Capítulo 50

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—¡Traes unas ojeras impresionantes!

—Apenas si dormí anoche, dormí en casa de Ingrid. —Le respondo a Julieta—. ¿Tan mal me veo?

—Un poco, pero puedo ayudarte con un poco de corrector. ¿Quieres?

Me encogí de hombros y miré a Julieta sacar el corrector de su cosmetiquera. ¡Vaya noche qué he tenido! Dirigí la mirada hacia el techo mientras Julieta se encargaba de ponerme el maquillaje, diciéndome que haría lo posible para hacer desaparecer las ojeras producto de una noche que se me ha hecho eterna.

Y en verdad que aunque la cama de Ingrid es increíblemente cómoda, no pude dormir tan bien. Y no por dormir con ella, hace muchos años que compartimos la cama y dormir con ella nunca me ha parecido incómodo, pero eran mis pensamientos los que no me dejaban conciliar el sueño. Anoche apagué la computadora, me giré en la cama dándole la espalda a Ingrid y lloré en silencio, como lo he estado haciendo todas las noches desde que Matías se fue.

—Mucho mejor, anda vamos.

—Siento que no puedo conmigo misma.

—Lo sé, pero tenemos que entrar a la clase. —Dice Julieta, jalándome de la mano—. Y por cierto, vas a entregarme tu celular, debes poner atención o te va a ir pésimo en el primer parcial.

Caminé con ella hacia el salón de clases, sería una larga jornada. No había dormido bien y tenía el corazón tan roto como mi mejor amiga, ¡vaya combinación! Ahora tenía que pausar un poco todo eso para entrar al aula e intentar mantener toda mi atención en la pizarra y los profesores, no había más. Julieta me ha quitado el celular y no tenía intenciones de devolverlo hasta que terminara la clase.

[...]

—¿Te veo en el salón? Voy por el reporte, se me olvidó en el carro.

—Claro, te guardo lugar.

Caminé con dirección hacia el estacionamiento, mirando el teléfono ahora que Julieta ha decidido regresármelo aunque sea por unos minutos. Hice lo que he estado haciendo los últimos días, revisar la última conexión de Matías en WhatsApp y cualquier actividad que tuviera en redes sociales.

—¡Anette! ¿Estás bien?

Me agaché a recoger el montón de copias que ahora estaban dispersas por el piso, por ir mirando el celular he chocado contra Mauricio, quién ya se había agachado también para ayudarme a recoger lo que le he tirado de las manos.

—Sí, ¡que torpe soy!

—No, no, fue mi culpa, lo siento.

—No, yo venía distraída con el teléfono.

Le entregué las copias que alcancé a recoger y una vez que las recibió, me sonrío amablemente.

—Es cumpleaños de Paty y vamos a ir a celebrarlo al bar que está cerca. ¿Quieres venir? —Hace la invitación con una sonrisa, esperando mi respuesta—. También Julieta está invitada.

—Sí, ¿por qué no?

Acepté la invitación, quizás porque realmente tenía ganas de distraerme y beber un poco, no tanto porque quisiera celebrar a Paty, dado que apenas le hablo.


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Solo te quiero para mí  [1]Where stories live. Discover now