Capítulo 36

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Por alrededor de una hora, Moon-jae y yo dormimos abrazados en mi cama. Era la primera vez que mi cabeza se recargaba sobre su pecho, envuelta por uno de sus brazos. Su calor corporal, los latidos calmados de su corazón y sus trémulas respiraciones me brindaron la tranquilidad y estabilidad que tanta falta me hizo.

No quise separarme de él.

No era justo lo que le hacía. No era justo que le mintiera. Odiaba ser tan miedoso, más ante un hombre como Moon-jae. Pero, ¿por qué temía tanto hablar de lo que ocurrió anoche si yo no quise nada de lo que pasó?

Quise fumar para disminuir la ansiedad, pero mi llamada con Jonah causó que me excediera con eso. En lugar de pensar en los cigarrillos y el humo tibio, me enfoqué en los cabellos de Moon, en su casi imperceptible aroma, en su forma de estrecharme a su cuerpo. Gracias a eso pude dormir por un corto rato. Si él no hubiese aparecido, quizás seguiría en el suelo del baño, dormido sobre el inodoro, pensando solo en negatividad.

No tuve ningún sueño, solo una oscuridad que se sintió mucho más breve de lo que en realidad fue. Moon-jae me despertó con un par de agitaciones bruscas.

Abrí los ojos con pesadez, sin saber muy bien qué sucedía y por qué mi vecino parecía tan insistente en que despertase.

—Voy a llamar a un doctor. —Lo escuché, aunque algo alejado—. Estás temblando mucho.

En realidad seguía recostado junto a mí, aunque un poco alzado para observarme con mayor detenimiento. De entre sus inexpresivos gestos pude distinguir cierta inquietud que me puso nervioso. No había dejado de sentir un frío excesivo, tampoco descansé. Mi estómago se hallaba vacío, mis energías casi extintas.

Cuando se apartó para buscar su celular, me abracé a mi propio cuerpo y acerqué las piernas a mi pecho, queriendo calentarme pese a que las cobijas ya estuvieran haciéndolo.

Se sentó en la orilla de la cama, con el teléfono en la oreja. Agitó una pierna con impaciencia, despejó su rostro del alborotado cabello oscuro que poseía. Respingó en su lugar en cuanto escuchó una voz al otro lado de la línea, incluso su postura cambió.

No pude entender nada de lo que dijo en esa llamada, pues habló en uno de esos tantos idiomas desconocidos. Lo noté serio. Alzó la voz unas cuantas veces, moviendo la mano desocupada por el aire, como si la otra persona pudiese verle. Regresó a su tranquilidad momentos antes de colgar, hablando más bajo y menos tenso. Suspiró una vez que la llamada concluyó.

—Vendrá en cinco minutos. —Me palmeó la espalda.

Caminó por mi apartamento, sin añadir nada más. Giré la cabeza hacia él para observar qué hacía mientras yo me quedaba en cama cual inútil. Fue a mi cocina, revisó lo que tenía en la nevera y la alacena.

—Cocinaré algo en lo que llega el doctor. —Avisó, sin mirarme.

Y yo intentaría dormir otra vez, que era lo que más hacía desde que me mudé a su lado.

Mis ojos lagrimearon un poco por el cansancio, pero eso no impidió que apartara la mirada del hombre que más me importaba en ese momento. Sonreí con ligereza, confiado de que no se daría cuenta. Me sentía más seguro y menos nervioso cuando lo hacía, quizás porque evitaba lidiar con su reacción.

Debía tenerlo a él en la mente; a nadie o nada más. No deseaba angustiarme, lamentarme, sentirme miserable. Me atribuí todos los errores recientes porque no existía un rostro al que pudiese culpar; solo conocía el mío.

Moon-jae seguía exactamente igual que las semanas anteriores. Delgado, somnoliento, debilitado, ojeroso, amargado, pensativo... triste, desmotivado, apagado. Y aun así estaba de pie en mi cocina, buscando qué hacer para mí con los pocos alimentos que compré.

El balcón vecino [BL-COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora