Bruma;

49 0 1
                                    

'' Siento frío en los dedos, la realidad en la que me muevo parece ser demasiado diferente a la del resto de seres vivos que respiran a mi alrededor, seres que fingen de una forma vomitiva y constante y yo soy el idiota que intenta entender por qué, y me encuentro parado en medio de la calle intentando no soltar el huracán que llevo dentro, porque sé de sobra el dolor que puedo causar si me dejo llevar. Comienzo a sentir náuseas y veo todo distorsionado y solo quiero que la pesadilla acabe, que por lo menos sea capaz de sentir dolor: cualquiera pensaría que me he vuelto loco si leyera tales líneas, pero si supieran al punto al que he llegado entenderían por qué aporreo con fuerza el teclado de este ordenador, por qué hablo con ácido sarcasmo y sobre todo entenderían por qué no sonrío a menos que sea absolutamente necesario.

Pero se limitan a darme vagos consejos que solo consiguen que mi cabreo llegue hasta límites insospechados, a veces me pregunto si un humano es capa de almacenar tal cantidad de tormentas de emociones y salir vivo. Otras veces me digo a mí mismo que estoy muerto y que en realidad este mundo no es más que un purgatorio que Dios a elegido para mí a modo de mi castigo por mis constantes desafíos a su forma de construir la vida. Vida que cada fracción de segundo entiendo menos y que imploro que acabe. Que con todas mis fuerzas imploro que acabe.

He perdido la cuenta exacta del número de veces que me he imaginado a mí mismo, vestido con mi falda de vuelo negra, mi camiseta de scorpions y mis botas Dr martens lanzando una última mirada atrás, con una rosa roja en una mano y con la otra despidiéndome antes de saltar del acantilado, de fundirme con el frío del mar y poner fin a tanto sufrimiento sin fundamento.

Pero la realidad es que no tengo valor, y me limito a esperar a que llegue mi hora, con el lema constante del ''memento mori'' en mi cabeza, como un amargo recordatorio de mi destino repleto de rabia y soledad. Y la visión me entristece, porque antes por lo menos veía cierto punto de luz, pero esa puerta a la redención se cierra a cada bocanada.

Odio esta situación, y a la vez la considero justa.

Solo me basta con echar un vistazo a lo que me rodea para darme cuenta de que mis propios errores y mi amabilidad, me han llevado a la perdición. Mi alma sufre y se retuerce, harta, exhausta de las luchas constantes y yo solo puedo escuchar su aullido apagarse en la bruma de mi indiferencia. Casi puedo hasta disfrutarlo, resulta macabro y a la vez alentador saber que mi final no tarda tanto en acercarse y espero con los brazos abiertos pacientemente para que ese momento llegue.

Cosas como el amor o la amistad dejaron de significar algo para mí hace mucho tiempo.

No soy ni un recuerdo de lo que fui''.

Bocetos;Where stories live. Discover now