Capítulo 11."Solo no te eches para atrás."

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Cuando levante la vista hacía su silencio me encontré con unos ojos ligeramente sorprendidos y recelosos.

-Intentaré llegar a tiempo, pero llevar una empresa hace que todo sea bastante voluble y nunca sé si algo surgirá en el último momento.

Me quedé desconcertada, no sabía si se estaba sintiendo mal por decirme que era posible que llegase tarde, si se estaba poniendo a la defensiva por el hecho de poder tardar más de la cuenta o si simplemente me estaba narrando un hecho.

-Um, lo entiendo, no te preocupes. -Le sonreí ampliamente intentando aligerar el aire que nos rodeaba.- Mi cita es tan genial que hasta podemos aplazarla si vemos que vamos mal de tiempo.

Mi tono de voz desenfadado no tuvo el efecto deseado.

-¿Y eso no te molestará?- Preguntó mirando por la ventana. La astuta Grecia Lujuriosa me susurró desde el fondo de mi mente que de alguna manera Jace estaba observando mi reacción, ya fuese por el reflejo o de cualquier otra manera.

La conversación se estaba convirtiendo en una maldita prueba.

-No, se lo que es sentirse agotada y no tener ganas de hacer nada.- La manera en la que rechazaba el tener sexo con Karl por cansancio vino como una bala a mi mente. El recuerdo me dolió como si me hubiesen bolado el cerebro.- Prefiero dejarlo para otro día si ese es el caso y hacer otras cosas menos cansadas como...-Un recuerdo voló a mi mente y la adrenalina comenzó a correr por mi sistema. La sangré se me calentaba con tan solo pensar en volver al ataque.- jugar al piedra, papel o tijeras.

¿Hace falta decirlo? Sí, se volvió a reír de mi.

-¿Quieres la revancha?- Dijo faltoso y divertido.

Había acertado.

-Dirás machacarte, tramposo.- Fingía estar ofendida.

Su sonrisa me desconecto del mundo, y la pequeña risa que salió de sus labios junto con una mirada dulce y feliz me arrancó el suspiro que me hizo volver a la realidad. Qué vergüenza, me había quedado embobada.

-Gracias por preocuparte.- Dijo levantándose y besando mi frente. ¿Preocuparme? ¿Por aplazar una cita si está cansado? ¿No es eso lo que haría cualquiera?

Por alguna razón eso parecía importante para él.

-¿Como iré al trabajo?- Pregunté cuando le vi darse la vuelta. Él tenía coche, pero ¿Yo? ¿Cómo iba a ir yo?

El mero pensamiento de tener que coger el metro en ese momento me asqueaba. No quería moverme de la silla, como para tener que caminar o correr en busca del trenecito que siempre me cierra las puertas en la cara. ¡Una vez hasta me robo el bolso con su horribles puertas!

-Te llevo.

-¡No, eso es peor que correr tras el tren maligno!

Sus cejas se alzaron a la vez que yo me tapaba la boca con ambas manos. Maldita lengua.

-Tren maligno.

-Cállate Jace.- Dije fingiendo seriedad y apuntándole con un dedo. Las comisuras de su boca amagaron con elevarse y mis ojos se entrecerraron un poquito más.

-Vale.- Dijo con un ligera sonrisa. Yo le seguí vigilando.- Te vienes conmigo, y no acepto un no por respuesta.

-No.- Dije feliz de llevarle la contraria. A él se le fue la sonrisa.

-No nos verán.

-Eso no lo sabes.

-Estamos intentando tener un hijo, no creo que tardemos mucho en tener que dar la noticia.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Where stories live. Discover now