Michoacán

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+++Lo que dicen en inglés, lo puse en cursivas... y ya+++


Los sucesos pasaron tan rápido que sólo queda enumerarlos, porque tanto Miguel como Xóchitl se sienten muy cansados como para narrarlos por sí mismos. La cena, la junta, la noche de "sueño" en la que estuvieron en vela y por supuesto, la incomodidad al despedirse de un "Leo" que les pareció desconocido, los dejó psicológicamente molidos, así que ahora duermen. 

Va manejando Marco de la Cruz, echa de vez en cuando una mirada al retrovisor y sonríe al ver a su primo y su amiga durmiendo placidos. Le gusta esa sensación, la de que puede protegerlos y guiarlos, le gusta y lo hace sentir útil así que hay dos buenas emociones en él en estos momentos. La carretera va tranquila, entre semana no hay mucha gente que vaya así que sabe que llegará en una hora como máximo. Mientras tanto piensa en el próximo disco de Miguel, en sus propias presentaciones, en la cuenta de banco a la que debe agregarle algunas cifras y las inversiones en las que tiene el dinero de ambos, para garantizar que Miguel no pierda todo en una estafa. 

Piensa en todo. Es muy listo, demasiado para su propio bien, aunque con una especie de astucia callejera más que una cuestión que pueda verse en las aulas.

Ya respira el ambiente de su casa, el aroma a comida, el lago de Pátzcuaro a lo lejos y finalmente su pueblo, hay que seguir derecho por la plaza, dar vuelta a la izquierda, luego a la derecha y finalmente está el taller de los Rivera, que dicho sea de paso es un lugar muy agradable. Pensando en su tía abuela y en los tamales que le esperan recuerda que tiene hambre. 

Al girar a la izquierda la sensación de vacío en su estómago se convierte en nervios, hay gente cerca de la casa de Miguel, y no entiende qué está pasando, así que se estaciona en la esquina para acercarse a pie. 

Vamos a seguirlo. 

***

Marco de la Cruz

Lo primero que vi es que no eran mexicanos, aunque eso se notaba desde lo lejos. Lo segundo es que hablaban con un torpe acento y trataban de darse a entender todos al mismo tiempo, por lo que sin duda sus acciones eran improvisadas. Hacían señas, se mostraban contrariados, excepto una chica que masticaba un chicle al lado, quien sin duda debía ser la mente maestra detrás de tan desastroso grupo.

Pasé a su lado como si fuera a ver el cartél pegado en la pared y los escuché murmurar "Rivera".

-Hey -saludé con una inclinación de cabeza

Ella me miró sin sorpresa, aunque algo en sus ojos me avisó que me estaba notando más de la cuenta. 

-Hey, buscamos a los Rivera -explicó con un fluido inglés. 

-Lo siento, no hablo inglés. 

-Sí lo haces, por eso te acercaste, porque nos escuchaste hablar de ellos

No estaba equivocada. 

-Tal vez sí los conozco, ¿puedo ayudarles en algo?

-Buscamos a Miguel, somos amigos suyos.

Para este momento, todos estaban poniendo su atención en mí, no dejaban de ver mi rostro con sorpresa. 

-No creo que sean amigos suyos, o él mismo hubiera ido por ustedes. 

-Déjate de juegos, ya dinos cómo llegara su casa, estamos perdidos.

-¿En un pueblo de sólo 30 calles? Lo dudo un poco...

Quería deshacerme de ellos, había una sensación extraña en la boca de mi estómago, y los ojos perspicaces de una de las chicas me empezaban a poner nervioso. 

Di mi nombreWhere stories live. Discover now