1. El comienzo del final

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Annie sabía lo que se avecinaba. Lo venía sabiendo desde ya hace bastante tiempo atrás, pero enfrentarse a aquello, no era lo mismo que pensarlo.

Habían pasado bastantes años. Ya no era una niña. La mayoría de edad había llegado a ella y tenía que hacerse la idea de eso. También hacerse la idea de lo que estaba por suceder.

Sabía que los mortífagos harían cualquier cosa para llegar hasta Harry, y estaba dispuesta a dar su vida, con tal de protegerlo, porque lo amaba, y eso era lo único que importaba.

Por eso, cuando les explicó a sus padres entre lágrimas lo que estaba pasando, se obligó a no derrumbarse más. Les explicó que iría a una misión con Harry, que era esencial para el bienestar del mundo mágico.

Y sus padres, viendo la decisión en los ojos de su hija, no pudieron hacer nada. La decisión estaba tomada, y sabían que ella no cambiaría de opinión. Alan había perdido a su hermano, pero no quería perder a su hija también.

Por ello, se tomó unas merecidas vacaciones para pasarlas en familia, a las que se habían unido Theo, Blaise y Annissa. Porque sabían que no les quedaba mucho tiempo. Además, tuvieron que hacer tiempo para empacar todo lo de su casa, porque ya no podían vivir ahí.

Annie había ayudado con algo de tristeza a colocar todo en cajas. Aquel era su hogar, y no creía volver a verlo. Mientras envolvía algunas cosas en papel de burbujas, recordaba los momentos más interesantes que había vivido ahí. No habría más. Con suerte, vivirían.

Les llevó días empacar todo. Cuando las cosas se fueron reduciendo, Annie optó por empacar todo lo de su habitación.

Habia quitado las lucesitas que lo decoraban, había guardado el edredón de su cama, quitó las cortinas, empacó su ropa aparte. Lo último que tenía por quitar, era el inmenso collage que había empezado seis años atrás. Había demasiadas fotos como para contarlas. Cada una con su propia historia detrás, con tantos sentimientos y recuerdos. Comenzó a quitar una por una, deteniéndose más de lo necesario en observarlas. Veía cómo se repetían una y otra vez sin parar, captando la escencia del momento. Las quitó cuidadosamente, encargándose de guardarlas para llevarlas consigo a donde sea que vaya.

Unas dos horas después, el cuarto de Annie quedaba vacío. Ni siquiera parecía su habitación.

-¿Necesitas ayuda con las cajas?

Miró hacia la puerta. Blaise y Theo estaban ahí, sonriéndole. Le habían ayudado muchísimo a empacar todo.

-¿Pueden llevar las más grandes? Tengo miedo de que choquen con algo.

Ambos sacaron sus varitas y levitaron las cajas, llevándolas hacia el camión de mudanza que estaba fuera. Annie suspiró y miró por última vez su habitación. Se acercó a su nueva mochila y se la colgó al hombro. Se agachó y tomó dos cajas entre sus brazos, mirándolas.

Caminó hasta la puerta, y se volvio una vez más. No había nada. Estaba vacío ahora. Cerró la puerta.

Cada que caminaba, en la casa se escuchaba un eco por lo vacía que estaba. Bajó las escaleras y dejó su mochila en unas sillas que quedaban. Sus padres estaban afuera con algunas cosas, y Blaise y Theo los ayudaban. Aprovechó eso para acercarse a Annissa, que jugaba con Alex.

-Issa, ¿podemos hablar un momento?

La rubia asintió y le prometió a Alex que volvería. Se internaron en la cocina.

-¿Qué pasa?

-Sabes que tu hermano y yo debemos de hacer algo -comenzó Annie. Issa asintió. La castaña suspiró y le tendió la primer caja- quiero que los cuides. Son.. todos los accesorios que Harry me ha regalado y que no uso mucho. Quiero que los tengas por si algo me sucede.

Annie y las Reliquias de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora