Capítulo 41

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Londres era esa ciudad con mal tiempo, donde llovía siempre, sin importar la hora o la época del año, pero que también podía sorprenderte, tal y como lo hizo cuando el avión aterrizó. Definitivamente, el sol que estaba sobre el cielo de la ciudad inglesa no era habitual, pero días así eran los que más disfrutaban los londinenses, los cuales aprovechaban para salir a pasear por algún parque, ir de compras o simplemente tomar aire fresco. Yo, mientras me dirigía a una de las muchas estaciones de Londres, veía pasar a toda esa gente, que parecía no tener problemas, que era libre, pero detrás de cada una de ellas había historia, su vida, sus preocupaciones y sus problemas, como todo el mundo.

Tras un poco más de una hora de tren, llegamos a la estación de Swindon, a ciudad donde vivía la abuela, la cual estaba en dirección oeste respecto a Londres. La casa de la abuela no quedaba muy lejos, así que solo faltaba andar unos cinco minutos para llegar a nuestro destino. Mamá dijo que no daba tiempo de pasar por casa, ya que llegábamos el mismo día del entierro, y papá quería pasar el día con la abuela Dorothy. Al llegar nos adentramos por el enorme jardín de la abuela, lleno de flores de todos los tamaños, colores, olores... ella siempre había amado la naturaleza.

Al llegar a la puerta principal Danna tocó al timbre, y la puerta se abrió casi de inmediato.

―¡Dan! ―exclamó el rubio que estaba parado en la puerta, abrazando a su hermana mayor.

―¡Josh! ―dijo ella, casi elevando entre sus brazos.

No es que Danna fuese tan fuerte, pero Joshua Jones, a sus catorce años, era lo más parecido a un palo andante que pudiese haber en todo Reino Unido, y aunque Danna siempre se burlara de él por ello, eran tan cercanos que se contaban todo tipo de cosas, sin duda, eran unos hermanos algo raros, a mi parecer.

―Hola Joshua ―saludé a mi primo pequeño, dándole un corto abrazo, antes de entrar por la puerta.

Cruzamos todos en silencio el gran pasillo que había nada más entrar a la casa, el cual daba al salón y a la cocina, donde se encontraba la abuela Dorothy, que estaba cocinando la comida para todos junto a la tía Susan.

Mis ojos se abrieron de sorpresa al verla. Estaba bastante más delgada que cuando nos despedimos hace unos meses, antes de mudarme, aunque lo escondía todo bajo la ropa negra que llevaba puesta, pero, aun así se notaba. Su aspecto estaba algo descuidado, y sus ojos transmitían tristeza.

Corrí hacia ella, y me agaché para abrazarla, esperando que así sonriera un poco.

―Abuela... Te he echado mucho de menos ―le dije, rodeándola con mis brazos y, seguidamente, dándole un beso en su mejilla.

―Daelyn... Yo también, cariño.

Ambas suspiramos, y después nos separamos. Abracé a la tía Susan y después me uní a la charla que mantenían Danna y Joshua.

La mañana pasó algo lenta, y el efecto del jet lag no es que facilitara las cosas, pero no podía permitirme dormir, no había tiempo, ya que esa misma tarde se hacia el entierro.

Mientras esperaba que mamá terminase de ducharse, estuve revisando todas las notificaciones de mi móvil... unos cuantos mensajes de Tom, otros de las chicas y otros de Luke, preguntando qué tal estaba y si el viaje había ido bien. Yo simplemente contesté a todos, y luego me perdí en mis pensamientos, pensando en nada, y pensando en todo.

―Cariño... Vamos a comer ya, levántate  ―avisó mi madre, la cual ya estaba lista.

Todos comimos en silencio. El ruido de los cubiertos contra los platos era el único sonido que se escuchaba, lo cual era irritante y molesto, pero preferí no hacer nada para impedirlo.

Twins » Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora