El juicio de Caín: parte II

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¿Su hijo era un sociopata?

La pregunta resonaba una y otra vez en la cabeza de Adán hasta que la voz de su hermano lo distrajo.

—¡Por qué no me lo dijiste! —exclamó Deimon.

—¿Qué? —preguntó confundido.

—Que Caín podria ser un sociopata —gruñó.

—Porque no lo sabía, Eva fue quien los llevó al psicólogo y nunca me comentó que el doctor le dijera algo al respecto —explicó— para ser honestos no lo creo —se mintió.

—¿De verdad? —preguntó sentándose a su lado— nunca lo he visto llorar o ser humano.

Adán suspiró algo frustrado.

—Puedes enfocarte en que no metan a mi hijo a la cárcel —pidió— creo que después nos preocupamos por si hay algo malo o no en él.

Los únicos nerviosos en este lugar no solo eran los mayores, Abel por su parte se sentía terrible por hablar contra su hermano.

—Lo siento —se disculpó.

—Ni siquiera es tu culpa —contestó Caín sin importancia— podías traerme algo de beber.

—Seguro —contestó para irse.

La verdad es que lo único que quería era estar a solas, los sentimientos de su hermano le daban nauseas.

Caín suspiró y cerró sus ojos por un momento.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Dianne.

Caín le miró algo abrumado y un tanto molesto.

—Me están acusando de matar a mi madre tu crees que estoy bien —contestó molesto.

Dianne lo pensó por un momento, vaya que era una idiotez.

—Pregunta estupida —dijo abrumada— ¿Puedo hacer algo por ti?

—Creer que no la mate serviría de algo —bromeó el ojipurpura.

—No lo hago —afirmó— Caín se que me odias pero sería incapaz de pensar que harías algo así.

—No te odio —confesó recibiendo una mirada extrañada de ella— no lo hago, solo... no se tratar con personas.

—¿Por? —preguntó entrando a un punto al que no había llegado muchos.

—Bueno porque... odio a todos —contestó Caín pensándolo mejor.

Dianne no pudo evitar reírse lo que formó una pequeña sonrisa en el rostro de Caín.

Aquel beso se repetía una y otra en la cabeza de Dianne, ahí estaba otra vez ese sentimiento que nunca había sentido.

—Es hora de entrar —anunció Deimon.

Todos entraron a esa sala donde el silencio se hizo presente, las oportunidades de Donari para vencer a Deimon eran casi inexistentes pero no podía perder, no podía volver a su casa sabiendo que estaba libre.

El ambiente del lugar era algo pesado, todos lo sentían.

—Abogado Perkins puede comenzar —dió inicio Blyde.

—Gracias su señoría —contestó— quiero proseguir con el caso llamando al estrado al padre del acusado, Adán Stepler.

Querido CaínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora