron al sentir como eran cubiertas de tan blancuzca luz, los insectos inundaron el silencio con suaves cantos y los rociadores del patio trasero comenzaron su labor llenando de pequeñas gotas cristalinas cada hoja a su alcance, para así dar a saber que eran las seis en punto de la mañana.

Sus ojos pedían a gritos un descanso eterno, ya con su segunda botella se hallaba reposando su cabeza en la encimera de la cocina, había caído rendido, abatido luego de haber culminado con aquella trabajosa labor; el acabar con todo el licor de su casa. Pero aun así sus ojos jamás se cerraron, era la viva imagen de un cuerpo sin vida estilo The Walking Dead. Quizás Min ya había llegado, quizás no, pues no lo sabía con certeza y sinceramente no le importaba, se reincorporó, estrujo su cara entre sus manos mientras daba pasos torpes hasta el teléfono de la casa. Dejando caer su cuerpo sobre la pared, marcó un número cualquiera esperando a que la línea diera con la casa de Hyen, la susodicha era una vieja amiga de su exesposa quien devotamente estuvo junto a él en aquellos tiempos de duelo que en realidad jamás terminaron. Ella mucho antes le había recomendado muy por sobre encima la brusca idea de entregar a su hija en plena formación a un reformatorio, llenándole la cabeza de bazofia barata que él con toda calma y hastió se limitó a negar. Jeon sabía las sucias artimañas de aquella víbora y por supuesto para él era entretenido ver como se retorcía por una oportunidad, que lastimosamente ahora la consideraba pero no con la connotación que ella esperara. El plan de la desgraciada era simple:

Jeon Jungkook + solo + lleno de tristeza + sin hijas arpías = a su regalo de navidad.

La llamada entró sin mucho esfuerzo, sus ojos se cerraron al escuchar la voz chillona de una mujer urgida en la otra línea: — Hola, Jeon ¿Qué te trae tan temprano? ¿Cómo estás? ¿Necesitas algo?

—Hola, Hyen. — su cabeza punzaba, se sentía desfallecer sobre el piso de su cocina por lo que prefirió ir al grano, eso y que no aguantaba a aquella mujer. —Disculpa la hora, pero si, necesito algo. ¿Podrías pasarme los datos de aquel reformatorio del que me hablaste no hace mucho?

Pudo sentir a través de la llamada como Hyen saltaba en una pata.

—Por supuesto, Jungkook. —pasaron un segundos y— Ya lo he enviado a tu correo, ¿Y cuándo crees que podrás ver a esta pobre amiga? Me has tenido olvidada y...

—Si, adiós. —colgó.

Rápidamente buscó entre sus cosas aquella laptop que desde hace mucho no se molestaba en abrir y entretanto que cargaba la página decidió buscar un poco de agua, su cuerpo lo necesitaba, rogaba por unas gotas puras libres de penas y amargos sabores como lo era el licor. El sonido de un nuevo mensaje lleno la estancia llamando la atención de su anfitrión, como había asegurado Hyen, el mensaje efusivo con los datos muy al fondo de la página brillaban sobre la pantalla. Un clic bastó para que fuera transportado a un recóndito lugar de internet en donde le daban la bienvenida las palabras "reformatorio y educación primordial" cliqueó unas cuantas cosas para luego verse llenar con recelo la página de inscripción.

Tan solo faltaba aceptar, y que difícil era hacerlo.

Pero ante él llegaron aquellos pensamientos de desdicha y dolor, no quería perderla ni mucho menos arrebatar de ella ese amor que por más enfermizo que fuera, él añoraba en lo más recóndito de su corazón. Luego de aceptar, un mensaje que duro tan solo dos minutos exactos llegó hasta él. Se encargarían de buscarla mañana para rápidamente internarla, puesto que el negó las primeras visitas al lugar y la semana acorde a su llegada, prefirió adelantar todo para dejar que el dolor llegase a él sin tantos tropiezos.

—Te amo tanto mi pequeña niña, y por eso mismo hago esto.

Era lo mejor o al menos eso pensaba su negro corazón...

「Yes, daddy please」 ;+j. jkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora