I: Epílogo

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—Soy una tonta— suspiró, dejando caer su cuerpo en su edredón.

No existía una palabra exacta para describirla. ¿Tonta? ¿Distraída? No, definitivamente eso era poco a lo que realmente era.

¿Cómo había podido olvidar pedirle su número telefónico? Durante el transcurso de las semanas, se mantuvo emocionada por haber terminado las cosas de maravilla con Kakashi, el último día escolar fue algo más de lo que había pedido.

Kakashi le había confesado que no tenía sentimientos por su persona, pero que le agradaría que se conocieran, que continuarán viéndose. ¡No podía ser más feliz! Le dio una oportunidad, claro que la aprovecharía.

Pasaban los días, sin dejar de lado sus emociones, esperando una llamada.

Después de comenzar una crisis—cabe destacar que sus sentimientos cambiaron por enojo, llanto, acabando en tristeza— recordó que no habían intercambiado números.

—Sólo esto me sucede a mí— viendo el primer cojín afelpado lo situó en su rostro, bloqueando un grito desesperado.

Uno, dos golpes ligeros se escucharon.

—Hinata-sama—

Quitó aquel objeto, escuchando atentamente aquella voz masculina del otro lado.

Neji había visto todas sus facetas; desde su llegada del día con Kakashi hasta esa fecha. Había consolado a su prima durante largas semanas.

Sus intentos por comprarle flores, las noches de películas románticas, chocolates, hasta el presente de un diminuto collar habían sido un fracaso, la pobre azabache terminaba llorando.

¿Cómo Neji Hyuga, el único varón de la rama familiar, sin precedentes de novias, lograría animar a una mujer? Nunca había interactuado de más con una, nisiquiera con su compañera de clases, Tenten.

Era una mujer, claro está, pero sus comportamientos eran más fáciles de comprender. Se comportaba como un amigo más, tanto como Rock Lee y él.

El día que descubrió a Hinata llorando, no quiso confesarle las cosas, quedando la única opción de decirle a su padre. Derrotada, contó su historia sobre su profesor y ella.

Neji, sorprendido, no obtuvo palabras salientes de su boca. ¿Quién imaginaría que aquella pequeña, inocente, tímida mujer le gustaría su profesor? Bueno, a él le había gustado una de sus profesoras de la Preparatoria, pero era diferente.

Kurenai, una mujer de unos cuarenta y dos, había sido su primer amor. Era maestra de tutorías, por lo que si tenían problemas en alguna materia, se podía concurrir con ella. Neji, tan enamorado, falló cada una de estas para poder charlar con ella.

Nunca sucedió nada, pero terminó con la satisfacción de haber rosado manos en algún punto.

Volviendo a dar otros dos toques, la puerta se abrió lentamente, haciendo un chirrido molesto.

—Hinata-sama ¿Porqué no baja desde ayer? Su padre, Hanabi y yo estamos muy preocupados por usted— nervioso, movió su mirada alrededor del lugar.— Sé que se encierra por todo esto de...sea lo que sea aquel señor, pero la extrañamos Hinata-sama, yo la extraño—

—Lo lamento— sonrojada, miró sus pies. La pintura celeste comenzaba a desaparecer, despintandolas. Sus pies descalzos, fríos.

—¿Porqué no baja a la comida? Kô ha pedido que preparen un rollo especial para usted—

La miraba, y se notaba que la amaba. Nunca tuvo hermanos, su padre falleció por lo que Hiashi adoptó de él. Hanabi era una chiquilla, por lo que la adolescencia hacía estragos en ella, haciéndola insoportable.

En cambio, Hinata era comprensiva y amable. Desde siempre las consideró sus hermanas, pero algo tenía la azabache que la hacía vulnerable, por lo que sentía la necesidad de proteger más de ella.

Hinata, asintió agradecida.

—Tomaré un baño, bajo en unos minutos—

. . .

Arreglada, con un ligero rastro rojizo en la punta de su nariz, caminó al domo donde sería el punto de reunión con sus familiares.

Llegada, tomó asiento en el suelo, alado de Neji. Su padre, con mirada estoica, comía en silencio.

—Hinata-sama ¿Quiere—

—¿Hay algo que quieras contar, Hinata?— el mayor cortó.

Subió su mirada, topándose con los mismos ojos. Esperó que hablara, impaciente.

—Soy tu padre, Hinata. Si hay algo que les suceda a ustedes, el primero que debería de saberlo, soy yo—

—Y-yo...—

Silencio.

—¿Y bien?— cruzó los brazos, en busca de la respuesta. La azabache movía sus manos, nerviosa.

—Me deprimí e-estos días, padre. P-pero ya me encuentro bien, de verdad—

Hanabi sonrió, apenada. Hinata se encontraba de todo, menos eso. Aún cuando su hermana tuviera el descaro de no contarle las cosas, obtuvo por espiar sus conversaciones con Neji, afirmándose de la situación.

Su padre, también estaba al día, por lo que le pidió silencio a cambio de unas salidas con sus amigas.

—No estoy enterado de que te habrá sucedido, Hinata. Espero que no altere tus estudios— mintió.

Estaba más que enterado, diría que hasta personalmente, pero claro que no se lo confesaría.

Estaba consciente de lo que sucedía con su primogénita, y le molestaba. No con ella, si no consigo mismo, puesto que había alejado a sus dos retoños con su actitud y sus palabras frías, no conseguía siquiera que le contaran su día. ¿Cómo lo harían? Si cada palabra saliente era corta, sin sentimiento.

Los entendía.

. . .

Aquella plática, había culminado. Con dos castaños ajenos, y una azabache cabizbaja.

No lo entendía. ¿Por qué jugaría con sus sentimientos? ¿No entendía que a ella le causaba un gran dolor?

Pensaba que tal vez era su culpa por haberse olvidado de pedir su número, pero, el tenía más posibilidades de encontrarla, puesto que una vez hasta la dejó en la puerta de su casa.

¿Por qué no buscarla? ¿Todo había sido una mentira?

Apretó sus puños, enfurecida. Nunca había obtenido un sentimiento singular; uno de molestia. Se sentía usada, dejada.

No había pasado por ninguna situación similar como por la que ahora sucedía; Kakashi era un patán.

Creía que por tener unos años más, sería alguien maduro, rió.

Estaba totalmente equivocada. Aquel hombre, fingía sentir aprecio por ella, fingía que le daban gracia sus chistes, fingía tratarla como un caballero, fingía haberse interesado por ella.

Aún después de todo, no podía culparlo. Ella sabía las consecuencias; las cartas solamente habían sido para confesar sus sentimientos, en sus planes no se encontraba mantener contacto con él.

Sola había cavado su propia tumba, ella misma había roto su corazón, y no podía culparlo del todo.

{. . .}

Aquí termina la primera parte del Epílogo. Yo también me pregunto porque Kakashi no la buscará ¿Se habrá dado cuenta que era mala idea todo lo que sucedió?

¡Un abrazo y beso para todas! La siguiente semana subo lo que es el último capítulo de "Sin Remitente" kyaa <3.

Sin Remitente || KakaHinaOnde histórias criam vida. Descubra agora