17 de Enero 2020.
Bienvenido al que probablemente será el último texto de esta cuenta, ya que he decidido dejar atrás mi pasado después de todo este tiempo arrastrándolo conmigo.
Cada texto es una parte de mis recuerdos que me ha marcado de forma significativa, para bien o para mal, mostrando mis lados más tristez y los más entrañables, o incluso llegando a expresar todo el odio que soy capaz de almacenar.
Comencé esta extraña habilidad con los interminables días en mi escritorio cuando mis notas académicas dejaban mucho qué desear junto con mi autoestima (esta última prácticamente inexistente hasta el momento). El cúmulo de frustraciones era tal que necesitaba echarlo de alguna manera, de modo que cogía una hoja pequeña y un boli y allí reflejaba pequeñas escenas, cada vez más adjetivadas, cada vez más ácidas como el veneno de una serpiente a punto de morderte.
Pero más de una vez dicha habilidad ha supuesto vergüenza dado el retorcido comienzo y el aún más crudo desarrollo.
Hoy propongo un uso más razonable y sano, de modo que pueda proseguir con la carrera que tengo comenzada sin hacerme tropezar con los intentos, para bien o para mal he cogido impulso y aquí va mi adiós.
Ha sido posible gracias al incondicional apoyo del que considero como la persona más importante de mi vida. Aun con todas las dudas que me suponen afirmaciones de este calibre, este mes ha sido decisivo para darme cuenta de todo de lo que soy capaz si me lo propongo, y sobre todo con ayuda.
La vieja yo de las autolesiones, la baja autoestima, amante del vodka y las decisiones perjudiciales ha practicamente desaparecido y este es el empujón final para que lo haga.
Con esto pongo un punto a este libro, borraré los textos y le entregaré una copia a una persona de confianza. Jamás los reelere para evitar caer en viejas costumbres.
Es todo.
