Capítulo 11."Solo no te eches para atrás."

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-Muermo.-Le insulté por lo bajo.

Él no entró en el juego.

-Cuanto más me entretengas aquí menos posibilidades habrá de que me dé tiempo a hacerte unas tortitas con helado.

No tarde un segundo en bajarme de sus brazos, darle una palmadita en la espalda y decirle:

-Venga campeón, a cocinar.

Se sorprendió, lo vi en sus ojos, pero tanta gracia le hizo que se fue a la cocina entre bufidos y risas.

No sin antes sorprenderme con un ligero beso en los labios.

Yo, divertida y feliz por el prometedor desayuno, ignoré lo que normalmente me daría un quebradero de cabeza y me vestí a la velocidad del rayo; tardé poco más en maquillarme. Hubo un momento en el que estuve tentada a utilizar el perfume de Jace que descansaba sobre el abierto armarito del baño, pero la posibilidad de que alguien se diese cuenta de que el Jefe y yo olíamos igual y atase cabos me echó para atrás.

Sí, estaba un "poco" paranoica.

-Que hambre.- Sonreí bajando por las escaleras mientras el olor a tortitas alejaba al olor de Jace de mi mente.

El bendito olor de Jace.

-Justo a tiempo.- Gritó él desde la cocina. Tres pasos después vi como colocaba un plato de tortitas humeantes con helado de limón y de chocolate sobre la mesa.-De limón.- Sonrió pícaro.-Tu preferido.

Me sonrojé y le ignoré, sabía que estaba recordando y yo no estaba lo suficiente estable sentimentalmente como para dejar a mi cuerpo sufrir otra guerra de adrenalina.

-Gracias.-Sonreí sentándome a la mesa.

-De nada.- Dijo él imitándome.

No probamos bocado, nos quedamos ahí mirándonos el uno al otro con una sonrisa, el problema quizá era que su sonrisa y mi sonrisa no significaban lo mismo. Estaba nerviosa y un poco incomoda, quería hablar sobre lo que nos esperaba, era hora de poner las cartas sobre la mesa, entregarle el contrato, saber el porqué había aceptado la locura que estábamos llevando a cabo, que había detrás de esa coraza que muchas veces me impedía saber quién estaba detrás y, quizá entonces, decidir como seguiría nuestra relación y planear la mejor manera de llevar nuestro plan a cabo. Pero tenía esa adorable sonrisa en su cara, esa que me impedía abrir la boca.

Asique simplemente sonreí y me dejé llevar.

Podía preguntar en otro momento.

-¿Hoy no trabajas por la tarde no?

-No...

Al menos eso esperaba.

-¿Qué tal si salimos?

Una sonrisa nació en mi cara e hizo que otra naciese en la suya.

-De acuerdo, pero esta vez yo escojo donde ir.- Ya sabía donde llevarle.

-De acuerdo.- Rió. ¿Cómo podía ser el hombre de hielo en la empresa y luego en casa ser tan dulce?¿Como podía ese hombre tener una sonrisa tan tierna? - Pero no quiero morir asique escoge bien.

-Idiota.-Reí, todavía embobada por el efecto de su risa en mi.  Esa tarde reiría todavía más.- ¿Tú sobre qué hora saldrás?

-Intentaré salir a la misma que tú.- Dijo antes de dar un sorbo a su café

-Si ves que tienes mucho trabajo no me importa esperar, tomate tu tiempo.- Sonreí. ¿No tenían los CEO muchísimas cosas que hacer? Nuestra cita necesitaba de energía , prefería que se tomase su tiempo, y que aunque fuese más corta pudiese disfrutarla al cien por cien que qué fuese cansado y no la disfrutase.

Jefe, quiero un hijo suyo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora