1 de Diciembre 2019
Mi mente divaga de una parte a otra, desdibujando el contorno de la realidad de mi alrededor, perdiendome entre el pasado y el presente, hasta el punto en el que ya no llego a distinguir el momento en el que me encuentro.
Extraño a x persona, pero de pronto un pinchazo me devuelve a la realidad de que ya se ha ido y no podré mandarle un mensaje y quedar como de costumbre. Es un hecho que lleva repitiéndose toda mi vida.
Me abruma, e intento ignorarlo, pero a veces mi propia mente me atrapa en la culpa, encadenando mis pensamientos a un mismo punto del que parece no haber retorno.
Amenazando con tragarme.
¿Qué es lo que me ata a esos sujetos?
¿A caso su corta existencia en mi alrededor, en los muros de mi mente, tiene tanta relevancia?,
Error, error tras error.
Miro a los de mi alrededor, pintando en sus caras las sonrisas que los comentarios al por mayor les dibujan, pero ¿acaso son de verdad?.
Cualquiera que leyera este texto a firmaría de forma rotunda que estoy deprimido, bueno, los seres que no son de este mundo lo están después de todo, de modo que no es una novedad importante.
Ojalá dejaran de repetirme obviedades y se centraran en lo verdaderamente importante.
Pero esta especie es aficionada a las trivialidades más que los ancianos del parque a las partidas de los domingos en el bar de siempre.
Rutina, curiosa y necesaria palabra.
Monotonía encaja más en mi vocabulario, aunque intento hacer lo posible por expandir mis horizontes, por alguna extraña razón todo parece girar en torno a un círculo sin fin, y me pregunto en qué casilla de la ruleta yo mismo caeré.
