¿¡Shōto!?

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Shōto sintió como una de las manos del rubio se colocaba sobre su espalda para dar leves palmaditas sobre esta, por lo que el bicolor se tomó la libertad de limpiar sus lágrimas y mocos en su playera, escuchando a el ojicarmín dejar salido un bufido en cuanto sintió su carita restregarse contra su hombro.

—Oye bastardo, ve a escoger un maldito helado —Lo escuchó hablar una vez terminó de elegir todo lo que necesitaría para hacer la cena.

Cuando lo bajó frente a los congeladores eligió un helado de chocolate con trozos de más chocolate dentro, sintiéndose una mala persona por embarrar la playera del rubio con sus mocos y lágrimas.

Cuando regresó con Bakugō este lo cargó para dejarlo dentro del carrito, y esta vez no reclamó, se acomodó en su lugar recargando su cabeza en uno de los costados cuando Katsuki se detuvo en el pasillo donde se encontraban los dulces picantes.

—¡Que lindo! ¿En qué pasillo lo encontraste? —El toque desconocido en una de sus orejas hizo que su ceño se frunciera y girara la cabeza para ver a la mujer extraña de cabello negro que se había atrevido a tocarlo con tanta confianza.

—En el pasillo por donde te puedes ir al carajo, estúpida ciega de mierda — La pelinegra miró a Shōto con sorpresa disculpándose con él por confundirlo con un muñeco antes de irse ignorando completamente a Katsuki.

Cuando por fin salieron de aquel lugar el rubio sentó a el heterocromático sobre sus hombros para poder cargar las bolsas, aunque sólo fueran dos.

Al llegar a la academia no contó con ver a Eijiro hablando con Denki afuera de los dormitorios.

—Kirishima, tu Blasty me regañó

—¡Blasty! ¿Qué te dije de regañar al niño? —El pelirrojo rápidamente se acercó escuchando la risa de Kaminari a sus espaldas.

—Mocoso traidor, yo te compré helado —Murmuró el rubio ceniza al ver como se iba en brazos de Kirishima.

Le tiró las bolsas con lo que había comprado a el otro rubio y dejó salir un bufido.

—Es lo menos que puedes hacer, animal.