Capítulo 42

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Me sentía sola y patética, muy patética. Recorrí pasillo por pasillo de la expo del café esperando encontrarme con Matías en alguno de los stands y solo recibí muestras de café gratis e incluso un mandil, pero no un abrazo de la persona que más necesitaba en este momento. Encima, la batería de mi celular estaba muriendo, así que tuve que moverme hacia esas torres en dónde habían habilitado cargadores y me senté en la alfombra azul, mirando la pantalla una y otra vez.

Él seguía sin contestar mis llamadas, la única llamada que recibí fue la de Oliver, quién me llamó para preguntar cómo sigo después de lo de anoche y hemos discutido acerca de la llamada que me hizo Fabiola más temprano. Le reclamé por lo que hizo, ¿por qué tuvo que llamarle a Fabiola para reclamarle algo que debió quedarse en una mala noche de mala copeada? Me sentía mal, estaba tan molesta, lo único que necesitaba en este momento era un abrazo de Matías, que me reconfortara y me hiciera olvidar que he discutido también con mi mejor amigo por teléfono.

Llamada tras llamada y no contestaba... Una vez más...

—¿Hola?

—¡Matt, por fin! ¿En dónde estás?

—Ahmm ya no estoy en la expo. ¿Por qué me llamaste tantas veces? ¿Todo bien?

—No, no todo está bien. Necesito verte —le pido, en mi tono de voz se notaba que imploraba su presencia—. ¿En dónde estás? Iré a dónde estés, solo dime en dónde estás.

—No puedo verte Anette, estoy con una amiga.

—Por favor, dile que después se ven, te necesito.

—Anette, te veo mañana. Ya había quedado con ella.

—Por favor Matías, ¿quién es más importante eh? —Rogaba por teléfono—. Necesito verte.

—Lo siento Anette, pero no.

—Es que yo siempre tengo que estar detrás de ti, rogándote por un poco de tiempo. Siempre siempre...

Colgué la llamada abruptamente. Me sentía peor que cuando me pongo demasiado hormonal cuando ya me va a bajar, tenía muchísimas ganas de llorar pero no podía hacerlo aquí, siento que bastante ridícula ya me veo sentada en la alfombra azul con el celular en las manos y los ojos cristalizados porque no quiero empezar a llorar.

Después de meditarlo un par de minutos, decidí ponerme de pie. Ya no tengo nada más qué hacer aquí, en realidad, la única razón por la que acepté venir al World Trade Center ni siquiera quiere verme. No me dijo que iba a venir con alguien, de hecho, el único mensaje que me mandó antes de mis plegarias para vernos fue una foto en un restaurante con su hermano Jonathan y su novia. ¿De dónde salió la dichosa amiga? ¿Quién es? ¿La conozco? ¿Será Mara? Sé que ella es una gran fan del café pero hace tiempo que ni siquiera la menciona.

Me quité el gafete una vez que decidí abandonar el World Trade Center y lo guardé en mi bolso. Seguía dándole vueltas al tema de Matías y la misteriosa amiga a la que no pudo perdile aunque sea cinco minutos para asegurarse de que la mujer con la que sale está bien, ni siquiera pudo hacer eso. Solo sé que ya no estoy pensando con la cabeza fría, soy una montaña rusa de emociones en este momento, por un lado estoy hecha mierda con todo lo que pasó con Fabiola ayer, estoy molesta con Oliver por haberse metido en una discusión que debió quedarse en una mala experiencia de borrachera y estoy triste porque Matías no me quiere ver.

Encima, tengo hambre. Mi estómago está haciendo ruidos y yo, estoy más arrepentida que nunca por no haber aceptado la propuesta de Ricardo para comer hace rato, incluso comienza a dolerme la cabeza. No quería comer en Chili's a pesar de que la idea de comerme unas boneless me hacía agua la boca, eso implicaría comer sola y hoy hay un partido de fútbol importante, lo que quiere decir que ese lugar va a estar lleno y no estoy de humor como para estar sola en una mesa. Tampoco quería pasar por una pizza, es demasiado para mí.

Solo te quiero para mí  [1]Where stories live. Discover now