Capítulo 28

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No sé porque me sentía así de nerviosa al conducir rumbo a Copilco. Digo, pasé cuatro meses yendo y viniendo a ese departamento, conocía bien al policía de la entrada, a la señora que siempre saca a pasear a su bulldog inglés y aquel elevador viejo que me daba miedo, ¿por qué me sentía entonces de esta manera? Como si supiera que algo va a salir mal, ¿y si sus amigos ya no me reciben de la misma forma? ¿Y si me siento incómoda?

Pero aquí estaba, ya había estacionado el auto en el lugar que le correspondía al departamento de Daniel. Me arreglé un poco el cabello antes de bajar, me lo he planchado y me he puesto un poco más de maquillaje de lo normal, quizás continuar viéndome en el espejo de vanidad era sólo un pretexto para prolongar mi estancia aquí, no quería subir... No...

—¡Anette!

—Hola Héctor.

Subí el cristal y entonces abrí la puerta del auto, Héctor me saludó con un beso en la mejilla y un corto abrazo, sin fingir sorpresa al verme, seguro que Daniel ya le ha contado que estamos en una versión beta de nuestra relación antes de intentarlo de nuevo por completo. Así que cerré al auto y caminé a su lado hacia el edificio.

—¿Cómo han estado las cosas? Ya sabes, entre Melisa y tú.

Él se escudó en el elevador para evadir mi pregunta unos segundos, una vez que se abrieron las compuertas me cedió el paso. Sostenía dos six de cervezas y las llaves en la otra mano, así que fui yo quien presionó el botón para que nos llevara hasta el piso en dónde se encontraba el apartamento 1212.

—¿Melisa y yo? Lo del beso fue... Lo que viste fue un error.

—Sé bien lo que vi, pero no importa ya, fue hace meses. ¿Por qué lo traes ahorita al tema?

—No lo sé, nunca lo hablamos. Sólo quiero aclarar todo, ¿sí? —Definitivamente Héctor estaba borracho, no tenía sentido que habláramos de esto ahora—. Hablo de que, bueno, estábamos discutiendo y no sé porque pensé que iba a ser una buena forma de callarla, quizás mi novia me hace leer y ver muchos clichés románticos. En fin, no sé qué mierda estoy diciendo, considera que es la tercera vez que voy por cerveza al Seven.

Alcé ambas cejas, si sabía que ya había bebido bastante antes de nuestro encuentro, su aliento alcohólico me lo dijo todo. Sin embargo, no volví a insistir, las compuertas se abrieron y una vez más me cedió el paso. Tomé las llaves y fui yo quien abrió la puerta del departamento, esta vez estaba lleno de gente que al menos yo no conocía, suponía que todos eran en su mayoría amigos de Melisa.

—Hola Mel.

—¡Anette! Ya me dijo Daniel que se dieron otra oportunidad, ¡Dios! Me devuelven la fe en el amor.

—Ahmm... Sí pero eso no es lo importante ahora. ¡Feliz cumpleaños!

Saqué de mi bolso una caja pequeña para entregársela, sabía que en sus fiestas de celebración de cumpleaños los regalos no se acostumbran pero cuando vi aquel collar con el dije del girasol pensé en ella, tenía que ser para ella.

—¡Está hermoso! Muchas gracias, pasa, Dan está en la cocina.

—Gracias, diviértete.

Caminé hacia la cocina del departamento que tan bien conocía, sin embargo, fui intercepatada antes de llegar. Fernando me ha jalado del brazo, haciéndome ir con su pequeño grupo, sólo reconocía a Liz y a Andrea de los cinco que estaban ahí.

—Wow, no sabía que Daniel y tú volvieron. —Dice Andrea, sorprendida al parecer, por su tono de voz.

—Ahmm estamos así como en una versión prueba de relación. Si funciona, tal vez esta vez lo hagamos oficial.

Solo te quiero para mí  [1]Where stories live. Discover now